martes, 9 de diciembre de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 43

Capítulo 43




***

- ¡Por favor! – lloré, golpeando la puerta - ¡Déjame salir!



Dos minutos, solo dos minutos era lo que había estado en la recepción con Donghae, pero fueron suficientes para que le fueran con el chisme a mi tía. La cabeza me dolía, mi tía me había golpeado con el rodillo de cocina; las rodillas me dolían por la caída que tuve al ser golpeada en la cabeza, y ahora las manos me dolían por los golpes que le daba a la puerta.
Estas semanas fueron las más difíciles para mí. Primero, terminé con el amor de mi vida y no podía decirle el por qué ¿Por qué? Pues porque temo a las consecuencias. La familia destruida, mi tío odiándome, mi tía haciéndome algo peor, era una lista que se iba agrandando.
Cada día, después de la universidad, mi tía me encerraba en mi habitación y me dejaba el almuerzo frio. Yo nunca comía lo que me daba, por eso Siwon siempre me compraba comida, pues mi tía me había suprimido el dinero, por eso me vi obligada a caminar a la universidad o ser recogida por Siwon. Pero había ocasiones, cuando Jin le decía a mi tía que el príncipe había preguntado por mí, que me encerraba en el armario de la despensa. La despensa había sido modificada a una sala de torturas, parecida a “El Agujero[1]de Matilda. Tenía que mantenerme muy quieta si no quería que los clavos de la puerta, o los cuchillos y vidrios, se me clavaran; sin embargo esto no le importaba a mi tía cuando me lanzaba dentro.
Lloraba, golpeaba la puerta a pesar de que tenía clavos incrustados. Nadie me oía, yo sola me había metido ahí, por no ser valiente. Continué llorando, me dolía todo, estaba agotada física y mentalmente. Ya no podía continuar, no así, lo mejor sería morir, reunirme con mis padres, cualquier cosa, pero ya no podía seguir así.
Me arrodille y traté de acomodar en el reducido espacio. Estaba hecha puré, cansada al extremo y mi tía no me daba tregua. Seguí derramando lágrimas, pues me sentía la persona más infeliz del mundo.
Empecé a escuchar parloteo del otro lado de la puerta, era mi tía, preferí no hacer ruido. Parecía que estaba enojada, muy enojada. Sentí miedo, esperaba que su furia no fuera hacia mí. Escuché el sonido de una botella de vidrio chocando con otra cosa de vidrio, debía de estar bebiendo vino de nuevo. Sentí aún más miedo, con vino en la sangre ella era más violenta.
- Él está perdido – gruñó mi tía. Había algo raro en su voz, estaba ebria – ¡Su suponía que lo iban a mantener lejos, no que lo perderían en la Selva del Amazonas! – mi tía soltó un grito y yo me estremecí, no sabía de qué hablaban - ¿Y no han encontrado a mi esposo aún?



Mi tío Daniel ¿Qué había sido de él? ¿Dónde estaba? ¿Por qué no volvió a casa? Agudicé el oído e intenté escuchar la conversación de mi tía. ¿Qué le había hecho esa bruja a mi tío? ¡Era su esposo! ¡¿Qué demonios le había hecho?! ¿Y para qué? ¿Para que no interfiera en sus locos planes?
- Mamá…
Esa era la voz de Jin.



- Les pago una fortuna para que encuentren a mi esposo en la maldita amazonia – la voz de mi tía se escuchaba furiosa - ¡¿Por qué no hacen su trabajo como deben?!
Entonces escuché como un vaso se rompía y el grito de mi prima ¿Mi tío se había perdido en el Amazonas? ¿Desde cuándo lo sabían? Solo podía estar segura de dos cosas: Mi tía buscaba a mi tío; mi tía había desaparecido a mi tío.
Escuché llanto y de pronto dejé de escuchar sonido alguno ¿Cómo es que mi vida se volvió este infierno? No, no fue cuando mis padres murieron, no fue cuando me enamoré de Donghae, fue en el algún momento donde el destino decidió que no debía de ser feliz nunca.


Desperté con los ruidos de la llave abriendo la puerta de la despensa. Mi tía me entregó una hogaza de pan y volvió a cerrar la puerta. El pan estaba tieso, pero de igual forma me lo comí, remojándolo en la taza de té que me había dado.
¿Me iba a dejar todo el fin de semana encerrada? Ya me había encerrado noches enteras antes, pero ahora parecía diferente ¿Era por la noticia de mi tío? Escuché la puerta de la casa cerrarse, Jin debía de haberse ido ya a clases. De nuevo escuché los pasos de mi tía y me estremecí, no quería más golpes, no encerrada en esta trampa mortal. Escuché como ella se servía otra copa y luego salía de la cocina, cinco minutos después escuché la puerta.
Empecé a golpear mi cabeza contra un pedazo de pared, el único que no tenía ninguna arma. Busqué en mi bolso, por el enojo mi tía había olvidado quitarme mis cosas al encerrarme. Se lo agradecía, por lo menos podría oír música o jugar “Temple Run” Saqué mi teléfono y la foto de Donghae y yo sonriendo apareció.



Sonreí, parecía que había sido tomada hace mucho; parecíamos dos enamorados comunes, no un príncipe heredero y una niña sufrida. Comencé a ver fotografías de Donghae y de mis amigos, los extrañaba demasiado, las fotografías eran lo único que tenía para estar cerca de ellos.



















Sentí los ojos escocer, lo extrañaba demasiado. No podía estar lejos de Donghae, lo amaba más que a nada, y lo necesitaba mucho. Pero mi cobardía me alejaba de él ¿Qué haría cuando él encontrase a alguien más? Yo esperaba que él encontrara a alguien pronto, no quería verlo sufrir por mi culpa. Pero al mismo tiempo no me podía imaginar a Donghae con otra chica que no fuera yo, y me dolía el alma al pensar en esa posibilidad.
Miré una foto de nosotros besándonos. Recordé nuestro último beso, había extrañado la sensación de sus labios sobre los míos, había extrañado su presencia, y no pude evitar besarlo aquella vez. Me arrepentía de haberlo hecho, pues le costaría más superarme. Pensar en él hizo que las lágrimas cayeran por mis ojos, lo extrañaba y renunciar a él era muy difícil. Mi teléfono empezó a sonar, era Donghae.
- ¿Hola?
Saludé y escuché un sollozo.



- Te amo – escuché y sentí que el corazón se me encogía – No… no quiero vivir en un mundo en el que no te pueda tener
- Hae… - escuché cómo se movía y el sonido del viento – Hae…
- No digas nada Min… - su voz sonaba extraña, debía de estar ebrio – Te amo… pero ya no resisto el dolor
Escuché barullo al otro lado de la línea. Las personas gritaban el nombre del príncipe ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Dónde estaba él? ¿Qué estaba haciendo?
- Donghae… ¿Dónde estás?
- En la azotea del pabellón H – soltó un sollozo – Ya no puedo Min, ya no puedo continuar así
- ¿Qué estás haciendo?
Pregunté nerviosa ¿Qué estaba pensando hacer?
- Te extraño demasiado mi Ratona – empecé a patear la puerta, tenía que salir de ahí – Pero el dolor es demasiado – escuché sus sollozos - ¿Tú sufres igual que yo?
- Donghae… sea lo que sea que estés haciendo, detente por favor
- No – me contestó él, y escuché más sollozos, continué pateando la puerta – La vida me ha quitado todo lo que quise, ya no quiero seguir sufriendo
- Por favor… - lloriqueé – Detente
- ¿Me amas?
- Hae…
- No quiero seguir viviendo en un mundo donde ya no me ames – lloriqueó él – Eres todo para mí Min Jee, no puedo seguir sin ti
Escuché el gritó de la gente.
- ¡Donghae!
- Te amo Min
Colgó el teléfono. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. 



Marqué el número de Sun y esperé a que contestara. Pateé la puerta con todas mis fuerzas, arruinando mi zapato con un clavo, pero no me importaba.
- ¿Hola?
- ¡Sun!
Grité, trastabillando y sosteniéndome del vidrio, solté un alarido de dolor.
- ¡¿Min?! – gritó ella y pude escuchar el murmullo de los demás - ¡¿Qué pasa?! ¡¿Estás bien?!
- ¡Pabellón H! – grité, jalando mi mano fuera del vidrio - ¡Donghae está en la azotea!
- ¡¿Qué?!
Esa era la voz de Hyuk.
- ¡Vayan por favor!
Continué pateando la puerta.
- ¡¿Tú dónde estás?!
Me preguntó Sun.
- ¡Eso no importa! – grité - ¡Mi tía me encerró! – les informé - ¡Vayan por Donghae y yo intentaré llegar!
- ¡Vamos!
Escuché la voz de Yang. Sun colgó el teléfono y yo continué golpeando la puerta. No me importaba el dolor, no me importaba la sangre, tenía que salir de ahí.
Golpeaba con mis pies y con mis puños, gritando por la desesperación. No podía darme por vencida, no esta vez. Di un golpe y mi mano atravesó la puerta, solté un grito de dolor al sentir las astillas en mis dedos. Seguí golpeando, llorando por el dolor. 



Abrí la puerta y salí corriendo de ahí. Las personas me miraban pero yo hacía poco caso, tenía que llegar donde Donghae, evitar que cometa una locura. Detuve un taxi y me subí, luego marqué el número de Sun.
- Está parado al borde de la azotea, en un muro
Me informó ella.
- Estoy a diez minutos
Le informé.
- Date prisa – me pidió – Hyuk y Kyu se han subido también
- Maldición
La desesperación me invadió y le pedí al taxista que acelerara. No podía dejar que él haga eso, no por mí. Lo sabía, sabía que iba a ser difícil, él me amaba demasiado y yo le había roto el corazón. Si hubiera sido al revés, teniendo en cuenta que hemos pasado por las mismas cosas, también hubiera optado por esa opción. Pero no lo iba a permitir, todo esto era mi culpa y lo iba a remediar. Iba rezando en mi mente cuando el tráfico se disipó y logramos llegar a la universidad. Pagué y corrí hacia el pabellón H, un edificio muy alto, el más alto de la universidad.
Subí las escaleras de tres en tres, no me detenía a dar respiros, tenía que llegar. Abrí la puerta con el letrero de “Solo personal autorizado” y vi a mis amigos, todos subidos en el muro. Me acerqué rápidamente y grité su nombre.
- ¡Donghae!
- Ratona… - él tenía los ojos rojos al igual que las mejillas y la nariz – Viniste…



- No lo hagas por favor…
Le pedí, acerándomele con cuidado.
- ¿Para qué? – me preguntó – Si bajo, después te irás, y no quiero que te vayas
Donghae se meció para un lado y Hyuk estiró sus brazos para evitar que hiciera algo peligroso.
- No… por favor
- ¡Ve con tu Siwon! – me gritó - ¡O con quien estés!
- Donghae… por favor – le volví a pedir, parándome al pie del muro – No puedes hacer esto
- ¡Sun será mejor heredera que yo!
- ¡Eso no es cierto!
Gritó Sun.
- Por favor…
Volví a pedir.
- ¿Qué significa esa frase? – me preguntó con lágrimas en los ojos – Cuando le pido al cielo que me concedan algo, no importa cuántos “Por favor” diga, nunca me hacen feliz los de arriba
- Donghae…
- ¿Qué haces aquí? – me preguntó – ¡Si ya no me amas deberías largarte!
- ¡No me voy a ir a ninguna parte!
Le grité.
- ¡Yo te entregué todo mi corazón y tú solo lo desechaste como si fuera un pañuelo usado!
Me dolía lo que decía. No había sido mi intensión, no quería que se sintiera tan mal como se sentía. Pensé que, después de terminarle, aceptaría rápidamente a otra chica o a Jin, pero no ocurrió, él siguió amándome. Vi su rostro, era el dolor personificado. Él tenía razón, había perdido a mucha gente y yo solo había sido la cereza en su helado para colmarlo. Yo a veces me sentía así, que el mundo me jugaba chueco siempre, y era difícil no derrumbarse, pero él lo estaba, él ya se había derrumbado.
- Donghae…
- ¡¿Qué remedias repitiendo mi nombre?! – me gritó - ¡¿Qué no vez lo que sufro por ti al saber que ya jamás me amarás?! – siguió derramando lágrimas - ¡¿Por qué los que más quiero se marchan?! ¡¿Por qué?!
- Donghae
- Mi vida es una mierda… - sollozó – Ya no quiero más dolor…
Se balanceó a un lado.
- ¡No!
Subiéndome a un muro y tomando su mano. Me tambaleé a un lado pero logré mantener la postura, sin embargo era complicado en un delgado muro, sosteniendo a un borracho.
- ¡¿Qué haces?! – me preguntó - ¡Tonta, te vas a caer!
- “¡Si tú saltas yo salto! ¿Recuerdas?[1]
Lo miré fijamente, derramando las lágrimas que inútilmente contuve. Apreté su mano. Lo amaba, no lo iba a dejar, no quería dejarlo. Yo era una cobarde, pero era tiempo de ser valiente y de luchar por lo que quería, y lo que quería era él, pues mi corazón solo le podía pertenecer a Donghae.
- ¿Por qué?
Me miró fijamente, derramando lágrimas.
- Porque te amo – contesté entre lágrimas – No puedo pensar en perderte ¡No así!
- ¿Aún me amas?
Me preguntó, derramando más lágrimas. Se acercó un poco a mí, tambaleándose, las personas fisgonas soltaron un grito. Donghae se acercó más a mí; su aliento olía a cerveza, sus ojos estaban rojos y aún así era muy guapo.
- Te amo Donghae – contesté - ¡Si te mueres, me matas contigo! – grité - ¡¿Por qué siempre eres tan impulsivo?!
- ¿Lo dices en serio? – lo miré, parecía que ignoraba mis palabras - ¿Aún me amas?
- Eres irresponsable, flojo, desordenado, engreído y caprichoso – empecé a decir – Con un gran corazón y demasiada inocencia – las lágrimas resbalaban por mis mejillas y llegaban a la comisura de mis labios - ¡Por todo esto y más es que estoy perdidamente enamorada de Lee Donghae!
No pude decir nada más, pues me tambaleé hacia atrás y arrastré a Hae conmigo. Kyu y Hyuk nos sujetaron a tiempo, luego nos bajamos del muro. Tan prono como mis pies tocaron el suelo, me sentí feliz y aliviada. Volteé a ver a un Donghae lloroso y corrí a abrazarlo.
- Te amo…
Susurró él.
- Yo te amo más – le dije, besando su cuello, no alcanzaba sus labios – No me vuelva a asustar
- Pensé que ya no me amabas
Lloriqueó. Tomé su rostro entre mis manos y comencé a llenarlo de besos. Le debía mucho, le debía una gran disculpa. Su dolor había sido mi culpa, su intento de suicidio había sido mi culpa, todo lo malo había sido mi culpa.
Él me tomó de las manos y me detuvo, se inclinó hacia delante y juntó nuestros labios. Derramé más lágrimas, él también lloraba y me apretaba contra su cuerpo, yo tampoco lo quería dejar ir. Rodeé su cuello con mis brazos y profundizamos el beso, ni siquiera me importaba que mis amigos estuvieran ahí, quería decirle a Donghae cuanto lo amaba.
- Lo siento
Dije al separarnos, limpiándome las lágrimas.
- ¿Por qué lo hiciste?
Preguntó, sosteniendo mi rostro con sus manos.
- Tenía que hacerlo – lloriqueé, ya no quería seguir guardando secretos – O me mataría
- ¿Qué?
Preguntó Yang.
- Sí
- ¿Quién?
Preguntó Sun.
- Mi tía – contesté con sinceridad – Si no dejaba al príncipe, me mataría
Alcé mi camiseta y mostré un enorme corte que me había hecho hace poco.
- Ella está loca – Donghae me miró – No quiero que vuelvas a esa casa – me volvió a abrazar – Por favor Ratona, no me porfíes esta vez – asentí – Te irás, hoy
- De acuerdo
Acepté y él me besó.
- Te amo
Me dijo.
- Yo también te amo
Le dije, besándolo una y otra vez.
- ¡Bien, habrá boda!
Exclamó Kyu y todos reímos.
- ¿Aún te quieres casar conmigo?
Me preguntó Donghae, mirándome con expresión de súplica.
- ¿Me devuelves mi anillo?
Le pedí y él sonrió.
- Te amo tanto Kim Min Jee– me dio un fuerte abrazo – No me vuelvas a hacer esto
- Jamás, te lo prometo
Nos dimos otro beso, sellando así que jamás le fallaría ni traicionaría. Me sentía feliz, ahora podía estar de nuevo con él, era como un sueño hecho realidad. Había extrañado todo de él y ahora nadie me lo iba a quitar, ni siquiera Jin.
- Tienes que contarnos todo lo que ha sucedido en este mes
Me ordenó Sun y todos asintieron.
- Vamos a otro lado primero
Sugerí, pues seguíamos en una zona prohibida. Todos asintieron y comenzaron a caminar hacia la puerta. Donghae me miró y me estiró el brazo, yo sonreí y tomé su mano, luego me abracé a su brazo y caminamos lejos del muro.

Fin de la temporada


[1] Titanic.

[1] Era una habitación de tortura que utilizaba el personaje de Tronchatoro de la obra “Matilda” de Roald Dahl.

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