lunes, 11 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 9

Capítulo 9




***
Me castigaron, aunque expliqué que me había quedado dormida y que había estado estudiando, a mi tía no le importó mucho, me castigó de todas formas. No iba a poder salir en toda la semana, eso significaba otra semana más sin ver a Kangin. Pero entonces vi el lado positivo, Donghae había dicho que haría su parte del trabajo, eso me sacaba mucho peso de encima, y eso lo podía aprovechar en ver a mi novio. SNU no estaba muy lejos del Royal, él podía ir o yo podía ir a verlo, no iba a perderlo de nuevo. Me cambié la ropa por el piyama y me dormí, pensando en él y pensando en el príncipe de pacotilla que por fin iba a ser responsable.
El domingo pasó sin novedad, salvo que Jin salió con el príncipe y luego salieron noticias sobre ello. Se especulaba que Kim Jin Kyong, hija del empresario Kim Jung Hee, sería la futura reina de Corea. 




Me reí al recordar las palabras de Sun Hee sobre nacionalizarse canadiense si Jin se convertía en reina. Me puse a pensar en el príncipe, aún me sentía agradecida con él, era sábado en la noche y no había nadie que me pudiera ayudar, de por sí era un milagro que él me haya ayudado.

El lunes por fin llegó y como siempre le mandé un mensaje a Sun diciéndole que iba a ir. Me senté en mi mesa habitual, el lado más escondido de la biblioteca y abrí mi primer libro. Me sentía por primera vez aliviada, me sentía libre aunque aún estaba estresada por terminar todos los demás trabajos y ponerme al día.



- ¡Ratona!
Dijo una voz y yo pegué un salto.
- Hola… - saludé, llevándome una mano al pecho – El infarto era innecesario
Le dije al príncipe de pacotilla, él solo sonreía.




- Lo siento… - se disculpó él – Ten…
Me entregó varias hojas y se fue. Las observé, eran resúmenes de libros. Me quedé impresionada, estaba todo ahí. Me levanté de mi asiento, tomé mis cosas y salí corriendo de la biblioteca. Miré por todos lados y no lo encontré. Estaba furiosa, muy furiosa con el príncipe de pacotilla. Por fin lo vi y corrí hacia él.
- Tú ven conmigo – le pedí, arrastrándolo del brazo lejos de los demás. Le mostré las hojas y él las miró sin entender - ¿Qué es esto?
- ¿Mi parte del trabajo?
- ¿Cómo lo hiciste?
Le pregunté.
- ¿En la computadora? – me contestó – Revísalo si quieres, todos esos libros ya los he leído y hacer resúmenes me resulta fácil y…
No quise escuchar más, si me quedaba iba a golpearlo y sus guardias me atacarían. Me di media vuelta y me fui, dejándolo a él parado con las palabras en la boca. Él me tomó del brazo y me jaló, yo volteé a verlo con enojo.
- ¡Suéltame!
Le ordené, zafándome de su agarre.
- ¿Qué está mal? – me preguntó – Hice el maldito trabajo y aún así estás enojada, eres una exagerada
- No estoy exagerando
Me defendí, sintiendo deseos de pegarle. Como muchas otras veces, las personas se amontonaron a ver por qué discutíamos ahora. En toda la mitad del semestre siempre discutíamos, siempre hacía algo que me enojaba, todo el tiempo estaba enojada con él.
- Claro que sí – soltó él - ¿Ahora qué hice de malo? ¿No puse una coma? – preguntó molesto – ¡¿Por qué estás enojada mierda?!
- ¡Porque eres un egoísta! – grité y él me miró sin entender - ¿Sabes las cosas que he tenido que hacer para poder tener la mitad del proyecto a tiempo? – le pregunté y él se quedó estático, al parecer sí lo sabía - ¡Estoy a punto de reprobar una materia! ¡No duermo ni como! Y por si fuera poco ¡Mi relación con mi novio se está yendo al caño porque no tenía tiempo de verlo! – grité, él no tenía expresión alguna, parecía en otro mundo - ¡Tuve que esperar a desmayarme para que quisieras hacer tu parte! – grité aún más alto. Pude ver que todas las personas presentes miraban con sorpresa al príncipe – ¡Eres un maldito egoísta! – le empujé, él se veía extraño, como… arrepentido - ¡Solo te importa tu persona! ¡¿Qué clase de rey serás si no te importa ni un carajo nadie además de ti?! ¡Eres un bueno para nada y te odio! ¡Ojala el rey abdique a favor de la princesa Jae Hwa, porque no quiero vivir en un país que esté bajo tu cargo!



Él no dijo nada, me miró y luego se fue. Todos lo miraron y luego me miraron ¿Qué había sido eso? ¿De nuevo me había pasado? Sun Hee apareció junto a mí y me entregó un pañuelo desechable, no me había dado cuenta de que estaba llorando. Entramos en clases, él no fue. En todo el día no lo volví a ver, me sentí preocupada por ello pero luego se me pasó al recordar la razón por la cual estaba enojada. En la noche volví a casa y cené con mi prima.
- Y todo es fabuloso, me siento muy bien con mis compañeros – decía ella mientras comía su ensalada – Y mi pareja de baile es muy atractiva
- ¿Más que el príncipe?
Pregunté divertida y Jin se sonrojó.
- No, obvio no – Jin sonrió – Lo raro es que no me ha llamado en todo el día y yo he estado demasiado ocupada como para llamarlo
- Él es el hombre, él debe de llamarte
Dije, cruzándome de brazos, a veces tenía un pensamiento tan sexista.
- Con él es diferente – me explicó – No le gusta estar solo, así que si no lo llamo, él me llama, porque no le gusta estar solo
Miré a mi prima y me di cuenta de que ella conocía a fondo al príncipe. Para mí él solo era un niño berrinchudo y tonto, pero para ella era totalmente diferente. Tal vez sí debía de conocerlo mejor, pero al mismo tiempo pensaba que iba a ser una pérdida de tiempo. Terminamos de cenar y fuimos a su habitación a ver el canal de farándula, ella amaba ese canal.
- Hoy se te ve menos muerta – dijo Jin - ¿Pasó algo?
- Sí – contesté sonriente – Por fin mi compañero idiota quiso hacer el trabajo y ahora podré respirar
- ¿Tu compañero no era el príncipe?
Preguntó Jin.
- Sí, por eso dije “Mi compañero idiota”
- Ay… Min
Rió mi prima y yo igual.
- Otro escándalo para el príncipe heredero al ser visto destruyendo los autos de un estacionamiento
Mi prima y yo nos miramos y luego vimos el televisor. Jin alzó el volumen y nos sentamos a ver la noticia sobre el príncipe. En la televisión apareció el príncipe siendo seguido por un centenar de reporteros, él lucía enojado, y tenía los nudillos ensangrentados.
- ¿Por qué lo hiciste?
Le preguntaba un reportero.
- ¿No temes que tu puesto en la corona?
El príncipe entró en su auto y cerró la ventana. Se veía cómo sacaba su celular y entonces el teléfono de Jin sonó. Ella contestó al instante.
- Te estoy viendo en la tele – contestó ella – Sí, cálmate – le pidió – Ya sabes, no debes de hacer caso a lo que dicen los reporteros… Tienes que volver a la universidad – Jin tenía cara de preocupación – Si los ves ahí, solo ignóralos… De acuerdo, cuídate
- ¿Él está bien?
Pregunté.
- Alterado – contestó ella – Algo le debe de haber sucedido en la universidad
Miré el televisor ¿Habré sido yo? Y si así fuera ¿Tenía que disculparme? Sun me había dicho que no me disculpara cuando de reprenderlo se tratase, pero me sentía culpable por ello. Apagué el televisor y fui a mi habitación. Me recosté en mi cama y miré el techo, solo podía pensar en Alexander y en lo mal que lo había tratado. Él era un pésimo príncipe, pero ni hasta la persona más infame merecía ser trataba de esa forma.
La mañana siguiente conduje a la universidad y me topé con Sun en la cafetería, tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. Caminé hacia ella y la saludé, ella no se veía feliz con mi presencia. Me senté a su lado y le di un sorbo a mi café.
- ¿Algo está mal?
Le pregunté.
- Sí – contestó ella – Es Donghae – la miré – No quiere salir de su habitación, en verdad se toma muy apecho lo que le dices
- Tal vez porque soy la única “plebeya” que se lo dice
Rose asintió a mis palabras.
- Él sabe que algunos americanos lo creen un chiste, pero jamás hubo uno que se lo dijera en su cara
- Creo que fui muy ruda con él
- Lo mismo pienso
Sentí un estremecimiento al oír eso.
- Tú fuiste la que me dijo que no debía de disculparme por decirle las cosas como son
Le recordé.
- Sí, pero esa vez fue la primera, jamás pensé que cada que te lo cruzara le recordarías lo decepcionante que es – las palabras de Sun eran como piedras para mí, no me agradaban – Es como si lo vieras y le dijeras “Hola, me decepcionas”
No pude evitar reír con ello.
- Tienes razón, me equivoqué, pero es que…
- No te olvides del estatus que él y yo tenemos
Me interrumpió ella.
- Lo siento… su alteza
Asentí con la cabeza.
- Déjalo así, conmigo no es el problema – miré a Sun, tenía la expresión más relajada – Habla con él, convéncelo de salir de su habitación
Asentí con la cabeza y caminamos hacia nuestra primera clase. Me sentía mal por el príncipe de pacotilla, no había sido mi intención hacerle daño, solo estaba molesta. A veces cuando me enojo demasiado no controlo lo que digo, y tenía que admitir que en todas nuestras discusiones, siempre le terminaba restregando algo que no tenía nada que ver con el tema de la discusión. Tan pronto como terminó la clase caminé sola hacia la residencial estudiantil, esta vez los guardias ya no impidieron el paso, solo me informaron que el príncipe estaba indispuesto.
- Igual quiero verlo
Les pedí y estos asintieron. Toqué la puerta y no obtuve respuesta alguna. Golpeé más fuerte aún, escuché un gruñido y me entraron deseos de huir. Escuché pasos arrastrarse y entonces la puerta se abrió.
- ¿Qué haces aquí, Ratona?
Preguntó el príncipe. Tenía los ojos rojos al igual que las mejillas, se balaceaba de adelante hacia atrás y tenía una sonrisa boba en el rostro, estaba ebrio. Entré en su habitación y él cerró la puerta, caminando tambaleante a su cama, se sacó la camiseta y se recostó.



- Quería ver cómo estabas
Contesté, sentándome en un sofá puff.
- Bueno, ya me viste, estoy… - el príncipe hipó y soltó una carcajada – Estoy bien…
- No, no es cierto
Le dije, mirándolo fijamente, el tatuaje que tenía en el hombro se veía aún más negro.
- ¿Y qué más te da? – me preguntó, mirándome aún con su sonrisa boba – Ya puedes largarte
- No me largues – le pedí, intentando mantener mi humor de calma – Vine porque…
- ¿Por qué? – me preguntó, sentándose en el sofá - ¿Por qué te preocupas por mí?
Él rió y yo me levanté. Él me miró con seriedad y luego rió de forma burlona. Enojada, y antes de que comience a gritarle de nuevo, caminé hacia la puerta.
- Vine porque me sentí mal por lo que te dije ayer – volteé a verlo, él se veía sorprendido – Prometiste hacer tu parte, yo prometo no volver a decirte algo hiriente
- Pero me lo merecía…
Donghae bajó la mirada, sentí un nudo en el corazón.
- Yo ya te dije – él me miró – Nadie merece ser tratado de esa forma todo el tiempo
- Tú me tratas así todo el tiempo
- Y lo lamento – me acerqué de nuevo a él – A veces me enfado mucho, como tú que rompes cosas, yo hiero
- Eso está muy mal – él me miró fijamente – Nunca debes de herir a las personas por placer
- Es… es la primera vez que te oigo decir algo inteligente
Reí y él también.
- Te dije que no soy tan estúpido como crees – el príncipe volvió a recostarse en su cama y miró el techo – Deberías cambiar tu forma de ser
- Mira quien lo dice
Me burlé y él me miró con el entrecejo fruncido.
- Yo tengo una excusa, tú ninguna
- Cuando te arrebatan lo que más quieres… no le puedes encontrar lo bonito a la vida
- Te sorprendería la similitud con mi caso – dijo él – Al parecer no somos tan diferentes, ambos estamos amargados
Yo lo miré anonadada. No estaba amargada, es decir, sí, le renegaba a la vida por dejarme huérfana y hacerme vivir en un lugar que no me agrada lleno de reglas y lujos, pero mi actitud hiriente siempre la tuve. Cuando me enojaba con mis amigas les restregaba sus bajos rendimientos en la escuela o a Kangin le restregaba sus vicios. Tal vez si estaba amargada, porque mis amigas se aprovechaban de mí y mi novio no era perfecto, siempre renegaba por ello, ahora renegaba por mis padres y renegaba por esta nueva vida, incluso renegaba de estar en la universidad de mis sueños, nunca iba a ser feliz porque todo lo renegaba. Pensé en Kangin, él sí me hacía feliz, lo conocía de toda la vida y llevábamos juntos un muy buen tiempo, dos años. Pero siempre iba a haber algo que me disgustara de él, nunca le iba a encontrar la perfección y eso me enojaba. Él podía ser muy lindo a veces, pero otras veces, sentía que le importaba muy poco mi persona, era como si solo se acordara de mí un día a la semana mientras que yo pensaba en él las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
- Ambos deberíamos cambiar nuestra forma de ser
Terminé diciendo.
- No sé cómo, he sido así toda mi vida
- Yo siempre me he sentido disconforme con todo y nunca me quejo, incluso me engaño a mí misma pensando que todo es perfecto
Tuve que admitir. Él solo me miró y esbozó una sonrisa. Dejó escapar un suspiro y buscó debajo de su cama un six-pack de cervezas.
- Ten – me ofreció una lata y yo la tomé – Eres muy joven para sentirte disconforme con tu vida
- Me gusta mi vida, pero a veces siento que todo lo que tengo es porque me forzaron a tenerlo o simplemente no me gusta algo en mi vida
- ¿Cómo qué?
Me preguntó, tomando un sorbo de su cerveza, yo lo imité.
- Mis amigas, mis padres, incluso mi novio – le contesté, sin saber exactamente por qué hablaba de mi vida con él – Yo no escogí a mis amigas, ellas me escogieron a mí porque querían que les hiciera las tareas o le pasara las respuestas de los exámenes, ni siquiera me agradan realmente todas son una…
- ¿Perras?
- Sí – contesté, tomando otro sorbo más – Son tan… idiotas y huecas… y yo jamás me quejo
- ¿Y tus padres?
- Yo amo a mis padres – terminé de beber mi cerveza y tomé otra lata – Pero a veces me frustraba que las malas decisiones de mi padre nos perjudicara, además mi mamá era una inútil, ella era la hija y yo la madre. Y mi papá no tenía dinero para nada, nunca podíamos estar a tiempo en las cuentas, nunca podía tener ropa cuando la necesitaba, a veces tenía que prestarle de lo que ganaba como mesera
- ¿Eres pobre?
Me preguntó él, alzando una ceja y bebiendo otro sorbo de su cerveza.
- Sí, se podría decir
- ¿Cómo es que pagas la Royal? – preguntó – Si me dices que eres becada me voy a odiar más
- Me la pagan mis tíos
Contesté y él bebió un sorbo largo, de nuevo lo imité.
- Entonces te disgustaba aquello – yo asentí a sus palabras, sus ojos de nuevo se habían puesto rojos y de nuevo esbozó esa tonta sonrisa - ¿Y tu novio?
- Eso tampoco lo elegí yo – contesté – Mis amigas me lo presentaron y a él le gustaba por… - señalé mi cuerpo – Y no por mi forma de ser. Mis amigas me decían que yo le gustaba y que me vería linda a su lado – empecé a recordar – Y a tanta insistencia le acepté una cita y me di mi primer beso y luego ya éramos novios. Pero a veces es muy irritante, incluso más que tú – el príncipe rió y yo no pude evitar hacer lo mismo, abriendo otra lata – A él le molesta mucho que estudie tanto, que no tenga tiempo para ir a una fiesta o para verlo. Si me hubiera visto primero por mi forma de ser en lugar de mi aspecto, no pasaría eso. Pero ahora siento que no puedo vivir sin él, hemos estado todo un año lejos el uno del otro
- No creo que lo ames realmente
- Sí lo amo – fruncí el entrecejo al oírlo – Y sé que me ama, solo que a veces es muy… frío
- Pues entonces no te ama como debes y mereces
Miré al príncipe, este abrió su tercera lata y la chocó con la mía.
- ¿Tú sabes mucho al respecto?
- Si tuviera una novia, no dejaría que ningún pendejo se le acerque – reí al oír eso – Le recordaría todo el tiempo lo enamorado que estoy de ella y la haría sentir como una princesa
- No deberías hacer lo último, puede que se la crea – le dije y él me miró – A nuestra edad las relaciones van y vienen, no a todas les vas a prometer que serán princesas, recuerda que eres el príncipe y esa frase tiene otro sentido
- Es una mierda ser príncipe – Donghae terminó de beber su lata y yo también, luego sacó otro six-pack. Me agaché para ver cuántos tenía, me quedé sorprendida, fácilmente podía abrir un bar de cervezas en su habitación – Jamás he tenido una novia porque pienso que ninguna me va a querer por quien soy, solo por ser el príncipe heredero – él abrió una lata y me la entregó, luego se abrió una él, yo ya me sentía algo mareada – Y eso es una mierda, nunca sabes quién es honesto
- Oh, pues conmigo no te debes de preocupar, precisamente es por ser príncipe que no me agradas
- Entonces tú deberías ser mi novia
Lo miré fijamente, él tenía los ojos cerrados y bebía su cerveza.
- Creo que ya fue mucho alcohol para ti
Le dije, quitándole la lata.
- Es mía, no tuya
Se quejó él, intentando recuperar su lata.
- Sí, pero ya estás muy ebrio
- No es cierto – soltó un hipido – Bueno, tal vez…
- Bueno… te traeré café bien cargado
Le dije, caminando tambaleante hacia la puerta.
- ¡Ratona! – me di la vuelta – Gracias por venir…
Le sonreí y salí de su habitación. Los guardias me miraron, uno hasta tenía una sonrisa en el rostro, eso me hizo sonrojar. Caminé hacia la cafetería, vi mi reloj, aún quedaba mucho tiempo para la siguiente clase. Compré cuatro cafés, él iba a necesitar mucha cafeína para la borrachera. Volví a la habitación y él me abrió la puerta, recibiéndome con un fuerte abrazo.
- ¡Ratona, volviste!



Dijo él, soltando una risita. Su aliento apestaba a cerveza, y lo aparté. Él se tambaleó a un lado y yo miré el suelo, había bebido más. Lo miré severamente, él solo reía y me extendía los brazos para que lo abrazara de nuevo. Yo solo le entregué un vaso de café.
- Bébelo
Le ordené y él solo tomó el vaso.
- ¿Qué es?
- Café – contesté mientras él bebía un sorbo – ¿Por qué seguiste bebiendo?
- Porque sí – contestó él sonriente – Porque la vida es una mierda – agregó – Porque nadie entiende, nadie quiere entender cómo me siento – se sentó en su cama y se cubrió el rostro con sus manos – A nadie le importo realmente, solo les importa la buena imagen de príncipe que debería de tener
Jamás había visto a un chico llorar excepto en las películas, pero nunca había tenido a uno en frente, y menos a uno que se viera tan destrozado como él. Sentí lastima por él y una urgencia de abrazarlo y consolarlo se apoderó de mí. Él lloraba desconsoladamente y yo no sabía qué hacer. Miré mi reloj, faltaba poco para que la clase comience, y yo seguía en la habitación de Donghae. No me podía ir, no dejándolo así, tenía que hacer algo, pero no se me ocurría qué. Él seguía llorando y yo dejé el reloj de lado, avancé hacia Donghae e hice lo primero que se me ocurrió, abrazarlo. Me senté a su lado aún abrazada a él, comencé a acariciarle la espalda de arriba abajo, esperando a que se calamara. Donghae rodeó mi cuerpo con sus brazos y yo lo abracé aún más fuerte.
- Calma…
Le pedí. Entonces él se separó un poco de mí. Sus ojos estaban rojos al igual que su nariz, tenía rastros de lágrimas en las mejillas, se veía miserable. Jamás pensé que la vida de un príncipe pudiera ser triste, pensé que era linda y llena de glamour, pero él sufría, era una vida solitaria y él solo quería a alguien que se preocupase por él; Jin me lo había dicho, yo no lo comprendía, él era un incomprendido. Miré a sus ojos, estos me miraban fijamente, se veían tristes, desolado. Por un segundo creí poder ver su alma, era como un niño triste, y técnicamente era un niño, se comportaba como uno. Él era irritante, me irritaba todo el tiempo, pero en ese momento lo único que quería era tranquilizarlo, hacerlo sentir feliz, no miserable, porque me recordaba lo miserable que me sentía yo y lo mal que lo trataba. Volví a ver sus ojos, había algo extraño en ellos, algo que hacia que mi corazón se acelerase. No me di cuenta cuando el espacio entre nosotros dos desapareció, solo fui consciente cuando ya lo estaba besando.



No hay comentarios:

Publicar un comentario