Capítulo 12
Nos separamos y él me abrazó fuertemente. Yo lo aparté
lentamente y él me miró confundido. Yo lo miré y sentí que el corazón se me
estrujaba. Lo quería, por muy loco que sonase, en tan corto tiempo, lo había
logrado querer, pero era imposible. Había mil y un factores que impedían que yo
pudiera tener algo con él. Sabía que enamorarme de él iba a ser doloroso, lo
sabía, pero las cosas inevitables siempre terminan sucediendo, era como la
gravedad, todo caía por su propio peso.
- ¿Qué sucede?
Me preguntó.
- Hay que volver a la realidad
Le pedí y él me miró de forma rara, totalmente confundido.
- ¿A que te refieres?
Preguntó.
- Esto – nos señalé – No puede ser
- ¿Por qué no? – me preguntó – Yo
siento algo por ti – aquella revelación me dejó helada – Y tú sientes algo por
mí – se me acercó y tomó mis manos, yo me aparté, y él me volvió a acerca a él
- ¿Qué es lo que está mal?
- Para empezar… - lo
miré, separándome de él y caminando hacia el otro extremo de la habitación –
Tengo novio – le recordé y él me miró con enojo – Segundo… - pensé en Jin y mi
estómago se revolvió – Eso no te lo puedo decir… - miré al suelo – Y tercero… -
mis ojos se llenaron de lágrimas – Tú eres Catherine y yo Heathcliff
- ¿Qué?
- Tú y yo no somos de la misma
clase, tú eres el príncipe y yo… soy solo Anita la huerfanita – solté las
lagrimas contenidas – No importa si siento algo por ti o tú por mí, sería
imposible
- No tiene por qué serlo
- Pero lo es
Lloriqueé.
- No es cierto – él volvió a
tomarme por los hombros – Mi madre fue plebeya y…
- ¿Cómo verán que el príncipe
esté con un huérfana que vive de arrimada en la casa de sus tíos?
- ¿Eres huérfana?
– Y está Kangin, es lo único que
tengo de casa…
- Entiendo… - dijo él – Lo amas,
me lo has dicho…
- No solo es por él…
Intenté decir, pero luego me quedé callada.
- Pero es tu mayor motivo, no soy
idiota
- Hae…
- Déjalo así… - me dijo,
sentándose en su cama – Ya vete
- Hae…
- ¡He dicho que te vayas! – me
gritó y yo salté hacia atrás - ¡Lárgate!
Me limpié las lágrimas y salí de su habitación. Cerré la
puerta y ahí me quedé, luego escuché sus gritos y como golpeaba cosas. Quise
volver a entrar, pero me contuve. Salí de la residencial con las lágrimas aún
cayendo por mi rostro, ni me importaba que las personas me vieran. Seguí caminando
hacia mi auto cuando me encontré a Sun.
- ¿Qué pasó?
Preguntó, yo la miré y luego miré el suelo.
- Nada
Contesté, aunque era una pésima mentira, era obvio que si me
pasaba algo.
- ¿Donghae te volvió a tratar mal?
Me preguntó y yo negué con la cabeza.
- Le acabo de romper el corazón a
alguien – contesté y ella me miró con confusión – Y creo que el mío también se
rompió
Ella me miró con sorpresa, luego miró hacia la residencial y
nuevamente hacia mí. No dijo nada, yo se lo agradecí y caminé hacia mi auto. A
partir de ese punto qué debía hacer ¿Volver a casa? Ahora sí no podría ver a mi
prima al rostro.
Sun volvió, pero solo para quedarse una semana, hasta la
mañana antes de Navidad; ella quería buscar un departamento donde vivir con
Yang Mi, pues odiaba las duchas comunitarias, además me volvieron a ofrecer
quedarme con ellas. La prensa nos había seguido a todos lados, emocionados con
la noticia de que ella sería la primera persona en la historia de la familia
real que decidía, a tan temprana edad, independizarse. A raíz de salir en las
noticia con mis dos nuevas mejores amigas, mis viejas amigas me dejaron de
hablar, decían que ya no estaban a la altura de mi persona y que me había
vuelto una presumida, lejos de molestarme o entristecerme, me alegró haberme
separado de esa mala hierba. Luego estaba Kangin, con el príncipe lejos, mi
relación con él había mejorado bastante, sin embargo, con sus besos no me hacía
sentir lo que Hae me había hecho sentir. Jin había ido al Gyeongbokgung a pasar
Navidad con Hae; me sentí extraña al enterarme, en años anteriores solo la
hubiera escuchado presumir sobre su amistad con él, pero ahora era diferente.
La mañana del veinticuatro de diciembre llegó, Sun se iba
ese día. Habíamos tenido una muy divertida pijamada, las tres viendo películas
de terror y comiendo frituras, habían sido muy divertido, pero ahora
acompañábamos a Sun Hee, en una caravana, hacia el aeropuerto. Los flashes de
las cámaras impactaban contra nosotras, por lo menos nos dejaron despedirnos
con un fuerte abrazo.
- Ábrelo en Navidad
Me pidió ella, entregándome un paquete rectangular, estaba
envuelto en un papel dorado muy bonito con un listón rojo. Lo guardé en mi
mochila y, junto con Yang, nos abrazamos de nuevo. Regresé a mi casa y me
encerré en mi habitación, mi tía salió y yo me quedé sola de nuevo.
En Mokpo, a esa hora en mi mamá estaría intentando decorar
las galletas que preparaba con forma de muñecos de nieve, y también estaría
cocinando todo el banquete navideño. Con mis tíos, mi tío seguía en el trabajo
y mi tía había dejado todo hecho el día anterior, no había magia de Navidad en
la casa, solo una fría y enorme casa con adornos fríos de plástico.
Guardé el paquete en mi cajón y lo cerré con llave. Había
sido un gran golpe para mi tía, saber que su sobrina era mejor amiga de la
princesa Im Sun Hee y que ella quería que viviéramos juntas. Mi tía dio un discurso
de veinte minutos sobre cómo debía de negarme a las futuras, si es que habían,
recalcó, invitaciones al Gyeongbokgung, pues no podía nuestra familia abusar de
la hospitalidad, pues ya era suficiente con hospedar a Jin Kyong en un hotel
cinco estrellas y pagarle todos los gastos; en otras palabras significaba, que
si me invitaban algún día, no me iba a dar permiso de ir pues era algo
exclusivo para Grace.
Caminé hacia mi estante y pasé mi mano por los lomos de los
libros. Tomé mi nuevo libro: “Cien años
de Soledad” Ese había sido el paquete que me había regalado Donghae, cuando
me contó lo mucho que le había gustado “Crepúsculo”.
Me senté en mi cama y lo continué leyendo. La verdad es que él había tenido
razón, necesitaba analizarlo menos y disfrutar más de la trama. Era una novela
muy buena, hablaba de familia, sobre el esfuerzo de la gente, locura y demás,
era muy completa, la amaba. Con pesar llegué a la última página y terminé de
leerlo. Miré el punto final y sentí nostalgia, pues yo le había puesto punto
final a algo también y eso me dolía.
Aún no podía creerlo, el príncipe Donghae, el príncipe
heredero, él sentía algo por mí. Y por si fuera poco, a pesar de que las cosas
con Kangin estaban bien, yo seguía pensando en Hae. Pero no podía ser, yo no
era Seo Jung, yo no era una adinerada estudiante proveniente de un pueblito,
hija de un empresario, que tuvo la suerte de interponerse entre una bola de
baseball y el otro jugador; yo era la huérfana, que vivía de arrimada, sin ni
un centavo, que tuvo la suerte de conocerlo. Mi tía había declarado que yo solo
usaría las tarjetas de crédito con su permiso (Jin gastaba indiscriminadamente)
Esto lo hacía porque erré en decir que necesitaría cosas nuevas al tener amigos
nobles. Mi tío me dejaba dinero suficiente en efectivo, lo suficiente como para
llenar el tanque de gasolina todos los días y comer, lo demás tenía que
comprarlo ahorrando o pidiendo más, pero solo a él, pues mi tía me ponía mil y
un trabas ¿Qué le estaba sucediendo a la adorable tía que solía tener? Pero
ella era un recordatorio de que yo no era de esa clase. Luego teníamos a Jin,
ella siempre estaba detrás de él ¿Cómo es que no se daba cuenta de que él no
sentía nada por ella? Pero ella era otra de las personas que no me permitían
estar con él, no podía quitarle a la persona que ella amaba. Aunque dejara a
Kangin, había muchos factores que no me permitirían estar con Donghae.
Cambié la página y vi que había una nota. Me sorprendió
mucho hallar aquello, había tenido el libro por un mes y no me había dado
cuenta de la existencia de aquel mensaje. Pasé mi mano por las palabras y me
imaginé a él escribiéndolas, no me había dado cuenta de que lo extrañaba. Pero
no podía dejar a Kangin, ya no era lo mismo pero aún sentía algo por él, lo
sentía. Además que era el único que me quedaba de casa, lo único que me hacia
recordar Mokpo, lo único que me recordaba el pasado, un momento feliz de mi
vida. Volví a ver la nota, no era nada romántico ni mucho menos, pero era
bonita:
Querida Min Jee:
Espero que este libro te haya gustado tanto como a mí. Es
mágico, incluso más que Harry Potter.
Este libro significó mucho para mí, fue el último regalo que
me dio mi padre en persona, antes de que mi mamá muriera. Mamá tenía ese mismo
libro, solo que en inglés, y a pesar de que sí entiendo lo que leía, mi padre
quiso comprarlo. El mismo Gabriel García Márquez lo firmó (De seguro no te
diste cuenta, está al inicio) mi mamá lo contactó solo para firmarme mi libro.
Es un libro especial porque es mío, de mi padre, de mi madre y ahora tuyo.
Te debo mucho Ratona. Me hiciste recordar lo que era
importante, y me hiciste ver mis errores. Intentaré ser mejor, te lo prometo.
Con mucho afecto:
Su Alteza Real, el príncipe Lee Donghae (En otras palabras yo,
Hae)
Suspiré y volví a guardar el libro. Ya eran las seis, fui a
la cocina y tomé una de las galletas, no parecía Navidad ya que no había nadie
en casa. El árbol tenía muchos regalos, algunos eran para mí, eso me
sorprendió. Uno debía de ser un perro, Jin había estado llorando por uno desde
hace tiempo. Tomé otra galleta y volví a mi habitación, no era la Navidad más
feliz del mundo, y eso empezaba a afectarme. Cogí mi teléfono y marqué el
número de mi novio, al segundo timbre contestó.
- Hola princesa
- Hola – saludé yo - ¿Cómo estás
pasándola?
- Bien, a punto de salir con unos
amigos – me contestó él y yo me mordí el labio - ¿Quieres venir?
- Me encantaría amor, pero no creo
que me den permiso
Sentí frustración por dentro, extrañaba vivir con mis
padres, extrañaba la Navidad con mis padres, extrañaba a mis padres.
- Bueno… ya fue pues – contestó
él y yo fruncí el ceño – Mañana te busco para darte tu regalo de Navidad –
sonreí al oír eso – Espero que te guste
- Si es con amor, entonces me
gustará
- Eso espero, me esforcé mucho,
princesa
- Que lindo eres – dije sonriente
– Te quiero
- Te amo mi amor
Me quedé helada al oír eso.
- Ya… ya llegó mi tía – mentí –
Voy a ayudarla con el lechón
No quería estar ahí, quería estar en casa, con mis padres,
mis viejas amigas, mi novio, quería mi vida de antes. Volví a tomar mi teléfono
y marqué otro número, uno que quería marcar desde que el semestre acabó.
- ¿Ratona?
Me contestó él.
- Hola Hae
Saludé.
- ¿Estás bien? – preguntó –
Suenas… rara
- Sí, es que… - recordé entonces
que Jin debía de estar ahí - ¿Estás ocupado?
- No, para nada – contestó él y
escuché como cerraba una puerta – Ahora sí… ¿Cómo estás?
- Mal
Contesté.
- ¿Por qué?
- Es… es difícil… no entenderías
- ¿Me llamaste para decirme algo o
para no decirme nada?
Me preguntó y yo sentí deseos de colgarle ¿Por qué no podía
ser lindo todo el tiempo?
- Es que… es Navidad
- ¿Estás sola?
- Sí
Contesté con tristeza, tenía ganas de llorar.
- Lo imaginé – me dijo él y por
algún motivo sonreí – Me gustaría estar ahí contigo
- Me gustaría que estuvieras aquí
Admití.
- Espero que mi regalo te alegre
el día
Dijo de pronto.
- ¿Qué regalo?
- Sun te lo debe de
haber dado
Miré mi cajón, entonces era de Donghae.
- Gracias – dije sonriente – Aún
no sé que es, pero gracias
- De nada
- Hae...
- ¿Si?
- Gracias por alegrar mi Navidad
- Aún no es Navidad – me recordó –
Dentro de unas horas tendré que superarme
- Gracias
- No te sientas sola Ratona – me
pidió – Recuerda que aquí estoy
- Gracias
Volví a repetir.
- Tengo que colgar… - me dijo él y
yo sentí un nudo en la garganta – Cuídate
- Tú igual
Dije y él colgó. Más lágrimas cayeron de mis ojos, no me
gustaba estar sola. A las nueve llegaron mis tíos con algunos invitados. Me
sentía extraña al estar rodeada de personas en trajes y vestido, si hubiera
sabido que iban a ver invitados me hubiera dado si quiera una ducha.
- Esa es la sobrina de Jung Hee,
es una chiquilla sin clase
Dijo una señora, mirándome de forma despectiva.
- Estoy aquí presente
Le dije a la señora, esta solo me miró como si yo fuera una
rata y sorbió de su copa de champan
- Min Jee…
Mi tía me miró con el entrecejo fruncido, yo me levanté del
sofá donde me encontraba, y caminé hacia las escaleras.
- No sé cómo puedes albergar a una
niña como esa en tu casa, Mi Hi
Apreté los puños y caminé dando zancadas hacia mi
habitación. Cerré con llave y me recosté en mi cama ¿Para eso murieron mis
padres? ¿Para que sea infeliz? Mi fe en Dios es grande pero en momentos como
estos, es que flaquean. Empecé a derramar las lágrimas, sosteniendo una foto de
mi familia ¿Por qué no podía ser feliz? Era la peor Navidad en mi vida.
El reloj marcó la medianoche y escuché el bullicio de los
invitados dándose bendiciones por Navidad. Busqué la llave de mi cajón y lo
abrí. Saqué la caja dorada y con mucho cuidado lo desenvolví. Era una caja de “Tiffany & Co” la abrí. Era un
collar, un precioso collar en forma de corazón. El dije en forma de corazón
tenía pequeños diamantes incrustados, parecía una estrella en forma de corazón.
La parte de atrás no tenía diamantes, lo miré y había algo escrito en él:
Lancé los papeles al cesto de la basura, entonces noté que
había algo pegado al reverso del papel dorado. Me agazapé al suelo y lo tomé.
Era una nota, otra más de Alexander, pero esta solo tenía una frase escrita:
Te quiero
Tomé el papel entre mis manos con suma delicadeza, tenía
miedo de que se rompiera o algo parecido. Lo doblé con cuidado y lo guardé en
mi cajón. Volví a tomar el collar entre mis manos y sonreí, de verdad me había
alegrado el día. Como si me estuviera leyendo la cabeza, mi teléfono empezó a
sonar, era él.
- Feliz Navidad Ratona
Me deseó él, yo no podía evitar sonreír como tonta con el
teléfono pegado a la oreja.
- Feliz Navidad Hae
- ¿Abriste mi regalo?
Me preguntó.
- Sí, gracias, es hermosos –
contesté sonriente, esperaba que pudiera sentir mi felicidad en mi voz – Me ha
gustado mucho
- Me alegro – me dijo él –
Ratona…
- Te quiero…
Solté, sintiendo un nudo en la garganta.
- Yo también te quiero Ratona…
- En verdad te quiero Donghae…
- Yo igual Ratona – me dijo él, y
nuevamente escuché como una puerta se cerraba – Te quiero – sentí que las
lágrimas volvían a deslizarse por mis mejillas – Pero tienes razón…
- ¿Qué?
No entendía a qué se refería.
- Min Jee… estoy enamorado de ti…
- tuve que taparme la boca para reprimir un gritito – Pero tienes razón al
decir que lo nuestro nunca podrá ser, no importa cuán enamorado este yo de ti
- ¿Y si yo también lo estoy?
Pregunté, sintiendo las saladas lágrimas en mi boca.
- ¿También estás enamorada de mí?
- Pues sí – contesté – Estoy
enamorada de su gran alteza real, príncipe de pacotilla, eres un descerebrado,
irresponsable, y eres un dolor de cabeza – tuve que respirar hondo por que las
lágrimas no me dejaban hablar – Pero sí, estoy enamorada de ti, y…
- Para… – me pidió – Es mejor que
dejemos todo así
- ¿Entonces por qué me dijiste que
me querías? – le pregunté, sintiendo enojo por dentro - ¿Por qué el collar?
¿Por qué todo esto? ¡¿Por qué me bésate?! – grité – Si sabias que no iba a
poder ser… ¿Por qué permitiste que me enamorara de ti? – le pregunté,
derramando más lágrimas – Eres cruel
- No lo sabía – me aseguró, sonaba
honesto – Pensé que podría ser… pero me he dado cuenta de que no
- Eres un…
- Pero recuerda que te quiero… de
eso no dudes Ratona
- ¡No me digas así!
Grité, dándole una patada a mi cama, esta se movió unos
centímetros.
- Min… en verdad te quiero, lo
siento…
- Yo te odio
Dije y entonces escuché silencio.
- Min Jee…
Ya no quise escuchar más. Colgué el teléfono y luego lo
apagué. Guardé el collar junto con la nota y cerré todo con llave. Aún con la
ropa puesta me metí bajo las sábanas y abracé mi almohada.
- Feliz Navidad mamá
– lloré, apretando la almohada contra mi boca para no llora – Feliz Navidad
papá…
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