Capítulo 11
No sabía que pensar ¿Qué acaba de decir? Apreté mis libros y
miré mis zapatillas sucias. No podía verlo, me sentía nerviosa.
Los anteojos se
me deslizaron hacia la punta de la nariz y luego me las acomodé, él me seguía
mirando.
- Vamos a la biblioteca
Le pedí, avanzando. Él me siguió y pronto llegamos a la
biblioteca. Nos sentamos en nuestra habitual mesa y abrimos los libros.
- No logro comprender esto… - me
dijo él – Si es su hijo… ¿Qué no nota el parecido?
- Es la ilusión del libro – le
contesté – Si Yocasta se hubiera dado cuenta del parecido que tenía Edipo con
ella o con su esposo… pues no habría historia que contar
- Me parece estúpido e ilógico –
contestó él – Lo mismo con la Odisea, si sabe que ofender a Poseidón traerá
consecuencias… ¿Por qué lo sigue haciendo?
- Tú realmente no sabes apreciar
la literatura griega
Dije y él sonrió.
- Sí me gusta – se defendió él –
Pero las encuentro un tanto ilógicas
- Las novelas no siempre tendrán
son lógicas
- Claro que sí – dijo él y yo lo
miré – Ponte como ejemplo “Orgullo y
prejuicio” como Darcy, a pesar de su prejuicio, se enamora de Lizzy, que a
pesar de su orgullo termina aceptándolo – miré a Donghae, era la primera vez
que lo oía hablar así – Son cosas que pueden pasar, solo que nos parece muy…
“Romántico” el contexto y todo esa parafernalia – parpadeé al oírlo,
conversaciones así no podía tener con Kangin – Es algo real
- ¿Y qué me dices de “Cumbres Borrascosas”?
Le pregunté.
- También es algo que puede pasar
– Donghae me miró, se veía algo extraño, como triste – Catherine no podía estar
con Heathcliff, a pesar de que lo ama, porque sus estatus sociales siempre
serán un impedimento, por eso decide la salida fácil, Edgar
- Pero ambos sufren por ello
Él asintió.
- Pero así son las cosas, a veces
por causas mayores no podemos estar con las personas que amamos – me miró – No
todos tienen la suerte de Aureliano
Buendía[1],
se pudo casar con quien amaba, una niña
- ¿Tú no vas a poder casarte con
quien amas?
Me atreví a preguntar, él me sonrió.
- Aún no me enamoro – me confesó
– Jamás me he enamorado, nunca he estado con una chica – sus mejillas se
pusieron rojas al instante – Pero lo tengo que hacer pronto
- ¿Nunca has tenido novia? – le
pregunté, intentando no reír; él negó con la cabeza – Entonces… jamás has
sostenido la mano de una chica, tenido una cita, besado a una o algo parecido
- No – contestó él, riendo –
Jamás he sostenido la mano de una chica, porque Sun Hee, mi hermana y mi madre
no cuentan, ni siquiera a mi mejor amiga le he tomado la mano – me quedé
sorprendida, Jin sí que estaba loca – Nunca he tenido una cita, no creo que
salir con tu mejor amiga sea considerada como una, teniendo en cuenta que ella
no me gusta – me quedé boquiabierta al oír eso, entonces sentí lástima por Jin
Kyong – Y ya recibí mi primer beso
- ¿Quién fue?
Pregunté, quería saberlo en un intento masoquista de querer
sentirme peor. Pero él no me pudo contestar, su teléfono sonó. Él sacó su
moderno teléfono con una funda con el diseño del tatuaje que tiene en el
hombro.
- Jin Kyong… - dijo él y yo
dirigí mi mirada a mi libro – Lo siento es que… estoy estudiando… ¡¿Cómo
crees?! – exclamó él de pronto y yo lo miré – No voy a dejar de estudiar por ir
a buscarte… ¡Porque quiero estudiar! – le gritó, me imaginé el rostro de Jin en
ese momento, debía de estar a punto de llorar o gritar – Mira, estoy ocupado,
te llamo cuando termine – Donghae empezó a sobarse la frente con nerviosismo –
Mira, si sigues con esa actitud tan idiota, no te llamaré… Bien, no lo haré -
el colgó el teléfono y lo dejó a un lado – Lo siento Ratona
- Descuida – le dije, mirándolo,
él me sonrió – Y… ¿Quién fue?
- ¿Qué cosa?
Preguntó él, volviendo la mirada a sus apuntes.
- ¿Tu primer beso?
Volví a preguntar y él me miró, sonriendo de lado.
- ¿Ya lo olvidaste? – me preguntó
– Fuiste tú
Mi
corazón comenzó a latir rápidamente.
Él se sonrojó de pronto y se sacudió el cabello con
nerviosismo, luego volvió la vista a sus apuntes. Yo me sentía incomoda y el
deseo de llamar a Sun se hacía más grande. Tomé mis apuntes y seguí escribiendo
sobre “El Leviatán” de Hobbes.
- Yo nunca entendí “Cien años de Soledad” – comenté,
dejando mis hojas de lado, él me miró – Me encanta leer, pero esa en particular
me pareció aburrida y tediosa
- ¿Bromeas? – me preguntó él con
el rostro lleno de sorpresa – Es la mejor obra de Gabriel García Márquez – sonreí al oír su forma de hablar – ¿Qué me
dirás ahora, que “El Lazarillo de Tormes”
es interesante? – yo reí – Porque te lanzo por la ventana
- “El Lazarillo de Tormes” es lo más aburrido que he leído
Confesé y él sonrió.
- Para mí lo más aburrido es “Los hermanos Karamazov”
Contestó él y yo asentí totalmente de acuerdo.
- Pero aún así no entiendo “Cien años de Soledad”
- No sabes apreciar la literatura
de García Márquez
Yo reí, estaba usando mis palabras en mi contra.
- Bueno… supongo que tendré que
leerlo de nuevo
Dije y él sonrió, asintiendo.
- Hazlo Ratona, te va a encantar
- De acuerdo… - miré mis libros -
¿Te gusta “Crepúsculo[1]”?
- No me gusta ni la película –
contestó él con cara de asco – Leí el argumento, es una historia boba – no
podía decir que estaba de acuerdo con él, pues estaba totalmente en desacuerdo,
lo había leído y me había gustado – Es sobre una chica que se enamora de un
vampiro y él es un… idiota, no parece ser vampiro. Encima ella está obsesionada
con él y él… Es una típica historia de amor, solo que los vampiros están ahí de
accesorio
- Bueno… - lo miré sonriente – Yo
leeré “Cien años de Soledad” si tú
lees “Crepúsculo”
- Trato
Dijo él, extendiendo su mano. Después de eso nos pusimos a
hacer el trabajo. Cuando dieron las ocho y media, empecé a acomodar mis cosas,
él me miró.
- ¿Ya te vas?
- Sí – contesté – Mi tía me dio
permiso hasta las nueve
- ¿Vives con tus tíos?
Yo asentí.
- Y no puedo llegar tarde o me
castigarán de nuevo – comenté, acomodando mis cosas – Y no podré salir con…
- ¿Con?
Me miró fijamente.
- Te lo dije ayer… - me colgué la
mochila al hombro – Tengo novio
Donghae asintió. Su rostro era serio, me puse algo nerviosa
por ello. Luego me miró, esbozó una sonrisa torcida.
- Bueno… esperemos que no
castiguen – yo le sonreí – Ya vete
Lo fulminé con la mirada ¿Y ahora qué le pasaba?
- No me hables así
Le pedí y él me miró con el entrecejo fruncido.
- Solo vete
- Sigues siendo un idiota
Mascullé enfurecida.
- ¡Pues sí! – gritó él, golpeando
la mesa - ¡Vete! - me empujó y yo lo miré horrorizada, luego él se me acercó y
yo me le alejé - Ratona…
No lo escuché más, salí corriendo de la biblioteca sintiendo
demasiado enojo. A las nueve con veinte minutos llegué a mi casa, para mi
suerte mi tía no estaba, en su lugar estaba Jin con los ojos rojos por el
llanto. Yo la miré y caminé hacia mi habitación, siendo seguida por ella.
- Jin… - le dije, mirándola – No
me importa si tuviste algún problema con ese imbécil, lo menos que quiero ahora
es hablar sobre él
Jin me miró confundida y luego me miró sorprendida. Mi
cabeza hizo “Click” y lo lamenté.
- ¿Él estaba contigo, verdad?
Yo asentí.
- Antes de que malinterpretes las cosas Kim Jin
Kyong – le apunté con mi dedo – Solo estábamos estudiando, y al baboso se le
olvidó decirte que estudiaría, es más me tomó por sorpresa al pedirme que
estudiara con él
- Por tu culpa no pude salir con
él
Me acusó.
- ¿Por qué mía? – pregunté – Ni
que yo le hubiera pedido estudiar conmigo, él fue quien me lo pidió
- Pero cuando lo llamé debiste
decirle que fuera conmigo
Me dijo ella.
- Sí él no quería no iba a querer
aunque se lo diga – estaba empezando a alterarme - ¡Él no quería salir contigo!
¡Entiéndelo! ¡¿O es que eres estúpida?!
Tan pronto como
terminé de gritar me llevé las manos a la boca. Los ojos de Jin se llenaron de
lágrimas y me miró. Sentí un nudo en la garganta, me sentí nerviosa,
preocupada, temerosa.
- ¿Tú eres la Ratona?
Me preguntó lentamente.
- No lo soy
- Dime la verdad
- ¡Esa es la verdad! – grité,
lanzando mi mochila al suelo - ¡Lo odio, no me agrada, es un idiota que no sabe
tratar a las personas, será un horrendo rey!
Respiré hondo para calmarme, ahora Jin Kyong sonreía.
- Por un segundo creí que te
gustaba y me lo ibas a quitar
Dijo ella sonriente. Por alguna extraña razón me sentí
nerviosa.
- Como crees… - sonreí – Jamás te
haría eso – Jin sonrió aún más – Además tengo novio, Kangin, y lo amo mucho
- Lo llamaré
Dijo ella, corriendo hacia su habitación. Yo me dejé caer en
mi cama y miré al techo. No podía dejar de pensar en Donghae, y cada que
pensaba en él sentía ira por dentro. Definitivamente él era bipolar. Escuchaba
como Jin Kyong hablaba animadamente con el príncipe, solo a ella le podía
agradar un tipo como él.
Continué
leyendo mi libro
al cabo de un rato los ojos me ardían mucho así que me quité
los lentes y me puse el piyama. Cuando quité las sábanas para poder echarme en
mi cómoda cama, mi teléfono comenzó a sonar. Apreté los ojos y busqué mi
teléfono en mi borrosa habitación. Aunque no tenía los lentes, podía notar
entre los manchones que no había nombre, era un número desconocido. Dejó de
sonar, lo dejé en mi mesa de noche y nuevamente empezó a sonar. Lo tomé y me
coloqué los lentes de nuevo, contesté:
- ¿Hola?
- ¿Ratona?
Contestó una voz.
- ¿Hae?
Contesté, levantándome y corriendo a encerrarme en el baño.
Abrí la ducha, no quería ser oída.
- Sí
Obtuve como respuesta.
- ¿Cómo conseguiste mi número?
Pregunté, pero al instante pensé un nombre.
- Sun Hee
Contestó él y yo juré matar a la princesa.
- ¿Qué quieres?
Le pregunté.
- Ratona… yo… - sentí su
respiración a través del teléfono – Siento haberte tratado mal – me sorprendió
aquello y no supe qué decir – Es que… a veces… no sé controlar mi carácter
- No soy nadie como para
soportarte aquello
- Ratona… ¿Qué tengo que hacer
para que me perdones?
- Nada – contesté – No tengo nada
que perdonar, así eres y no cambiarás
- Sí puedo cambiar
Me aseguró.
- Lo dudo – dije y escuché como él
golpeaba algo – Siempre vas a ser…
- ¡No me digas eso de nuevo! – gritó
y yo alejé el teléfono de mi oreja – Tú no sabes nada – me dijo – No vas a
volver a decirme eso
- Es mi opinión
- Pues te demostraré que estás
equivocada – sentí miedo de pronto, no estaba mentalmente preparada para otra
temporada de maltratos por su parte – Ratona… - dijo él y sentí una presión en
el pecho – Nos vemos mañana
- Sí…
- Dulce sueños
Me deseó.
- Tú también ten dulces sueños
Me escuché diciendo. Él colgó y entonces miré la pantalla de
mi teléfono, sentí una extraña sensación en el estómago. Salí de mi baño y
nuevamente volví a meterme bajo las sábanas.
Los días
siguientes él no me habló. Lo veía, me saludaba con un asentimiento de la
cabeza y se iba
las noticias estaban asombrados por no tener noticias de mal
comportamiento del príncipe; él ya no salía de noche, ya no se peleaba, ya no
rompía cosas, y en su discurso por el quinto aniversario de la muerte de su madre,
fue aclamado de pie. Jin salió con él todos los días de la semana y ella me
contaba como sus compañeras la envidiaban porque él la iba a recoger en su
Porsche. Yo también veía a Kangin, aunque las cosas estaban raras, lo notaba
raro y yo estaba perdiendo el interés por saber qué era. Sun Hee, Yang Mi y yo
habíamos tenido una pijamada en la habitación de Yang, quien nuevamente me
ofreció a quedarme en su habitación pues sabía lo poco que me gustaba vivir con
mis tíos a pesar del buen trato.
Los días pasaron y sin darme cuenta ya habían pasado dos
semanas y los exámenes finales se nos vinieron encima, era la última semana de
noviembre y todo estaba helado, las nevadas ya habían llegado. Estaba en la
cafetería esperando a Sun, quien estaba con uno de sus grupos haciendo los
últimos detalles de su trabajo, y entonces los gritos comenzaron de nuevo. Miré
hacia la entrada, allí ingresaba el príncipe con expresión seria, con sus ojos
rasgados buscando algo. Él me miró y caminó hacia mí, nuevamente todo el mundo
nos quedo viendo.
- ¡Tú! – me señaló con su dedo y
se sentó enfrente de mí – Toma… - buscó algo en su mochila y me entregó un paquete
rectangular envuelto en papel regalo. Lo miré y lo guardé en mi mochila antes
de que el mundo entero lo viera – Ahora… déjame decirte que encuentro a Bella un poco parca, pero fuera de eso…
me encantó, la forma en que ella puede morir por él y él la salva a pesar del
miedo que tiene de herirla y que no le importa que sus mundos no los dejen
estar juntos, ellos se aman
- Me alegra ver que te gustó
Reí y él me sonrió.
- ¿Gustarme? – me preguntó – Ya
me compré la saga y las películas – alcé una ceja al oírlo – Y le pedí a
Leeteuk que contactara a la autora para que me firme mis libros
- ¿Es en serio? – le pregunté
asombrada – Me encantaría conocerla también, y a JK Rowling
- ¿Te gusta Harry Potter? – me
preguntó y yo asentí – Yo amo Harry Potter – le sonreí al oír eso – Te llevaré
en el verano al parque de Harry Potter, o mejor… te llevaré a Londres
- Alto ahí principito – le dije y
él me miró – Me sorprende tu cambio
- Te dije que cambiarias de
opinión
- ¿Cambiaste por mí?
Pregunté y él negó.
- Tú misma lo dijiste – me dijo –
Puedo seguir siendo yo, pero cuando tengo que ser el príncipe tengo que serlo.
Encontré una forma de ser un príncipe y ser este adolescente que quiere
divertirse
- Wow, Hae… me sorprendes
- Gracias Ratona – le sonreí –
Bueno… tenemos un examen dentro de veinte minutos
Él se levantó y, enfrente de todo el mundo, me dio un beso
en la frente, luego se fue corriendo junto a su escuadrón. Me quedé mirando el
lugar por donde se había ido y mi corazón comenzó a latir con rapidez ¿Qué
estaba pasándome?
Mi examen estuvo fácil. Salí del aula y esperé a Sun, el que
salió fue Hae y nuestra reacción fue sonreírnos. Luego Sun salió y juntos nos
fuimos a la cafetería a hablar de cómo nos había ido en el examen.
- ¿Ya tienes lista tu maleta?
Le preguntó Sun Hee a Hae.
- Sí, aunque no sé
si debo de dejar ropa aquí para el siguiente semestre
Me reí.
- Tienes que llevarte todo
Él asintió.
- Entonces aún no terminé de
empacar - ambas reímos – Recuerda que tenemos que ir con el Primer Ministro
pronto, nos invitaron para ser quienes entreguemos los premios del concurso
nacional de cuentos, y Dior me llamó, dice que quiere que uses un vestido de
ellos ese día
- ¿Por qué Dior es tan insistente?
– preguntó ella – Odio los vestidos, pero usaré un Oscar de la Renta, queda
bien con mi tiara nueva, lo que me recuerda que necesito empacarlas. Yo no me
había dado cuenta de todas las tiara que había traído
Comentó Sun y Hae negó con la cabeza.
- Yo no sé por qué has traído
tantas tiaras si no las has usado
- Me iba a ver como un letrero de
neón por la universidad
- Esta es una conversación tan
normal – reí y mis amigos me miraron – Ustedes hablando sobre eventos, y Dior y
tiaras
- Así es nuestra vida
Sun Hee sonrió y yo asentí.
- Es loca más que glamurosa – miré
a Hae – No se la recomiendo a nadie
Los días siguieron pasando y la semana de finales se fue
terminando. Nos encontrábamos Donghae y yo fuera del salón de nuestro último
curso en pareja. Íbamos a tener que exponer nuestro trabajo de investigación y
entregar el escrito, estaba muy nerviosa, no me gustaba hablar en público,
parte de querer ser escritora es que era una profesión donde quedas detrás de
tus libros y nadie te conoce a menos que se hagan película o famosos. Estaba
usando un vestido azul oscuro, era corto pero elegante, Jin había bromeado
diciendo que parecía una secretaria sexy, además estaba usando tacones y me había
puesto lentillas, pero Donghae dijo que mejor se me veía con los de montura. Él
se veía guapísimo con su traje negro y su cabello algo largo y desordenado. Nos
llamaron y entramos, no íbamos a hablar enfrente del público, solo enfrente del
profesor, pero aún así estaba nerviosa. Él se paro delante de mí y me tomó por
los hombros.
- Calma Ratona, respira hondo
Me pidió y yo respiré hondo.
- No sirve respirar hondo
- ¿Pasa algo?
Preguntó el profesor Shindong.
- No – contestó Hae, volteando a
verlo – Puedes hacerlo Ratona… confía en ti – miré a Hae y él me miró a mí.
Sentí su aliento rozar mi rostro. Aún me tenía sujeta por los hombros y me miraba
fijamente – Yo confió en ti
Y sin
importarle que hubiera alguien ahí, y la verdad es que a mí tampoco me
importaba, me besó
Le devolví el beso. Se sentía dulce, cálido, totalmente
distinto a cuando besaba a Kangin, era distinto y me encantaba. Nos separamos y
yo sentí las mejillas arder, miramos al profesor.
- Bueno, si su majestad y su…
Ratona… – él profesor sonrió y yo me sonrojé aún más – Ya están listo, pueden
iniciar
Yo sonreí y la exposición nos salió muy bien, no tartamudeé
ni nada parecido. El profesor aplaudió cuando terminamos de exponer, ambos
sonreímos. Entonces él dijo:
- Bien… tienen la máxima nota
hasta ahora jóvenes
Él sonrió de nuevo y nosotros también. Salimos del aula y
Hae me tomó de la mano, corrimos hacia la residencial estudiantil, yo iba
sonriendo, su mano se sentía cálida al tacto. Llegamos a su habitación y nos
abrazamos fuertemente. El me alzó y me dio vueltas en el aire, yo solo grité de
la emoción, los malditos exámenes habían acabado. Luego me bajó, mis pies
tocaron el suelo y yo rodeé su cuello con mis brazos, entonces nos volvimos a
besar. No podía negarlo, estaba enamorada del maldito príncipe de pacotilla.
[1]
Libro escrito por Stephenie Meyer
[1]
Personaje de “Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario