miércoles, 13 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 11

Capítulo 11





No sabía que pensar ¿Qué acaba de decir? Apreté mis libros y miré mis zapatillas sucias. No podía verlo, me sentía nerviosa. 


Los anteojos se me deslizaron hacia la punta de la nariz y luego me las acomodé, él me seguía mirando.
- Vamos a la biblioteca
Le pedí, avanzando. Él me siguió y pronto llegamos a la biblioteca. Nos sentamos en nuestra habitual mesa y abrimos los libros.
- No logro comprender esto… - me dijo él – Si es su hijo… ¿Qué no nota el parecido?
- Es la ilusión del libro – le contesté – Si Yocasta se hubiera dado cuenta del parecido que tenía Edipo con ella o con su esposo… pues no habría historia que contar
- Me parece estúpido e ilógico – contestó él – Lo mismo con la Odisea, si sabe que ofender a Poseidón traerá consecuencias… ¿Por qué lo sigue haciendo?
- Tú realmente no sabes apreciar la literatura griega
Dije y él sonrió.
- Sí me gusta – se defendió él – Pero las encuentro un tanto ilógicas
- Las novelas no siempre tendrán son lógicas
- Claro que sí – dijo él y yo lo miré – Ponte como ejemplo “Orgullo y prejuicio” como Darcy, a pesar de su prejuicio, se enamora de Lizzy, que a pesar de su orgullo termina aceptándolo – miré a Donghae, era la primera vez que lo oía hablar así – Son cosas que pueden pasar, solo que nos parece muy… “Romántico” el contexto y todo esa parafernalia – parpadeé al oírlo, conversaciones así no podía tener con Kangin – Es algo real
- ¿Y qué me dices de “Cumbres Borrascosas”?
Le pregunté.
- También es algo que puede pasar – Donghae me miró, se veía algo extraño, como triste – Catherine no podía estar con Heathcliff, a pesar de que lo ama, porque sus estatus sociales siempre serán un impedimento, por eso decide la salida fácil, Edgar
- Pero ambos sufren por ello
Él asintió.
- Pero así son las cosas, a veces por causas mayores no podemos estar con las personas que amamos – me miró – No todos tienen la suerte de Aureliano Buendía[1], se pudo casar con quien amaba, una niña
- ¿Tú no vas a poder casarte con quien amas?
Me atreví a preguntar, él me sonrió.
- Aún no me enamoro – me confesó – Jamás me he enamorado, nunca he estado con una chica – sus mejillas se pusieron rojas al instante – Pero lo tengo que hacer pronto
- ¿Nunca has tenido novia? – le pregunté, intentando no reír; él negó con la cabeza – Entonces… jamás has sostenido la mano de una chica, tenido una cita, besado a una o algo parecido
- No – contestó él, riendo – Jamás he sostenido la mano de una chica, porque Sun Hee, mi hermana y mi madre no cuentan, ni siquiera a mi mejor amiga le he tomado la mano – me quedé sorprendida, Jin sí que estaba loca – Nunca he tenido una cita, no creo que salir con tu mejor amiga sea considerada como una, teniendo en cuenta que ella no me gusta – me quedé boquiabierta al oír eso, entonces sentí lástima por Jin Kyong – Y ya recibí mi primer beso
- ¿Quién fue?
Pregunté, quería saberlo en un intento masoquista de querer sentirme peor. Pero él no me pudo contestar, su teléfono sonó. Él sacó su moderno teléfono con una funda con el diseño del tatuaje que tiene en el hombro.
- Jin Kyong… - dijo él y yo dirigí mi mirada a mi libro – Lo siento es que… estoy estudiando… ¡¿Cómo crees?! – exclamó él de pronto y yo lo miré – No voy a dejar de estudiar por ir a buscarte… ¡Porque quiero estudiar! – le gritó, me imaginé el rostro de Jin en ese momento, debía de estar a punto de llorar o gritar – Mira, estoy ocupado, te llamo cuando termine – Donghae empezó a sobarse la frente con nerviosismo – Mira, si sigues con esa actitud tan idiota, no te llamaré… Bien, no lo haré - el colgó el teléfono y lo dejó a un lado – Lo siento Ratona
- Descuida – le dije, mirándolo, él me sonrió – Y… ¿Quién fue?
- ¿Qué cosa?
Preguntó él, volviendo la mirada a sus apuntes.
- ¿Tu primer beso?
Volví a preguntar y él me miró, sonriendo de lado.
- ¿Ya lo olvidaste? – me preguntó – Fuiste tú
Mi corazón comenzó a latir rápidamente.



Él se sonrojó de pronto y se sacudió el cabello con nerviosismo, luego volvió la vista a sus apuntes. Yo me sentía incomoda y el deseo de llamar a Sun se hacía más grande. Tomé mis apuntes y seguí escribiendo sobre “El Leviatán” de Hobbes.
- Yo nunca entendí “Cien años de Soledad” – comenté, dejando mis hojas de lado, él me miró – Me encanta leer, pero esa en particular me pareció aburrida y tediosa
- ¿Bromeas? – me preguntó él con el rostro lleno de sorpresa – Es la mejor obra de Gabriel García Márquez – sonreí al oír su forma de hablar – ¿Qué me dirás ahora, que “El Lazarillo de Tormes” es interesante? – yo reí – Porque te lanzo por la ventana





- “El Lazarillo de Tormes” es lo más aburrido que he leído
Confesé y él sonrió.
- Para mí lo más aburrido es “Los hermanos Karamazov”
Contestó él y yo asentí totalmente de acuerdo.
- Pero aún así no entiendo “Cien años de Soledad”
- No sabes apreciar la literatura de García Márquez
Yo reí, estaba usando mis palabras en mi contra.
- Bueno… supongo que tendré que leerlo de nuevo
Dije y él sonrió, asintiendo.
- Hazlo Ratona, te va a encantar
- De acuerdo… - miré mis libros - ¿Te gusta “Crepúsculo[1]?
- No me gusta ni la película – contestó él con cara de asco – Leí el argumento, es una historia boba – no podía decir que estaba de acuerdo con él, pues estaba totalmente en desacuerdo, lo había leído y me había gustado – Es sobre una chica que se enamora de un vampiro y él es un… idiota, no parece ser vampiro. Encima ella está obsesionada con él y él… Es una típica historia de amor, solo que los vampiros están ahí de accesorio
- Bueno… - lo miré sonriente – Yo leeré “Cien años de Soledad” si tú lees “Crepúsculo”
- Trato
Dijo él, extendiendo su mano. Después de eso nos pusimos a hacer el trabajo. Cuando dieron las ocho y media, empecé a acomodar mis cosas, él me miró.
- ¿Ya te vas?
- Sí – contesté – Mi tía me dio permiso hasta las nueve
- ¿Vives con tus tíos?
Yo asentí.
- Y no puedo llegar tarde o me castigarán de nuevo – comenté, acomodando mis cosas – Y no podré salir con…
- ¿Con?
Me miró fijamente.
- Te lo dije ayer… - me colgué la mochila al hombro – Tengo novio
Donghae asintió. Su rostro era serio, me puse algo nerviosa por ello. Luego me miró, esbozó una sonrisa torcida.





- Bueno… esperemos que no castiguen – yo le sonreí – Ya vete
Lo fulminé con la mirada ¿Y ahora qué le pasaba?
- No me hables así
Le pedí y él me miró con el entrecejo fruncido.
- Solo vete
- Sigues siendo un idiota
Mascullé enfurecida.
- ¡Pues sí! – gritó él, golpeando la mesa - ¡Vete! - me empujó y yo lo miré horrorizada, luego él se me acercó y yo me le alejé - Ratona…
No lo escuché más, salí corriendo de la biblioteca sintiendo demasiado enojo. A las nueve con veinte minutos llegué a mi casa, para mi suerte mi tía no estaba, en su lugar estaba Jin con los ojos rojos por el llanto. Yo la miré y caminé hacia mi habitación, siendo seguida por ella.
- Jin… - le dije, mirándola – No me importa si tuviste algún problema con ese imbécil, lo menos que quiero ahora es hablar sobre él
Jin me miró confundida y luego me miró sorprendida. Mi cabeza hizo “Click” y lo lamenté.
- ¿Él estaba contigo, verdad?




Yo asentí.
 -  Antes de que malinterpretes las cosas Kim Jin Kyong – le apunté con mi dedo – Solo estábamos estudiando, y al baboso se le olvidó decirte que estudiaría, es más me tomó por sorpresa al pedirme que estudiara con él
- Por tu culpa no pude salir con él
Me acusó.
- ¿Por qué mía? – pregunté – Ni que yo le hubiera pedido estudiar conmigo, él fue quien me lo pidió
- Pero cuando lo llamé debiste decirle que fuera conmigo
Me dijo ella.
- Sí él no quería no iba a querer aunque se lo diga – estaba empezando a alterarme - ¡Él no quería salir contigo! ¡Entiéndelo! ¡¿O es que eres estúpida?!
 Tan pronto como terminé de gritar me llevé las manos a la boca. Los ojos de Jin se llenaron de lágrimas y me miró. Sentí un nudo en la garganta, me sentí nerviosa, preocupada, temerosa.
- ¿Tú eres la Ratona?
Me preguntó lentamente.
- No lo soy
- Dime la verdad
- ¡Esa es la verdad! – grité, lanzando mi mochila al suelo - ¡Lo odio, no me agrada, es un idiota que no sabe tratar a las personas, será un horrendo rey!
Respiré hondo para calmarme, ahora Jin Kyong sonreía.
- Por un segundo creí que te gustaba y me lo ibas a quitar
Dijo ella sonriente. Por alguna extraña razón me sentí nerviosa.
- Como crees… - sonreí – Jamás te haría eso – Jin sonrió aún más – Además tengo novio, Kangin, y lo amo mucho
- Lo llamaré
Dijo ella, corriendo hacia su habitación. Yo me dejé caer en mi cama y miré al techo. No podía dejar de pensar en Donghae, y cada que pensaba en él sentía ira por dentro. Definitivamente él era bipolar. Escuchaba como Jin Kyong hablaba animadamente con el príncipe, solo a ella le podía agradar un tipo como él.
Continué leyendo mi libro





al cabo de un rato los ojos me ardían mucho así que me quité los lentes y me puse el piyama. Cuando quité las sábanas para poder echarme en mi cómoda cama, mi teléfono comenzó a sonar. Apreté los ojos y busqué mi teléfono en mi borrosa habitación. Aunque no tenía los lentes, podía notar entre los manchones que no había nombre, era un número desconocido. Dejó de sonar, lo dejé en mi mesa de noche y nuevamente empezó a sonar. Lo tomé y me coloqué los lentes de nuevo, contesté:
- ¿Hola?
- ¿Ratona?
Contestó una voz.
- ¿Hae?
Contesté, levantándome y corriendo a encerrarme en el baño. Abrí la ducha, no quería ser oída.
- Sí
Obtuve como respuesta.
- ¿Cómo conseguiste mi número?
Pregunté, pero al instante pensé un nombre.
  - Sun Hee




Contestó él y yo juré matar a la princesa.
- ¿Qué quieres?        
Le pregunté.
- Ratona… yo… - sentí su respiración a través del teléfono – Siento haberte tratado mal – me sorprendió aquello y no supe qué decir – Es que… a veces… no sé controlar mi carácter
- No soy nadie como para soportarte aquello
- Ratona… ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
- Nada – contesté – No tengo nada que perdonar, así eres y no cambiarás
- Sí puedo cambiar
Me aseguró.
- Lo dudo – dije y escuché como él golpeaba algo – Siempre vas a ser…
- ¡No me digas eso de nuevo! – gritó y yo alejé el teléfono de mi oreja – Tú no sabes nada – me dijo – No vas a volver a decirme eso
- Es mi opinión
- Pues te demostraré que estás equivocada – sentí miedo de pronto, no estaba mentalmente preparada para otra temporada de maltratos por su parte – Ratona… - dijo él y sentí una presión en el pecho – Nos vemos mañana
- Sí…
- Dulce sueños
Me deseó.
- Tú también ten dulces sueños
Me escuché diciendo. Él colgó y entonces miré la pantalla de mi teléfono, sentí una extraña sensación en el estómago. Salí de mi baño y nuevamente volví a meterme bajo las sábanas.
Los días siguientes él no me habló. Lo veía, me saludaba con un asentimiento de la cabeza y se iba




las noticias estaban asombrados por no tener noticias de mal comportamiento del príncipe; él ya no salía de noche, ya no se peleaba, ya no rompía cosas, y en su discurso por el quinto aniversario de la muerte de su madre, fue aclamado de pie. Jin salió con él todos los días de la semana y ella me contaba como sus compañeras la envidiaban porque él la iba a recoger en su Porsche. Yo también veía a Kangin, aunque las cosas estaban raras, lo notaba raro y yo estaba perdiendo el interés por saber qué era. Sun Hee, Yang Mi y yo habíamos tenido una pijamada en la habitación de Yang, quien nuevamente me ofreció a quedarme en su habitación pues sabía lo poco que me gustaba vivir con mis tíos a pesar del buen trato.
Los días pasaron y sin darme cuenta ya habían pasado dos semanas y los exámenes finales se nos vinieron encima, era la última semana de noviembre y todo estaba helado, las nevadas ya habían llegado. Estaba en la cafetería esperando a Sun, quien estaba con uno de sus grupos haciendo los últimos detalles de su trabajo, y entonces los gritos comenzaron de nuevo. Miré hacia la entrada, allí ingresaba el príncipe con expresión seria, con sus ojos rasgados buscando algo. Él me miró y caminó hacia mí, nuevamente todo el mundo nos quedo viendo.
- ¡Tú! – me señaló con su dedo y se sentó enfrente de mí – Toma… - buscó algo en su mochila y me entregó un paquete rectangular envuelto en papel regalo. Lo miré y lo guardé en mi mochila antes de que el mundo entero lo viera – Ahora… déjame decirte que encuentro a Bella un poco parca, pero fuera de eso… me encantó, la forma en que ella puede morir por él y él la salva a pesar del miedo que tiene de herirla y que no le importa que sus mundos no los dejen estar juntos, ellos se aman
- Me alegra ver que te gustó
Reí y él me sonrió.
- ¿Gustarme? – me preguntó – Ya me compré la saga y las películas – alcé una ceja al oírlo – Y le pedí a Leeteuk que contactara a la autora para que me firme mis libros
- ¿Es en serio? – le pregunté asombrada – Me encantaría conocerla también, y a JK Rowling
- ¿Te gusta Harry Potter? – me preguntó y yo asentí – Yo amo Harry Potter – le sonreí al oír eso – Te llevaré en el verano al parque de Harry Potter, o mejor… te llevaré a Londres
- Alto ahí principito – le dije y él me miró – Me sorprende tu cambio
- Te dije que cambiarias de opinión
- ¿Cambiaste por mí?
Pregunté y él negó.
- Tú misma lo dijiste – me dijo – Puedo seguir siendo yo, pero cuando tengo que ser el príncipe tengo que serlo. Encontré una forma de ser un príncipe y ser este adolescente que quiere divertirse
- Wow, Hae… me sorprendes
- Gracias Ratona – le sonreí – Bueno… tenemos un examen dentro de veinte minutos
Él se levantó y, enfrente de todo el mundo, me dio un beso en la frente, luego se fue corriendo junto a su escuadrón. Me quedé mirando el lugar por donde se había ido y mi corazón comenzó a latir con rapidez ¿Qué estaba pasándome?
Mi examen estuvo fácil. Salí del aula y esperé a Sun, el que salió fue Hae y nuestra reacción fue sonreírnos. Luego Sun salió y juntos nos fuimos a la cafetería a hablar de cómo nos había ido en el examen.
- ¿Ya tienes lista tu maleta?
Le preguntó Sun Hee a Hae.
  - Sí, aunque no sé si debo de dejar ropa aquí para el siguiente semestre
Me reí.
- Tienes que llevarte todo
Él asintió.
- Entonces aún no terminé de empacar - ambas reímos – Recuerda que tenemos que ir con el Primer Ministro pronto, nos invitaron para ser quienes entreguemos los premios del concurso nacional de cuentos, y Dior me llamó, dice que quiere que uses un vestido de ellos ese día
- ¿Por qué Dior es tan insistente? – preguntó ella – Odio los vestidos, pero usaré un Oscar de la Renta, queda bien con mi tiara nueva, lo que me recuerda que necesito empacarlas. Yo no me había dado cuenta de todas las tiara que había traído
Comentó Sun y Hae negó con la cabeza.
- Yo no sé por qué has traído tantas tiaras si no las has usado
- Me iba a ver como un letrero de neón por la universidad
- Esta es una conversación tan normal – reí y mis amigos me miraron – Ustedes hablando sobre eventos, y Dior y tiaras
- Así es nuestra vida
Sun Hee sonrió y yo asentí.
- Es loca más que glamurosa – miré a Hae – No se la recomiendo a nadie


Los días siguieron pasando y la semana de finales se fue terminando. Nos encontrábamos Donghae y yo fuera del salón de nuestro último curso en pareja. Íbamos a tener que exponer nuestro trabajo de investigación y entregar el escrito, estaba muy nerviosa, no me gustaba hablar en público, parte de querer ser escritora es que era una profesión donde quedas detrás de tus libros y nadie te conoce a menos que se hagan película o famosos. Estaba usando un vestido azul oscuro, era corto pero elegante, Jin había bromeado diciendo que parecía una secretaria sexy, además estaba usando tacones y me había puesto lentillas, pero Donghae dijo que mejor se me veía con los de montura. Él se veía guapísimo con su traje negro y su cabello algo largo y desordenado. Nos llamaron y entramos, no íbamos a hablar enfrente del público, solo enfrente del profesor, pero aún así estaba nerviosa. Él se paro delante de mí y me tomó por los hombros.
- Calma Ratona,  respira hondo
Me pidió y yo respiré hondo.
- No sirve respirar hondo
- ¿Pasa algo?
Preguntó el profesor Shindong.
- No – contestó Hae, volteando a verlo – Puedes hacerlo Ratona… confía en ti – miré a Hae y él me miró a mí. Sentí su aliento rozar mi rostro. Aún me tenía sujeta por los hombros y me miraba fijamente – Yo confió en ti
Y sin importarle que hubiera alguien ahí, y la verdad es que a mí tampoco me importaba, me besó




Le devolví el beso. Se sentía dulce, cálido, totalmente distinto a cuando besaba a Kangin, era distinto y me encantaba. Nos separamos y yo sentí las mejillas arder, miramos al profesor.
- Bueno, si su majestad y su… Ratona… – él profesor sonrió y yo me sonrojé aún más – Ya están listo, pueden iniciar
Yo sonreí y la exposición nos salió muy bien, no tartamudeé ni nada parecido. El profesor aplaudió cuando terminamos de exponer, ambos sonreímos. Entonces él dijo:
- Bien… tienen la máxima nota hasta ahora jóvenes
Él sonrió de nuevo y nosotros también. Salimos del aula y Hae me tomó de la mano, corrimos hacia la residencial estudiantil, yo iba sonriendo, su mano se sentía cálida al tacto. Llegamos a su habitación y nos abrazamos fuertemente. El me alzó y me dio vueltas en el aire, yo solo grité de la emoción, los malditos exámenes habían acabado. Luego me bajó, mis pies tocaron el suelo y yo rodeé su cuello con mis brazos, entonces nos volvimos a besar. No podía negarlo, estaba enamorada del maldito príncipe de pacotilla.





[1] Libro escrito por Stephenie Meyer


[1] Personaje de “Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez.

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