Capítulo 15
***
De nuevo en la universidad. Me sentía feliz de poder estar
con Sun Hee de nuevo. Ella nos sorprendió diciendo que compró el Pent-house con
tres habitaciones y piscina bajo techo. Yang estaba encantada, viviría como
reina.
- Viviremos como diosas
Rió Sun y Yang Mi también.
- ¿Le has contado lo que pasó el
sábado con el príncipe?
Me preguntó Yang y yo negué.
- ¿Qué pasó con él?
Preguntó.
- Vino a Nueva York
Le contesté.
- Si, para visitar a la odiosa de
Kim Jin Kyong
Sun Hee puso cara de asco.
- Pues al parecer debe de ser
bien odiosa, porque él entró solo a la tienda donde estábamos Min Jee y yo con
la intención de besarla
- ¿En serio?
Preguntó Sun Hee boquiabierta.
- Sí
Contesté, mirando el suelo.
- ¡Oh sí, tenía razón! – celebró
mi amiga, dando saltitos – Sabía que él sentía algo por ti
- ¿En serio?
Pregunté sorprendida y Sun Hee asintió efusivamente.
- Ahora todo queda claro – dijo
ella – Estarás con él y…
- Él me dijo que lo nuestro no
podía ser
- ¡¿Qué?!
Preguntaron a gritos mis dos amigas.
- ¿Donghae se volvió loco?
Preguntó Yang Mi, pero Sun Hee se puso seria.
- Debe de ser por lo que mi mamá y
la abuela dijeron
Contestó, mirándonos.
- ¿Qué cosa?
Pregunté. Sun miró a todos lados y luego nos tomó de la
mano, llevándonos a una banca. Sus guardias nos siguieron e hicieron un círculo
alrededor nuestro. Sun nos miró y soltó un bufido.
- Cuando llegamos a casa él se
veía muy deprimido
- Es porque le dije que no podía
estar con él por varios factores, uno de ellos el que sea príncipe
- ¿Entonces tú lo rechazaste
primero?
Preguntó Yang y yo asentí.
- Pero nos dijimos que nos queríamos
- Bueno… él estaba muy deprimido –
nos volvió a decir Sun – No salía de su habitación, no comía, no jugaba con
Yoora, se parecía a mi tío. Ni siquiera con la odiosa de su amiga se puso de
mejor humor – me mordí el labio al oír eso – El punto es que… me dijo que
quería hacerle un regalo a alguien, algo especial. Yo sabía que se trataba de
ti, aunque he de admitir que una parte de mí dudaba. Compró el collar y lo
mandó a grabar – mi mente viajó al cajón de mi mesa de noche – La perra esa no
cena nunca con nosotros – nos explicó – Porque según ella incomodaría la
dinámica familiar y etc. Pero incomoda más haciendo que el chef le prepare algo
especial para que cene en su hotel o haciendo que paguemos sus cenas del hotel
– Yang Mi rió al decir eso – Fue la noche antes de que me fuera a Nueva York –
recordó – El me había dado la caja para que la guardara y te la diera a ti – me
dijo y yo miré el suelo – Mi mamá y la abuela hablaban del cáncer del tío
Donghae. No es un tema muy bonito a decir verdad – Sun Hee miró el suelo – Le
recordaron a mi primo que pronto sería rey. Ese no es un tema que le guste
mucho, a veces lo comprendo, solo quiere vivir su vida – vi la mirada de
tristeza de Sun y sentí mi corazón estrujarse – Le dijeron que había muchas
candidatas de la aristocracia para ser
su esposa
- ¿Quieren casarlo con una noble?
Preguntó Yang y Sun asintió.
- Es la única forma de mantener
las costumbres de la monarquía coreana – explicó Sun Hee y yo me sentí peor.
Con que ese había sido el motivo, no me había puesto a pensar en ello, al
principio pensé que era porque no aceptaba mi estatus, luego simplemente me
enojaba pensar en que no quería estar conmigo – Entonces él preguntó si podía
casarse con una plebeya, así como mi tío
- ¿Y qué le dijeron?
Pregunté. Era muy joven para pensar en matrimonio, y jamás
soñé con ser una princesa, pero en verdad quería saber, porque lo amaba. Sun
Hee me miró, por su rostro supe que no eran buenas noticias.
- Sí sabes que mi tía era hija de
un empresario coreano – Yang y yo asentimos – La familia, el parlamento
incluso, solo aceptará que se case con alguien de ese mismo estatus
- Oh…
Contesté, sintiéndome muy desanimada.
- O sea… - dijo Yang Mi – Que a
menos que Min se saque la lotería, no la dejarán estar con él
- No solo por el dinero – dijo
Sun Hee – También está el tema de que ella es…
- Soy huérfana, y no tengo nada
propio, solo mi nombre
- Min…
Dijo Sun y yo me levanté, caminando hacia mi primera clase.
Sun Hee me logró alcanzar y se sentó a mi lado como siempre. No era su culpa,
lo sabía, pero no quería hablar con nadie que tuviera que ver con Donghae.
- Sí sabes que estudias lo mismo
que él y que en alguna clase han de coincidir
Me recordó ella mientras el aula se llenaba. El profesor
entró, me sorprendió ver ahí al profesor Shindong. Y como el semestre pasado, el
último en llegar fue Donghae. Él me miró y esbozó una sonrisa, no era nada
parecida a la sonrisa que tenía el primer día de clases en el semestre pasado.
El Donghae de ese entonces era un irresponsable y presuntuoso muchacho, ahora
era un chico totalmente distinto, lo principal, es que no se metía en tantos
problemas como ahora y ya no parecía darle igual el mundo entero. Se sentó al
fondo del salón y un puñado de chicas empezaron a hablarles, fue ahí cuando de
nuevo vi su sonrisa presuntuosa.
- ¡Ey! – me dijo el chico sentado
a mi lado - ¿Tú eres Kim Min Jee?
- Sí
Contesté.
- Soy Cho
Kyuhyun
se presentó él, tendiéndome la
mano – Tu exposición sobre cómo Hobbes veía al hombre y el Estado de Guerra me
fascinó
- Gracias
Él me sonrió y yo no pude evitar hacer lo mismo.
- Si coincidimos en algún otro
curso, deberíamos ser grupo
- Claro
Acepté.
- A mí no me dejen de lado
Intervino Sun Hee.
- Por supuesto que no su alteza
Sonrió el muchacho y Sun Hee también. La clase comenzó y el
profesor volvió a decir que tendríamos un bendito trabajo en grupo. Sun me
abrazó instintivamente, luego alargó la mano para tomar el cuello de la camisa
de Kyu. Y de esta forma los tres nos volvimos un grupo, el príncipe había
quedado con dos chicas más, dos de su club. Caminé junto a mis amigos a nuestra
siguiente clase y nos volvimos a sentar juntos.
- Tienes unos lindos cachetes
Bromeó el chico, tocando mis mejillas, yo solo me sonrojé.
- No coquetees mucho – le advirtió
Sun Hee – A ella le gustan los nobles
- ¡Sun Hee!
Grité, tapándome el rostro con las manos.
- Descuida, no quiero coquetear –
aseguró él – Y… no eres mi tipo
- ¿Te gustan los hombres?
Pregunté sin poder contenerme, el chico solo rió.
- No – contestó riendo – Pero me
gustan con más… - puso sus manos sobre su pecho – Ya sabes…
- Oh… deberías conocer a Yang Mi,
no es de esta facultad, pero es gran amiga nuestra
Le recomendé, este solo asintió.
- Y tiene grandes atributos
Bromeó Sun.
- Me gustan tus mejillas, pareces
una ardilla bonita
Me reí por el comentario de Kyu.
- A mí me gusta tu cabello
Le dije, despeinándole el cabello.
- Muévete
Ordenó una voz. Todos nos giramos, allí estaba el príncipe,
empujando a un enclenque muchacho de lentes.
- Que abusivo es
Susurró Kyuhyun y el príncipe siguió su camino.
- ¿Y ahora qué le pasa a ese?
Le pregunté a Sun Hee.
- Ni idea
Contestó. La clase había sido interesante, me alegraba que
no hubiera trabajos grupales. En el almuerzo nos volvimos a encontrar con Yang
y le presentamos a Kyu, al instante hicieron “Click” me alegraba ver eso. Se escucharon gritos y me giré, ahí
estaba el príncipe con un muchacho alto de cabello castaño. Ambos entraron
riendo en la cafetería y se sentaron en una mesa cerca de la nuestra. Me sentí
incómoda ¿Es que él iba a estar en todos lados?
- ¿Ya pensaron a qué clubes se
meterán?
Preguntó Kyu.
- Me meteré en el club de
fotografía
Contestó Sun.
- Yo soy un asco en fotografía –
rió Yang – Supongo que iré a yoga
- Yo quería entrar en gimnasia,
pero me dijeron que el equipo lo cerraron porque no ganaban nada y era un gasto
inútil para la universidad
Nos informó Kyu.
- Yo quería ingresar en gimnasia
Me lamenté.
- En una universidad tan cara como
esta no debería existir el “gasto inútil”
- Yo me meteré en “Starcraft”
Dijo Kyu y nosotras reímos.
- ¿En serio?
Preguntó Yang y Kyu asintió.
- Que adorable eres…
Dije, apretándole las mejillas.
- Eso me dicen siempre – Kyu
sonrió, tenía linda sonrisa pero… no era tan linda como la de Donghae - ¿Y en
que club o deporte entrarás?
- Pues… en Mokpo yo hacía
gimnasia y patinaba, pero… - recordé el hielo, esa sensación de rapidez –
Siempre fue mi sueño competir en uno de esos dos deportes, pero más me gustaba
el patinaje
- ¿Y por qué nunca lo hiciste?
- En mi escuela había equipo de
gimnasia, y los gastos nos lo dividíamos, pero no de patinaje – les comenté –
Mi padres no podían pagarlo, y solo me compraron dos pares de patines. Es un
deporte caro, tener que reservar la pista, contratar entrenador y coreógrafo,
la ropa, transporte…
- Bueno, nunca es tarde para
cumplir los sueños
Kyu me dedicó una radiante sonrisa y yo le devolví el gesto.
- Supongo que me presentaré a las
pruebas de patinaje
- Sí, si eres buena, podrás
competir, si no, solo irás por los créditos a caerte sobre el hielo
Todas reímos por el comentario de Kyu.
- Solo esperemos que las
entrenadoras o entrenadores no tengan preferencia por alguna y te den la peor
corografía
Dijo Sun, pinchando su lechuga.
- Deberías usar tus poderes
principescos – bromeó Yang – Así Min podrá tener todo lo que siempre quiso
- No es necesario, si consigo
algo, quiero conseguirlo por mí misma – les dije a mis amigos y ellos
asintieron – Aunque te agradecería un vestido azul, me encanta el azul
- De acuerdo
Rió Sun. Continuamos con nuestro almuerzo, haciendo bromas y
demás. En un momento Sun se fue a comprar un café y el amigo del príncipe
también se levantó. Ambos conversaron unas cuantas palabras y luego Sun regresó
con su café y una gran sonrisa.
- Creo que me he enamorado
Rió ella. Volteé a ver la mesa del chico, mala idea, Donghae
me estaba viendo. Fui a la oficina de inscripciones y me inscribí para las
pruebas. Mis amigas hicieron lo suyo con los clubes y Kyu con el “Starcraft”, todas habíamos pensado que era broma, pero él había
hablado en serio. Las pruebas para ingresar a los equipos eran al día
siguiente, el estómago se me revolvió. De seguro el equipo estaba formado por
varias chicas con becas de deporte que eran excelentes, mientras que yo me
uniría siendo una novata total.
- A cumplir los sueños…
Dije, caminando con mis amigos hacia la siguiente clase.
Como en las anteriores dos clases, Donghae también estaba ahí. Esta vez se
sentó más cerca de nosotros, eso me hizo sentir nerviosa. Kyu seguía hablando
de lo adorables que eran mis mejillas y me las pellizcaba cada tanto, sabía que
Donghae miraba y eso me hizo sentir aún más nerviosa.
Ya en casa, saqué de su caja mis viejos patines de hielo,
estaban desgastados, pero tenía unos nuevos que necesitaría aflojar después.
Recordé mi casa, cuando solía llorar por querer hacer patinaje, pero no podían
costearlo. Tomé mis apuntes y comencé a estudiar las clases y adelantar tareas.
Siempre fui una persona con grandes sueños. Mi mayor sueño era ser escritora,
solía escribir historias sobre la misma chica en busca de felicidad, era como
escribir de mi propia vida, pero nunca la terminaba. Y mi sueño loco era ser
atleta, sabía que ambas cosas podría lograrlas, pero necesitaba el medio para
conseguirlo. Otro de mis sueños era poder tener mi propia editorial, pero eso
vendría después, cuando tenga capital. Por ahora solo quería estos dos sueños,
tres si contábamos graduarme con honores, pero esos eran mis sueños.
Cuando los ojos me empezaron a arder y ya había escrito diez
páginas acerca del Romanticismo, decidí que era buen momento para unirme a Jin
en sus ejercicios de estiramiento. Toqué la puerta de mi primo y la vi
contorsionarse en el suelo de su habitación, me puse a su lado y la imité, al
final terminamos jugando “Twister” sin
tapete.
- Mano izquierda
Dijo ella, riendo, entonces caí al suelo.
- Doblarse tanto duele
Me quejé en broma, frotándome el hombro.
- Por lo menos eres flexible –
dijo ella, dándome una crema - ¿A que se debe que quieras unírteme?
- Haré las pruebas para patinaje
artístico
Le informé y ella sonrió.
- Siempre fue tu sueño ser
patinadora sobre hielo, me alegro que continúes persiguiendo tus sueños – me
felicitó ella, dándome un confortante abrazo - ¿Y ya terminaste tu historia
sobre la chica disconforme con su vida?
- Aún no – contesté – Necesito un
buen romance y un clímax, siempre estoy cambiando el título y el inicio
- Cuando tengas hijos y marido,
será el día que puedas completar tu historia, porque tendrás experiencia
- Sí, supongo
Acepté, levantándome del suelo.
- Necesitarás más dinero para el
patinaje – dijo Grace, buscando entre sus cosas – Que la bruja no se entere
Me pidió, dándome su tarjeta negra.
- Jin Kyong…
La miré sorprendida.
- Tengo otras dos, no te
sorprendas – Jin rió y yo solo sonreí – Pero no puedes vivir de mesada en
mesada, no en esta ciudad
- Gracias Jin
Entonces la abracé. Se sentía extraño abrazar a mi prima
dadas las cosas que habían pasado. Regresé a mi habitación y guardé en mi bolso
mis cosas para la prueba. Cuando me iba a meter en mi cama, mi teléfono comenzó
a sonar. Era él, no podía contestar, no quería oír su voz. Mi teléfono dejó de
sonar, y así fueron tres veces más. No podía hablar con él sabiendo que el
mundo estaba en nuestra contra y que no podríamos estar juntos por más que
quisiéramos, hablar con él solo me recordaría esto. Mi teléfono volvió a sonar
y entonces lo apagué.
La mañana siguiente llegó y después de dos clases, donde
Donghae se sentó a mi lado, la hora de la prueba llegó. El estómago se me
revolvió mientras me cambiaba la ropa. Ajusté mis patines y salí hacia la pista
con un número pegado a mi camiseta azul. La entrenadora era una mujer de unos cincuenta
años, con cabello negro, bonita y con una mirada amable, su rostro se me hacia
conocido.
- Buenos días jovencitas – nos
saludó – Soy Yuna Kim
Escuché algunos murmullos. Obvio que la conocía, era una
medallista de oro olímpica y medallista de oro nacional, se había llevado el
oro en muchas competencias internacionales y nacionales. Me sentí aún más
enferma.
La entrenadora nos dio unas indicaciones y nos pidió que
patináramos en círculos primero. Después tocó su silbato y nos pidió que
hiciéramos saltos, vueltas, y alguna otra secuencia de pasos. Me puse tensa,
tomé impulso e hice un Axel[1],
después hice giros y otros saltos más, me estaba divirtiendo, hasta que lo vi
entrar a la pista y sentarse en las gradas.
- Bien niñas… - dijo la
entrenadora y todas nos detuvimos – Las que llame, serán puestas en otra prueba
más, las que no… pues… intenten otra cosa – me puse nerviosa al instante – 128,
número 44, la 36, la 120 – todas avanzaban al escuchar su nombre – Y el número
125 – me miré el pecho, era mi número – Sí bonita, tú
La siguiente prueba era hacer la pequeña coreografía que una
de las veteranas estaba haciendo. Cada una tenía una veterana a la cual imitar,
la mía me miró con burla, esa era mala señal. Cuando llegó mi turno, mi
“instructora” hizo una coreografía que ni la misma Sasha Cohen[2]
hubiera podido hacer. Me miró con suficiencia y luego le dio una patadita a mis
desgastados patines. La miré con enojo, no iba ser pisoteada por una narizona.
Al diablo si era muy difícil, yo lo iba a hacer.
Me paré en la pista, miré a la profesora y comencé a
patinar. Sentía que mi cuerpo volaba, era una sensación increíble. Di más
vueltas al dar los giros, y le agregué y triple Lutz[3].
Terminé y miré a la veterana, ella me miraba con enojo.
- Bien… - la entrenadora se paseó
delante de nosotras – Pelirroja, frenillos y bonita, están adentro
Sonreí de la emoción y corrí (patiné) hacia los vestidores y
me cambié los patines por mis zapatillas. Estaba emocionada, estaba feliz,
haría algo que quería desde hace mucho. Salí de las pistas y caminé por todo el
complejo deportivo de la universidad, no había rastro alguno del príncipe, eso
me desanimó un poco.
- ¿Vas a hacer las pruebas para
porrista? – preguntó un chico, sosteniendo un balón de fútbol americano – Con
ese cuerpo deberías
Lo miré y seguí caminando.
- ¡No seas tímida preciosa!
Dijo su amigo.
- ¡Ven a divertirte con nosotros!
Rió el primero. Me giré dispuesta a decirle un par de cosas,
pero antes de que pudiera decir o hacer algo, un chico de cabello castaño los
estaba golpeando. Me quedé boquiabierta y sin saber qué hacer, todos se habían
amontonado para ver cómo el príncipe heredero golpeaba a dos jugadores de
futbol.
- ¡A las chicas se les respeta! –
gritó Hae, dándole un puñetazo en la cara a uno - ¡Pídanle disculpas!
- Lo sentimos
Dijeron ambos chicos.
- ¡Ahora lárguense!
Gritó y los dos jugadores se fueron corriendo. Hae se giró,
tenía el labio partido y me miraba con enojo ¿Yo qué le había hecho para que se
enoje conmigo? Caminó hacia mí, me tomó de la muñeca y me arrastró fuera del
complejo.
- ¡Ay, suéltame! – iba gritando
yo, todo el mundo nos miraba - ¡Animal, suéltame!
Él me miró y me soltó.
- Felicidades…
Me dijo, respirando hondo y mirándome fijamente.
- Gracias… - dije, apartando la
mirada – Gracias por lo de…
- Esos son unas bestias – él me
miró con enojo – Pero tú tienes la culpa por andar toda provocativa
- ¡¿Cómo que andar provocativa?!
Pregunté con enojo ¿Por qué siempre tenía que arruinar todo?
- ¡Claro que sí! – dijo él – ¡Con
tus ropas apretadas!
- ¡Es ropa de deporte!
Grité.
- ¡Pues usa algo que no se te
pegue a la piel!
Gritó él.
- ¡Ay, sigues siendo un tonto!
- ¡Y tú también sigues siendo una
tonta!
- ¡Ah, que odioso eres! – grité y
él rió - ¿Y ahora de qué te ríes?
- Extrañaba discutir contigo
Contestó él y yo me sonrojé.
- Creo que yo también
Él me sonrió, tenía una sonrisa muy tierna, sus ojos
rasgados se apretaban y brillaban, y mi corazón latía con rapidez.
- Ven… - me dijo – Te invito un
café para celebrar
Asentí y nos fuimos juntos a la cafetería. Nos sentamos y
uno de sus guardias nos trajo café y unas donas, pero no parecía café de la
universidad, parecía café traído de Starbucks o algo parecido. Desde que tenía
a Sun Hee como amiga me había percatado que ser de la realeza tenía sus
ventajas.
Hae y yo reíamos de las cosas que habían ocurrido en
nuestras vacaciones, ni siquiera parecía que ambos hubiéramos estado
deprimidos. De esta forma descubrí que su comida favorita era el Kimchi[4],
que su color favorito era el azul como el mío y que Bada era su perrita, un bichón maltes.
- Y entonces vino
corriendo hacia mí, resbaló con el lustrado piso y se estrelló contra el pastel
de cuatro pisos
Rió él y yo tenía la mano contra la boca para evitar
carcajearme de forma escandalosa.
- Pobre perrita
- Sí – rió él – Bada es la perrita
más bonita, mi abuela materna me lo regaló
- ¿En serio?
Pregunté y él asintió.
- Aquí estamos ella y yo
Hae me mostró su teléfono con una foto de él con su perrita.
- ¡Es hermosa!
Exclamé. Donghae se veía adorable con su perrita en brazos.
Ahí él estaba con el cabello más largo y desordenado, pero la misma sonrisa. Y
su perrita era una pequeña cachorrita que cabía en la palma de su mano.
- Mi mamá tenía un perro así, se
llamaba Meo – Hae puso cara de tristeza – Tenía dos años menos que yo. Mi mamá
lo había salvado de una señora que mataba de hambre a sus cachorros. Los
hermanos de Meo se fueron a otras casas, pero él se quedó con ella, no quería
despegarse de mi mamá – Hae sonrió y yo lo miré, se veía tan lindo – Yo solía
dormir con él en mi inmensa cuna
- Era una almohada más
Bromeé y el asintió.
- Era mi mejor amigo, y cuando mi
mamá murió, él era lo único que tenía de ella, que me… - la voz se le quebró –
Que me demostrara el mismo amor que mi mamá solía mostrarme – lo miré, él se
mordió el labio y pasó su lengua por esa zona – Yo tenía trece, Meo tenía once,
y dos años después, él también murió
- Hae…
Él me miró y negó con la cabeza, luego respiró hondo.
- No quiero que me tengas lástima
- No la tengo
Le aseguré, él me sonrió.
- Meo no tuvo hijos, así que no
había nada que me lo trajera a la vida – me miró y sonrió – Y un año después mi
abuela, cuando vino de visita, me trajo a Bada, ahora tiene un año
- Pues haz que tenga cachorros y
así nunca la perderás
Le sugerí.
- No, mi perrita será virgen para
siempre
- A mí me gustaría tener un perro
así de bonito
Dije, viendo la foto de nuevo.
- Mmm… supongo que puedo hacer
que se cruce con el bichón de Chae, la hija del Barón de Busan
- Pensé que dijiste que Bada
moriría virgen
Lo miré y él sonreía.
- Pero tú quieres un perro así
Me sonrojé al instante y sonreí. Tomé un sorbo de mi café
para evitar el nerviosismo, no funcionaba. Hae era tan lindo, era tan tierno.
- Min… - lo miré, él se mordía el
labio de nuevo – Yo quería hablar contigo sobre…
- Ya hablamos de eso
Me le adelanté.
- Sí, pero...
- No quiero hablar de eso – le
dije, él asintió – Te lo dije el sábado, no quiero tocar el tema, y si lo vas a
hacer, mejor me voy
- Pero…
- ¡Hae! – grité - ¡Ya lo dijiste!
– él me miró fijamente y luego bajó la mirada – No podrá ser, Sun ya me lo
explicó también – él me miró con confusión – Sé cuáles son los motivos por los
cuales una chica como yo no puede estar con alguien como tú, es así, ya déjalo
– le volví a pedir – No te dejarán, lo entiendo – mis ojos se llenaron de lágrimas
– Supongo que es el precio a pagar por enamorarme de alguien tan inalcanzable
como un príncipe
- ¿Y si no lo fuera?
Me preguntó.
- Pero lo eres – dije – Y no te
permitiría renunciar a tu título por mí
- Min…
- Te dije que dejaras el tema de
lado – solté un risita y me limpié una lágrima – Me he puesto a llorar por tu
culpa, de nuevo
- Lo siento – él me extendió una
servilleta – Yo también he llorado por tu culpa
- ¡Ya para! – pedí, alzando la voz
– Solo detente, antes de que nos hagamos más daño
- Lo lamento
Me dijo él y yo me levanté de la mesa, caminando lejos de
él. Debí saber que no podría estar cerca de él sin ponerme a llorar, había sido
una estúpida al aceptar su invitación. Caminé hacia mi auto y antes de que
pudiera abrir la puerta, sentí una mano sobre mi hombro y como me daban la
vuelta. Unos labios se posaron sobre los míos. Derramé lágrimas, era muy
difícil esto para mí y él no me lo hacía fácil. Abrí los ojos y vi a Kangin. Me
aparté asustada.
- ¿Estás
bien?
[1]
Salto de patinaje sobre hielo donde el despegue se realiza con el filo externo
del pie contrario al pie de aterrizaje. Incluye media vuelta más.
[2]
Medallista en patinaje sobre hielo.
[3]
Salto de patinaje sobre hielo donde el patinador parte en sentido opuesto de
trayectoria al del aterrizaje. Es el salto más difícil exceptuando el Axel.
[4]
Comida Coreana.
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