Capítulo 3
La mañana siguiente llegó con gritos, muchos gritos. Tiré
las sábanas a un lado y corrí fuera de la habitación. Jin y mi tía estaban
teniendo una calurosa discusión. No quería ser entrometida pero me asomé al
barandal y miré hacia la sala. Jin tenía el rostro rojo y mi tía tenía las
manos sobre la cabeza, jamás había discutido a gritos con mi madre, nuestra
mayor discusión fue porque no quería dejar de leer mi libro de Harry Potter a
las cuatro de la mañana.
- ¡¿Cómo puedes hacernos esto Jin
Kyong?!
Gritaba mi tía.
- ¡No les estoy haciendo nada!
Gritó ella.
- ¡Sabía que el ballet te iba a
envenenar la mente!
- ¡El ballet es lo que quiero
hacer! – gritó Jin aún más alto – ¡Quiero hacer algo que realmente me gusta,
y la “Korean
National University of Arts” es lo que realmente quiero!
- ¡¿Cómo puedes hacer eso?!
¡¿Cómo?! – gritó mi tía - ¡El ballet no te dará nada! ¡Nada!
- ¡No sabes de lo que hablas! –
Jin pateó la mesa de centro y un florero se volcó – ¡Soy buena, soy excelente!
¡Me has visto!
- ¡Sí, eres buena! – gritó tía Hi,
levantando el florero - ¡Pero es muy difícil ser alguien con lo que quieres!
- ¡Quiero ser yo!
- ¡¿Qué dirá el príncipe?!
- ¡Donghae me apoya! – gritó Jin
todavía más alto - ¡No como tú! ¡Él me dijo que si quería hacerlo, lo haga, que
él me apoyaría en todo lo que quisiera hacer!
Los gritos cesaron. Fue buena táctica, usar al príncipe para
conseguir lo que quería. Sabía que mi tía ahora reconsideraría la escuela de
ballet, si el príncipe lo aprobaba. Mi tía se retiró y Jin subió corriendo las
escaleras. Ella se me quedó viendo y yo me sentí avergonzada por haber sido
descubierta. Jin entró en su habitación y yo la seguí, no sabía si era lo
correcto, pero igual lo hice. Cerré la puerta tras de mí y me quedé parada
viendo como mi prima, recostada en su cama, marcaba algo en su teléfono.
- Jin Kyong…
Me atreví a decir,
pero ella alzó la mano para callarme.
- ¿Donghae? – preguntó ella. Me
quedé callada, hablaba con el príncipe, de nuevo – Se lo dije – mi prima lloró
– Nada… no dijo nada más allá de lo que ya sabía que diría – Jin esbozó una
sonrisa – Sí… por cierto… al mencionar
tu nombre, mamá se quedó totalmente callada… Sí, solo le faltaba decir “Ok, puedes ir a esa universidad” – Grace
rió – Que modesto eres su alteza real – Jin rió – Sí, supongo que eso es lo
bueno de tenerte como mejor amigo… ¡Te quiero! – gritó ella sonriente, no pude
evitar hacerlo también, en verdad me gustaba verla alegre - ¡No yo más! – Jin
se quedó callada – Oh sí… no te interrumpo más…
- ¿El príncipe azul? - pregunté
divertida y ella asintió – Puedes creer… que no sé como luce
- Eso es poco patriota – rió mi
prima - ¿Quieres conocerlo?
- ¿Qué?
Pregunté con asombro.
- No en persona, está muy ocupado
– me explicó ella – Pero tenemos esto… - Jin se levantó y buscó algo en su
closet – Es un álbum que hicimos juntos… - me lo entregó – Cada mes uno se lo
queda, y lo llena con más recuerdos importantes, y las veces que nos vemos, lo
llenamos con recuerdos nuestros
Abrí el enorme y algo destartalado álbum. Tenía una hoja
blanca pintarrajeada con colores y huellas de dedos, en el centro decía “Jin Kyong y Donghae: BFF" Moví la
pagina y vi varias fotos de ellos en la primaria, haciendo caras graciosas,
lanzándose cosas, jugando a la pelota, los dos en un caballo, Jin empujándolo
del columpio, él empujándola del columpio.
- Que lindos ojos
Dije y Jin sonrió.
- Sacó los de su madre – me
informó ella, girando la pagina y mostrándome una gran foto del príncipe con la
reina – La difunta reina Seo Jung
- La Diana coreana
Recordé yo.
- Que linda historia de amor.
Ella una novata en la Universidad Nacional de Seúl, él un príncipe heredero al
trono… una pelota de baseball y nació el amor
Jin soltó un suspiro. En internet y en la televisión siempre
pasaban videos de cómo los reyes se conocieron, lo cómico de la situación y lo
trágico de la muerte de la reina. Era una historia de amor aún más linda que la
del príncipe Carlos con Diana.
- Fue toda una telenovela
Dije yo, mirando más fotos. En ellas se veían a ambos
divirtiéndose, él cargando a Jin en su espalda, ella manchándolo de chocolate,
los dos en un bote, él dándole un beso en la mejilla, se veían tan lindo
juntos.
- Tiene el aspecto de un actor de
dramas
- Es que es muy guapo, siempre le
digo que podría ser actor o cantante, canta bonito – el teléfono de Jin empezó
a sonar – Hablando del rey de Roma…
- Del príncipe de Corea
Reí y ella también. Jin contestó y colocó el altavoz.
- Hola – saludó ella - ¿Te
desocupaste?
- No, solo quería llamarte
Contestó una varonil voz.
- Oh…
Jin se puso roja al instante.
- Me acaban de sacar en cara el
problema que hubo en aquel club, nunca debimos tomar tanto
- Estábamos divirtiéndonos… -
dijo Jin – Has caso omiso de lo que la prensa amarillista diga. Eres joven,
tienes que divertirte como alguien de tu edad
- Sí… supongo
- Su alteza… debe de ir a…
- Un segundo Leeteuk… - dijo el
príncipe – Grace, te dejo, tengo que atender asuntos
- Sí
- Adiós, te quiero
- Yo igual
Entonces el príncipe colgó. Jin sonrió y luego me miró.
- Si sabes que “Diviértete y haz lo que quieras porque eres
joven aún” no es un buen consejo ¿Verdad?
Le pregunté a mi prima y ella asintió riendo.
- Solo le digo lo que quiere oír –
me contestó – Es mi forma de hacerlo sentir bien
- De acuerdo… cuando la Tercera
Guerra Mundial estalle, ya sabré a quien echarle la culpa
Reí y mi prima me golpeó con la almohada.
- Hay que ir de compras
Me propuso Jin.
- Ya tengo muchas cosas
- Te hace falta un nuevo teléfono,
ni siquiera tienes internet en esa cosa
- Pero…
- Nada de peros – me dijo mi prima
– Cuando te llegué tu carta de aceptación de la Royal, no irás con ese teléfono
- Bueno…
Terminé aceptando con poco ánimo.
- ¡Sí!
Celebró Jin y, tomándome de la mano, me arrastró fuera de la
habitación. Salimos del enorme departamento y entramos en su auto, un “Mercedes” rojo. Llegamos a una calle
repleta de tiendas, y entramos en un iStore.
- Creo que esto estará bien, es un
5S, como el mío
- Es innecesario – le dije, viendo
los iPad y las Mac – Puedo ahorrar, conseguir un trabajo de medio tiempo
- ¡Ay, cállate! – me pidió – Ahora
eres mi hermana, no solo mi prima, y soy mayor que tú por dos meses, así que obedéceme
Me quedé callada y Jin terminó comprando un iPhone 5S como
había dicho, unos audífonos nuevos para su teléfono, un iPad para mí aunque me
negué, la verdad es que no necesitaba uno; y dos estuches para ambas cosas.
Luego fuimos al Starbucks y tomamos frappuccino.
- Caramelo para mí, mocha para ti
– mi prima me entregó mi vaso – A Donghae le gusta el de mocha también, para mí
es feo
- No aprecias su sabor
Bromeé.
- Él también dice eso – rió mi
prima – Sabes… te voy a enseñar a usar mi ropa, sigues pareciendo una
granjerita a pesar de usar Prada
- Bueno… “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”
- ¿Cuál mono?
Preguntó
mi prima y yo reí. Seguimos tomando nuestras bebidas y disfrutando del rato,
Jin compró dos rollos de canela y seguimos conversando. Después fuimos a ver
más tienda
. Luego fuimos al centro de la ciudad, estaba concurrido
como siempre, repleto de turistas y personas apuradas. Levanté la mirada hacia
una gran pantalla y apareció un presentador de noticias.
- El príncipe Donghae cada vez está más descontrolado – dijo el
hombre – Después de salir del
Gyeongbokgung, se montó en su auto y partió a la costa en donde se le vio
fumando y luciendo muy poco formal. Al darse cuenta de las cámaras, les lanzó
su cigarrillo a los fotógrafos y les hizo una seña obscena. Véanlo por ustedes
mismo.
Entonces comenzó a reproducirse un video del príncipe en la
costa, recostado en la capota de su auto, un Porsche rojo. Tenía el cabello
largo y un poco desordenado, una camiseta, unos pantalones de mezclilla y
zapatillas, parecía un chico cualquiera. Estaba fumando y miraba el cielo y
luego giró, gritó una grosería que censuraron y avanzó hacia el camarógrafo, le
lanzó su cigarrillo y luego le alzó el dedo medio. En mi cabeza pude escuchar a
mi papá diciendo lo vergonzoso que era el comportamiento del príncipe. Lo era,
en verdad lo era, un príncipe no debía de comportarse así… bueno, eso pienso.
- Deberían
prohibir pasar estas cosas, hacen quedar mal a Donghae
Se quejó Jin, poniendo en marcha el auto.
- Solo muestran la verdad
Solté y me gané una mirada asesina de mi prima.
- Tú no lo conoces – me dijo de
forma seria – Él no es como todos creen – me dijo – Solo es incomprendido
- Tienes razón
Dije. Volvimos a casa y me encerré en mi habitación. De
nuevo me puse llorar, abrazada a mi almohada y a una fotografía de mis padres
¿Es que el dolor nunca se acabaría? En la cena estuve callada, Jin y mi tía
hablaban de cómo los paparazis cambian los hechos de los actos del príncipe.
- Tenemos
correspondencia
Dijo mi tío, entrando en la casa. Mi tío blandía varias
cartas y mi tía esperaba sonriente.
- ¿Qué es?
Preguntó.
- Tu catalogo, una carta del
príncipe para mi princesa – Jin aplaudió al recibir el sobre - ¿Por qué no
mandó un email? – preguntó mi tío – Y carta de Royal para la genio de la casa
- Y tan genio… quiero estudiar
literatura
Les recordé, tomando la carta y abriéndola.
- ¿Qué dice?
Preguntó mi tía.
- Ingresé
Les informé y mi tía estalló en aplausos.
- Ahora les podré decir a mis
amigas que mis dos hijas entraron en prestigiosas universidades – dijo mi tía y
yo me sentí rara al escuchar “hija” apenas habían pasado días desde la muerte
de mis padres y de la adopción – Una a la mejor escuela de ballet y la otra al
Royal, es la universidad más prestigiosa del país
- Irás a mi alma
mater
Me felicitó tío Jung.
- Tenemos que comprarte ropa
nueva – dijo mi tía – Una computadora nueva, la tuya ya está muy vieja ¡Ya sé!
– gritó mi tía y a mí se me cayó el tenedor – Te compraremos un auto – ahora se
me cayeron los lentes – Verdad niñas… vino la decoradora y con solo ver tus
cosas supo como querrías tu habitación ya que ustedes se fueron, te dejó varios
diseños, escoge uno y si te gusta lo mandamos, y si no, diseñará otro
- Jamás había tenido una
diseñadora de interiores
Reí.
- No hagan planes para mañana,
veremos lo del auto y mandaremos a hacerte nuevas zapatillas de ballet
- Gracias
Jin se levantó y abrazó a su madre. La cena terminó y ambas
subimos a su habitación. Jin daba brincos de alegría y cantaba una canción
sobre estar feliz.
- ¿Qué te envió el príncipe?
Pregunté.
- Fotografías del video que salió
hoy – me contestó ella – Míralas
Tomé el sobre ya abierto y saqué las tres fotos. En ellas se
veía al príncipe. De seguro había buscado el video en internet y había sacado
de ahí las imágenes. Era su culpa, un príncipe no debía de ser así, debía de
ser alguien admirable, responsable, cuidadoso de sus actos, no un chiquillo
queriendo vivir la vida como si cada día fuera el último. El príncipe era tan
inmaduro y mi prima no era de ayuda.
- Sales guapo – dijo Jin y yo
volteé, ella hablaba por teléfono – Ya te he dicho, has tu vida, que seas
príncipe no quiere decir que no puedas divertirte como un adolescente normal
Rodeé mis ojos y salí de la habitación, dejando las fotografías
en la cama. Entré en mi habitación y miré los bosquejos de los diseños, la
decoradora sí que acertó, me encantaban todos, pero uno me gustó más, todo
morado y blanco, muy a mi gusto. Mañana tendría un auto, me preguntaba si
podría elegirlo, aunque algo me decía que sí ¡Tendré un auto! Empecé a sentirme
mareada. Tantos cambios, tan rápidos, y me hacían sentir bien. Me sentía mal
por no extrañar a mis padres. Pensé en mamá y como ella entraría a mi
habitación, y hablaríamos horas y horas sobre la vida. Papá llamaría a mamá y
ella me daría un beso en la frente, luego papá vendría y me ordenaría dormir,
dándome él un beso también. Una gota cayó en mi mano y me di cuenta de que
estaba llorando. Ya no habría más cuentos de terror alrededor de la fogata los
sábados, ya no habría partidos de futbol entre mi papá y yo, ya no abría hora
de lectura familiar, ya no habría… ya no hay nada. Saqué mi teléfono y marqué
un número, uno que había estado deseando marcar.
- ¿Min Jee?
Me contestó su voz.
- ¿Kangin?
Pregunté, intentando aguantar las lágrimas.
- ¡Min! ¿Cómo estás?
Se oía preocupado, él siempre se había preocupado por mí.
-Hola Kangin… - volví saludar -
¿Cómo has estado?
- ¿Estás bien? – me preguntó -
¿Estás llorando?
- Sí
Contesté, limpiándome las lágrimas.
- ¿Es por tus padres?
Me preguntó.
- Sí – contesté – Los extraño
mucho – lloriqueé – Los extraño…
- Calma Princesa – me pidió. Me hizo sentir reconfortada al oír mi viejo
apodo – No llores o lloraré de nuevo
- Extraño todo… - lloriqueé –
Extraño a mis padres, mi casa, a todo el pueblo…
- ¿En dónde estás?
Me preguntó y yo sentí que el corazón se me aceleraba.
- En Seúl
Contesté.
- ¡¿Estás aquí?! – preguntó él y
yo no pude evitar sonreír - ¿Desde cuándo?
- Hace poco – contesté – Vivo en
Seongbukdong – le informé – En una casa
- ¿Qué haces viviendo ahí? – me
preguntó - ¿No es muy caro?
- Estoy viviendo con
mis tíos, son mis tutores legales
Le expliqué.
- Te debes de estar
dando la gran vida
Dijo él riendo.
- Les gusta gastar mucho
Contesté riendo.
- Sí, recuerdo cuando Jin iba a
visitarte – empezó a decir Kangin – Compraba cosas a todos
- Sigue haciéndolo – recordé
riendo – Mañana me comprarán un auto
- ¿Tus tíos no querrán adoptarme?
– me preguntó y yo reí – Te hice reír
- Gracias…
Sonreí. En tiempos anteriores él siempre me hacía reír con
sus ocurrencias. Él había sido mi primer amor, mi primer beso, mi primer
hombre… era difícil de olvidar. La distancia lo había arruinado todo, pero
sabía que esto se podría solucionar, que podríamos volver a ser los mismos de antes.
- Min… yo…
- ¿Podemos vernos? – pregunté,
sintiendo un nudo en el estómago – Eres lo único que tengo de casa aquí
- Claro princesa, nos veremos…
¿Mañana?
Preguntó él.
- Sí… espera, no puedo mañana ¿Te
parece Lunes?
- Lunes será
Hablamos por unos cuantos minutos más y luego nos
despedimos. Fue la primera noche, después de la muerte de mis padres, que
dormía con una sonrisa. Me emocionaba volver a ver a Kangin.
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Espero que les haya gustado!!! Déjenme comentarios
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