Capítulo 2
Oscuro, todo estaba oscuro ¿Dónde estaba? ¿Cómo había
llegado ahí? Escuché voces y luego pasos, entonces abrí los ojos. Estaba en una
habitación de hospital y tenía vendas por todos lados, ningún yeso. La puerta se
abrió y tío Jung Hee entró.
- Despertaste
Tenía los ojos hinchados, parecía que había llorado por
mucho tiempo.
- ¿Qué pasó?
Pregunté, tratando de erguirme, fue inútil.
- Un conductor ebrio los chocó
Contestó él y yo me quedé sorprendida. Recordé la luz y el
impacto, el miedo y el dolor, y, sobre todo, las palabras de mi madre.
- ¿Y mis padres?
Tan pronto como la pregunta salió de mi boca, el rostro de
tío Jung se desencajó. Los ojos se le llenaron de lágrimas y los míos también.
Necesitaba oírlo, necesitaba saber si era cierto o si solo era una pesadilla, y
de ser una pesadilla, quería despertar ya.
- Murieron Min…
Contestó al fin, soltando las lágrimas. Abrí mis ojos y un
gemido se me escapó ¿Muertos? ¿Mis padres estaban muertos? No podía ser cierto
¡No podía! Si esto era una pesadilla, quería despertar ya.
- ¿Qué?
- Lo siento…
- No… puede… ser…
Comencé a llorar. No era una pesadilla, era la vida real,
era mi realidad. Comencé a golpear todo lo que me rodeaba, jalando los cables y
las intravenosas. Lloré y lloré, me sentía enojada, me sentía triste ¿Por qué
yo? ¿Por qué de todas las personas, yo? Mi tío llamó a las enfermeras y me
dieron un calmante, de nuevo todo se puso oscuro.
Permanecí en el hospital por un par de días. Me dieron de
alta y mi tío me llevó a mi casa, todo se veía vacío, no había vida ahí. El
velorio fue horrible, ver los cuerpos de mis padres, inertes, sin hablarme, sin
decirme cuanto me querían. Por si fuera poco, el banco mandó una advertencia,
me quedaría sin casa.
El día del entierro fue horrible, Jin me abrazaba
fuertemente y yo lloraba. No era justo, en verdad no era justo. Fue la primera
vez que vi a mi tía llorar, después de todo, mi madre era su hermana. El
entierro acabó y todos se fueron, entonces el peso de la realidad me golpeó
¿Qué haría ahora? ¿Vivir sola en casa? Yo no podría pagar la deuda de mi padre.
Vi mis sueños derrumbarse y me desmoroné. Caí al suelo y lloré, arrancando el
pasto y golpeando el suelo.
- Min Jee…
Me llamó tío Jung. Yo lo miré, él se veía igual de miserable
que yo. Me abrazó fuertemente y lloró en mi hombro. Me sentía tan triste, tan
enojada, quería golpear algo y llorar, y comer mucho helado de cookies and cream, pero no quería estar
sola.
- ¿Qué haré ahora?
Pregunté. Tía Mi Hi se me acercó, ella había estado mirando
la tumba de mi madre por un largo rato, se veía muy triste. Ella tenía todo el
maquillaje corrido y por primera vez parecía que no le importaba.
- Puedes vivir con nosotros
Dijo tía Hi.
- ¿Qué?
- Tienes diecisiete – me recordó
mi tío – Aún no puedes vivir sola, y… mi hermano nos asignó como tus tutores
legales en caso de…
- ¿Van a adoptarme?
Pregunté con desagrado. No quería vivir en Seúl, no quería
dejar mi casa, no quería dejar mis amigos, no quería dejar mi vida. Miré a mis
tíos, ellos me miraron y mi tía se mordió el labio inferior, ese era un gesto
de mi madre, siempre lo hacía cuando estaba triste por alguien. Lo que menos
quería era la lástima de los demás.
Mis tíos se quedarían el fin de semana conmigo, eso me
gustó, me daba tiempo de pensar que hacer. Podía vivir con mi amiga y trabajar,
pagar una renta e intentar sobrevivir. Jing estaba peinándose frente a mi
espejo, yo estaba tendiendo su cama. Ella y yo éramos muy similares, ambas con
cabellos castaños largos, ojos cafés, y piel blanca; lo que nos diferenciaba
era la estatura, pues yo era más alta que ella. Aún así, ella era tan glamurosa
y bella, y yo parecía un pokemón. Ella me miró y de nuevo me abrazó, pero no
lloré, ya no quería llorar.
- Sabes… sería divertido vivir
juntas – me dijo ella – Deberías pensarlo…
- No lo sé
Dije, mirando el suelo.
- Si viviéramos juntas, tendrías
una gran habitación, tu propio baño, un inmenso closet donde poner toda tu
ropa…
- No me trates de convencer con
lujos – la miré y le sonreí, ella hizo lo mismo – Sabes que nunca me gustó
- Bueno… - Jin se levantó y
comenzó a pasearse por mi habitación – Si mis padres son tus tutores legales
ahora… podrías ir al Royal
Miré a mi prima. Era cierto, mis tíos podrían pagar la
matrícula, y podría vivir tranquila por una vez en mi vida sin preocuparme en
gastos. Pero no podía irme tan sencillo, mis padres habían muerto, no podía
irme así no más.
- Me lo pensaré
Volví a decir. No era tan sencillo, mi familia acababa de
morir y yo no quería irme, este lugar era lo único que tenía. Podía pedirle a
mi tío que me ayudara, que pagara la deuda con el banco ¿Pero después qué? ¿Qué
haría? Mi tío tenía razón, hasta que cumpla dieciocho en diciembre, no podría
vivir sola, no podría hacerme cargo de la granja de mi madre, no podría con
nada, ni conmigo misma, y pedir dinero para todo no estaba en mis planes.
- Niñas, a cenar
- La bruja llama
Rió mi prima. Fuimos a mi pequeña cocina y los cuatro
cenamos lo que mi tía había cocinado, ella siempre se jactaba de ser una gran
cocinera. La verdad, cocinaba rico. Mi madre quemaba hasta el agua, yo era la
que cocinaba, aprendí a la fuerza para poder alimentarme. Pero extrañaría su
comida insípida, extrañaría la comida quemada y tener que llamar a la pizzería,
y extrañaría sus galletas duras.
- Me disculpan, voy a llamar a
Donghae – nos informó Jin – Se suponía que nos veríamos hoy, pero tuvimos que…
- Oh si llámalo
Insistió mi tía.
- Déjalo, le has llamado para
decirle lo mismo unas veinte veces, creo que lo captó
Dijo mi tío, él se veía fastidiado.
- Claro que no, una disculpa nunca
es suficiente
Mi tía lo miró de forma seria.
- Bueno…
Dijo él, soltando un bufido.
- Hola, Donghae, te llamo para
disculparme de nuevo por haberte plantado… - empezó a decir mi prima con su
iPhone en la oreja – Oh sí, todo está triste aquí… Sí… Me haces falta para
poder estar feliz… - mi tía sonrió al oír eso - ¿En serio? – Jin sonrió –
Gracias, eres el mejor… Adiós… Nos vemos… Yo igual
- ¿Qué dice su
alteza?
Pregunté, llevándome a la boca una cucharada de arroz.
- Me preguntó por lo de hoy –
contestó ella – Dice que me invitará a esquiar a los Alpes para que me sienta
mejor – mi tía volvió a sonreír – Y me dijo que me quería…
- ¿No es fabuloso? – preguntó mi
tía – El príncipe en persona invitó a Jin a pasar unos días en el
Gyeongbokgung, la invitó a ver la inauguración de un nuevo edificio – empezó a
enumerar mi tía – Él la invita a muchos sitios, son muy cercanos
- Sí…
Jin Kyong sonrió.
- Quien sabe… tal vez termines
siendo la reina de Corea
Dije yo y Jin sonrió.
- ¿Te imaginas? – me preguntó
ella – He ido a varios de los bailes de sociedad y conozco a todo el mundo –
Jin sonrió - ¡El rey, Min, conozco al rey Donghae III! – exclamó – Su familia
me quiere, excepto Sun Hee…
- Esa niña es una envidiosa, ya
te lo he dicho – dijo mi tía, levantándose de la mesa – Además es muy
antipática
- ¿Quién es Sun Hee?
Pregunté, sintiéndome estúpida por no saber los nombres de
los miembros de la familia real.
-
Im Sun Hee, la prima de su alteza real – contestó Jin – Es la cuarta
en línea de sucesión
- Primero está el príncipe
Donghae, luego su hermana, la princesa Lee Yoora, la tía, la princesa Jae Hwa,
y por último su hija, la princesa Sun Hee
Explicó mi tía.
- ¿Y por qué te envidia?
Pregunté con interés.
- Porque ella nunca será reina –
contestó mi tía – No como mi hija…
Jin sonrió y mi tía también.
- Deberíamos dejar de hablar de
ellos – pidió mi tío – Por si no lo recuerdan, mi hermano ha muerto
- Mi hermana también murió – se
defendió mi tía, levantando los platos – Pero yo sé que a Mi Cha no le gustaría
que yo llorara por su muerte
- Tienes razón, lo
siento mi amor
Se disculpó mi tío y mi tía se limpió una lágrima. De nuevo
el golpe de la realidad nos golpeó, debíamos dejar de fantasear con el
príncipe. Caminé hacia mi habitación y me recosté en mi cama, abracé mi
almohada y me largué a llorar. Estaba sola, ya no tenía padres, no tenía a
nadie. La puerta se abrió y Jin entró.
- Sí sabes que no estás sola
¿Verdad?
La miré. A veces creía que Jin Kyong podía leerme la mente.
Agradecía a todos los santos poder tener una prima como ella, una hermana y
mejor amiga.
- Lo sé
Ella me sonrió y, juntando nuestras camas como cuando éramos
niñas, dormimos hablando de cómo ella y el príncipe habían pasado unas lindas
vacaciones. El fin de semana terminó y tenía que decidir qué hacer. Le dije a
mi tío que pagara la deuda pero que vendiera el terreno, me dolía pero no podía
hacerme cargo de una granja, y un hombre quería expandirse, así que ya teníamos
comprador. Y de esa forma me encontré empacando toda mi ropa, que en algún momento
fue de las temporadas pasadas de Jin, y diciendo adiós a mi casa.
- Vas a estar
bien
Me aseguró mi prima.
- Ojalá
Solté un suspiro mientras el taxi nos llevaba al aeropuerto.
- Te tenemos una sorpresa
Me dijo mi tía.
- ¿Cuál?
Pregunté. Esperaba que me dijeran que tendría la habitación
remodelada donde todo funciona con un control remoto, pero me dijeron:
- Si te llega tu carta del Royal,
te la pagaremos
Soltó mi tío.
- ¿En serio?
Pregunté, intentando no atragantarme con mi saliva.
- ¿No es genial? – Preguntó mi tío
– Tu padre hablaba de lo mucho que querías ir a esa universidad
- Gracias… - dije y no pude evitar
reír – Es que estoy sintiendo que con la muerte de mis padres, me convertí en
una princesa
- Oh… querida… - mi tía me tomó la
mano – No seas dura contigo, tienes que seguir avanzando – asentí ante sus
palabras – Tu habitación la decorarás, ahora solo tiene una cama que nos costó
un fortuna, pero si no te agrada la podemos cambiar, después de todo no cuestan
mucho, podemos contratar a esa decoradora de las estrellas…
Mi tía no perdía la oportunidad de fanfarronear, pero estaba
bien por mí, me iban a dar de todo e iba a vivir como una princesa. Me sentía
triste, extrañaría mi vida, a mis amigos, a Kangin… Pensar en él me hizo
recordar que iría a Seúl, que estaría cerca de él.
- Y cuando lleguemos iremos de
compras, en Seúl están las mejores tiendas, te lo aseguro
- Pero no tengo dinero…
- Tontis, ahora serás mi hermana, tan pronto como los papeles salgan,
serás oficialmente mi hermana
- Lo único bueno es que tenemos
el mismo apellido
Reí.
- ¿Cómo que lo único bueno? –
preguntó mi prima divertida – A muchas chicas les gustaría tener tu suerte,
pasar de granjerita a millonaria en un día – mi prima rió y yo rodeé los ojos –
A puesto que tus amigas se morirán de la envidia
- ¿Cuánto dura el viaje hasta
Seúl?
Pregunté con desesperación. El viaje se me hizo eterno,
realmente eterno. Por fin llegamos y fuimos a buscar las maletas. De los
cuatro, yo era la que tenía más maletas, todas mis cosas estaban ahí. Nos
subimos a un taxi y por fin llegamos a la casa de mis tíos.
Yo recordaba que vivían en un enorme edificio, pero esta era
una enorme casa en Seongbukdong.
Había visto sitios así en la televisión y en películas, no creía que ahora iba
a vivir ahí. Subimos por las escaleras y entramos en la enorme casa de tres
pisos de mis tíos.
- Wow…
Fue lo único que pude decir.
- Los millones de wons valieron la
pena
Rió mi tía y se me calló mi bolso al suelo ¿Tanto podía
costar una casa? Con ese dinero podían mandar a diez niños a estudiar al
extranjero, con ese dinero podías alimentar a todo un país en desarrollo, con
ese dinero… podías cambiar al mundo.
- Ven… te llevaré a tu nueva
habitación
Me dijo mi prima, tomando mi mano y tirando de ella. Subimos
al segundo piso y caminamos hasta la puerta al lado de una que tenía su nombre.
Entramos y me quedé aún más impactada, parecía la habitación de un cuarto de
hotel de lujo. Lo único que le cambiaría sería el color chocolate de las
paredes por morado y las sabanas floreadas por mis sabanas.
- Como dijo mamá, todo esto será
trasladado a la deshabitada y sin amueblar habitación de huéspedes – me explicó
mi prima – Y vendrán mañana la decoradora. Mira el baño, eso sí lo conservarás
Recorrí la habitación. Abrí la puerta a un extremo de la
habitación y entré en el enorme baño, era más grande que mi habitación en mi
pueblo. Miré la tina, no estaba segura si debía de bañarme ahí o nadar, sentí
un cosquilleo en mi interior y quise reír, pero entonces recordé a mis padres.
Salí del baño, también podría meter a alguien ahí y se sentiría feliz de vivir
en mi baño. Pensé en mis amigos, ellos si se sentirían felices de vivir en mi
baño.
- ¿Qué hay aquí?
Pregunté, abriendo dos puertas ¿Creí que el baño era grande?
El closet era aún más grande.
- ¿Qué dices?
- ¿Qué, qué digo? – miré a Jin –
Que ahora tu ropa si va a caber
Jin rió y yo no pude evitar hacer lo mismo. El día se pasó
rápido en Seúl y sin darme cuenta ya había terminado de llenar el closet con mi
vieja ropa nueva, hacerlo me tomó una eternidad. Saqué de mi bolso mi laptop,
ya tenía algunas teclas borrosas y una esquina estaba quiñada, pero era todo lo
que tenía. Me conecté rápidamente al wi-fi, y entré en skype, mi amiga Sunny
estaba conectada, mi mejor amiga desde el jardín de niños.
- ¡Hola!
Saludé.
- ¡Hola!
Saludó ella y entonces aparecieron todos mis amigos.
- ¿Cómo está la vida en Seúl?
Me preguntó Sooyoung.
- Aún no lo sé, acabo de llegar y
desempacar
- ¿Y los ricachones de tus tíos ya
te metieron en la alacena debajo de la escalera[1]?
Me preguntó Minho, un muy buen amigo.
- No, pero me imagino que la
alacena debe de ser igual de enorme
Contesté.
- ¿Qué tan enorme es tu
habitación?
Preguntó Yuri, una chica que… podía entrar en la
clasificación de las personas que me envidiarían por mi mudanza.
- Enorme
Contesté y me levanté de la cama. Les hice un recorrido a
mis amigos por la habitación y cada tanto soltaban expresión como “¡Oh!””¡Wow!” “¡Ah!” a mí me hacían
reír. Volví a la cama y continuamos con la conversación.
- Bueno… sacaste algo bueno de la
muerte de tus padres
Bromeó Minho y yo bajé la mirada.
- ¡Minho imbécil!
Le reprendió Sunny.
- Disculpa…
Me pidió Minho.
- Descuida… - dije, viéndolos a
todos, intentaba que no notaran mi tristeza, pero siempre fui mala ocultado mis
sentimientos – Desde que me fui no he pensado en ellos
- Es mejor así Min Jee… - me dijo
Sunny – Eres joven, no deberías pasar por estas cosas. Pero debes de seguir
adelante y hasta ahora vas muy bien
- Nos has sorprendido – admitió
Soo y mis amigos sintieron – En otras ocasiones te has derrumbado y siempre
hemos estado ahí para ti
- Pero ahora estás sola, lo has
estado desde lo que ocurrió – hablo Yuri – Y lo has hecho muy bien…
- No pienses mucho en tu
tristeza, obvio extrañas a tus padres, y pensarás en ellos, pero piensa en el
futuro – me pidió Minho – No dejes que te derrumben
- De acuerdo…
Les prometí.
- Ahora… - empezó a decir Sunny y
Yuri rió - ¿Qué hay de Kangin?
- No lo sé – contesté – Él sabe lo
de mis padres, pero no le dije que ahora estoy muy cerca de él
- Deberías llamarlo
Me sugirió Soo.
- Ustedes terminaron aún
queriéndose – me recordó Yuri – La distancia fue lo que les preocupaba, ahora
ya no hay tal distancia
- Sí, lo llamaré
Les dije y mis amigos sonrieron.
- Bueno… nos vamos, mañana hay trabajo
- Voy a extrañar ser mesera
- ¿Bromeas? – preguntó Minho –
Ahora usarás Prada, Gucci… irás a buenos lugares a parrandear…
- Los extraño
Ya no pude resistir más y lloré.
- ¡No lo decía para que te pongas
a llorar!
Protestó Minho y yo reí.
- Lo sé, lo siento – me limpié las
lágrimas – Pero es que… no quiero estar aquí
- Sé fuerte, además ahora podrás
ir al Royal
Me recordó Sunny.
- No será lo mismo sin ustedes
- Sunny fue aceptada en una
universidad cerca de ahí, podrán verse los fines de semana, no está muy lejos
Me informó Soo.
- Felicidades…
Llore.
- Si tú quisieras ir ahí también…
podríamos estar juntas
- No quiero ir a otra que no sea
la Royal…
Le recordé.
Bueno… ahora sí, Min, intenta ser
feliz…
Me pidió Soo, quien también lloraba.
- Te extrañamos
Dijo Minho.
- Y yo a ustedes
Solté más lágrimas y me desconecté. Saqué las demás cosas de
mi bolso y encontré mis fotografías. Vi a mis padres conmigo, en cumpleaños, en
la escuela, en premiaciones, en la graduación. Las lágrimas volvieron a llenar
mis ojos y nuevamente me largué a llorar. Me recosté en mi cama y lloré,
abrazando la almohada, con amargura, con tristeza, lloré.
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