Capítulo 14
- No se lo digas a nadie
Le pedí a mi tío.
- Jin ha…
- Lo sé – lloriqueé – Por eso no
quiero que nadie lo sepa
- Siempre dije que ese romance de
cuentos de hadas del que hablaban Hi y ella estaba en sus cabezas, y es verdad
– mi tío rió – Esa mujer está loca – mi tío me miró – Tú tía Mi Hi no puede
saber esto Min Jee, no se lo cuentes ni a tu sombra – me advirtió – Ella hará
cualquier cosa con tal de ver a Jin Kyong ser reina, así el príncipe no la ame
- ¿Cómo me metí en esto tío?
- Son cosas que pasan, pequeña –
me contestó mi tío – Ahora termina de comer, su alteza
Reí por lo bajo. Terminamos nuestro almuerzo y regresamos a
casa, bueno… él me dejó en casa y se regresó al trabajo. Mi tía no estaba como
de costumbre y Jin hablaba animadamente por teléfono con Donghae. En cuanto me
miró, se despidió y colgó.
- ¡Min Jee!
Gritó ella.
- ¿Qué?
- ¡Adivina quién viene a
visitarme!
El alma se me calló a los pies. No estaba lista para verlo.
- ¿El príncipe?
Pregunté, aunque sabía la respuesta.
- ¡Sí! – celebró ella – Pero no
hoy, vendrá la próxima semana, el sábado como a las tres, vendrá antes del
comienzo de clases solo por verme
- Ah… - fue lo único que contesté
– Yo… me voy a mi habitación
- Se llevará una gran sorpresa al
descubrir que eres mi prima – rió Jin y yo la miré - ¿No lo crees?
- Sí, ya lo creo
Contesté, sabiendo que sería exactamente así.
- ¡Sí!
Mi prima iba dando saltitos de la emoción. Caminé hacia mi
habitación y me encerré, ese día tenía que desaparecer. Busqué mi llave, todos
los días lo cambiaba de lugar, ese día estaba encima de las cortinas. Abrí mi
cajón y observé mis regalos y notas. Sonreí ¿Es que en algún momento podría
dejar de ser imposible y complicado? ¿Podría ser feliz?
Los días
siguieron pasando y pronto llegó el viernes antes de que él llegara. Me sentía
ansiosa y nerviosa, no quería verlo, no podía verlo, no con Jin cerca por lo
menos. Era de noche y no lograba conciliar el sueño, entonces tomé mi teléfono
y llamé a Kangin, solo esperaba que estuviera despierto a las tres de la
mañana.
- ¿Min?
Me contestó, se podía escuchar música al fondo, él estaba en
una fiesta.
- ¿Mañana estás libre?
Pregunté.
- A partir del miedo día – me
contestó - ¿Por qué?
- Quiero estar contigo
Contesté.
- Pues… al medio día te busco en
tu casa
- De acuerdo…
Acepté.
- Te quiero…
- Yo… yo igual
Contesté, sin sentirme segura de mis palabras. Colgué antes
de que pudiera decirme algo más. Cerré mis ojos y nuevamente intenté conciliar
el sueño.
La mañana siguiente me sorprendió con un arsenal de personas
en la casa, limpiando y acomodando. En piyama bajé a la cocina para servirme mi
habitual cereal. Había otro batallón ahí, solo que estos eran cocineros. Tomé
el cereal y me regresé a mi habitación.
- ¡Min Jin, no salgas, estás
ensuciando!
Me ordenó mi tía, yo gustosa de no salir. Prendí la
televisión, hace tiempo que no veía televisión. Para mi mala suerte lo que
apareció fue una noticia del príncipe.
- Se ha visto al príncipe heredero con una cara… - comentaba la
anfitriona, soltando una risa burlona – Miren
al pobre, se ve tan triste – pasaron una foto de su rostro, en verdad se
veía triste – Sus fans estuvieron fuera
del Gyeongbokgung con orejas de Ratona, en un intento de alegrarle el día, él
solo las saludó y les envió pizza – en la pantalla se veía al príncipe
saludar, detrás de él habían unos hombres vestidos de blanco con sombreros de
chef, sosteniendo fuentes con pizzas. Él se veía muy distante – Al parecer… estar lejos de su Ratona le ha
afectado. Si nos escuchas señorita Ratona, por favor, haga feliz al príncipe,
de nada nos sirve un Donghae guapo y responsable, si está todo triste, no
queremos que acabe como su padre…
Apagué el televisor y me tapé el rostro con la almohada,
luego grité. La puerta fue golpeada y Jin Kyong entró. Ella me miró sonriente,
sostenía dos vestidos muy bonitos.
- ¿Cuál me pongo? – preguntó – ¿El
rojo o el blanco floreado?
- El rojo, queda con tu cabello
castaño
Contesté, acomodándome los lentes.
- Tú también deberías elegir algo
bueno que ponerte – me sugirió – Él vendrá dentro de poco
- Dijiste que a las tres
- Llegará a la una
Contestó y yo me senté, mirándola fijamente.
- Da igual, yo no voy a estar –
le dije, acomodándome mi cabello en una coleta – Saldré con Kangin
- Me encantaría ser alta como tú
– se quejó ella – Bueno… que te diviertas con tu novio
- Gracias – dije, caminando hacia
mi closet – Lo intentaré al menos
Jin se fue y yo elegí algo que ponerme. Pantalones,
zapatillas y camisetas, lo de siempre. Me metí a la ducha y después de veinte
minutos ya me estaba calzando los zapatos. Me miré al espejo, no entendía por
qué intentaba verme bien si solo iba a salir con Kangin, pero igual me esmeré.
Dieron las doce y Kangin no llegaba, me estaba empezando a poner ansiosa. Pasó
media hora y el príncipe llamó diciendo que ya estaba pronto a llegar, el estómago
se me revolvió. Llamé a Kangin:
- ¿Dónde estás?
Pregunté con nerviosismo.
- En el trabajo
Contestó él, sonaba algo raro.
- ¿A qué hora vendrás?
Pregunté con frustración.
- No creo que pueda
- ¡¿Qué?!
- Es el trabajo, lo siento
Dijo y me colgó. Sentí deseos de matarlo. Miré el reloj, me
asomé por la ventana y vi, como si fuera una película, una limusina negra
acercándose por entre el tráfico, flanqueado por policías. Tomé mis cosas y
salí corriendo. No esperé a que el ascensor llegara, corrí por las escaleras y
sin darme cuenta, los no-sé-cuántos pisos
los bajé. Salí del edificio y corrí hacia donde mis pies me dirigían. Doblé una
esquina y crucé una calle corriendo, el sonido de una bocina me sorprendió y vi
a una limusina al lado del auto que casi me arrolla.
- ¡Lo siento!
Grité.
- ¿Ratona?
Preguntó una voz, entonces lo vi bajando de su limusina. Yo
me despabilé y continué corriendo. Escuchaba sus gritos, pero no podía
detenerme. Sentía la mirada de muchas personas sobre mí, pero yo seguí
corriendo, con suerte llegaría a la universidad en una pieza y con el corazón
en la mano. Iba a buscar a Shandra, era la única que podía alojarme por un día.
***
Bajé del avión y subí en la limusina. Iba a visitar a Jin
Kyong a su casa, me había insistido tanto que para que se callara tuve que
aceptar. Iría a su casas a almorzar con su no muy agradable familia, por lo
menos conocería a su prima. Mientras veía las calles iba pensando en solo una
chica, una sola persona que me interesaba en toda Seúl. No había hablado con mi
Ratona en mucho tiempo y eso me dolía. Las cosas no iban a poder ser, mi padre
estaba peor, y eso solo significaba una cosa, tendría que subir al trono. Por
mi edad, iba a necesitar una esposa si quería subir al trono, pero no la
poseía, ni siquiera tenía novia. Mi tía Jae decía que una buena opción podría
ser la hija del Conde de Incheon, mi abuela decía que la mejor opción era la
hija del Conde de Daegu. Ninguna me gustaba, ninguna era tan bonita como Min Jee,
ninguna era tan enojona como ella, ninguna era tan responsable como ella,
ninguna era tan dedicada como ella, ninguna era ella. Pero no podía condenarla
a esta vida, no podía. Era muy difícil, y por lo que sabía de ella, no quería
más cambios en su vida. Además tenía miedo de que la corona sea una razón por
la cual ella no me quisiera aceptar. Ella misma lo había dicho, ser príncipe
era la razón por la que en un principio no era de su agrado, estaba seguro que
ella me amaba por mí, ella era la que tanto esperaba, pero no podría tenerla.
Había sacado a colación el tema de casarme con una plebeya, me dijeron que dado
el caso de mi madre, que no le gustaba algunas cosas, y le costó la vida, pues
era mi elección (Por lo menos me daban la elección de estar con quien quisiera)
pero tenía que ser alguien como Jin Kyong, que tenía clase y era del agrado de
la aristocracia ¡Pero yo no quería a Jin Kyong! ¡Yo estaba perdidamente
enamorado de una ratona enojona que amaba insultarme!
Seguimos nuestro camino. Yo iba viendo los edificios sin
mucho interés. Entonces se escuchó el estridente sonido de una bocina y mi
limusina frenó abruptamente. Bajé la ventana y miré qué era lo que había
pasado. Él corazón se me detuvo y sin darme cuenta estaba fuera de la limusina.
- ¿Ratona…?
Pregunté con un nudo en la garganta. Parecía sorprendida de
verme ahí, yo también lo estaba. Era el destino, nos quería juntar como sea,
pero mi destino era ser rey, no podía dejarme llevar por el corazón. La miré,
su cabello brillaba y sus ojos me miraban fijamente, estaba hermosa como
siempre. Entonces comenzó a correr lejos de mí. Avancé por entre los carros,
ella corría muy rápido.
- ¡Ratona!
Grité, pero ella no se detuvo, luego desapareció entre las
personas amontonadas. Uno de mis guardias me guió hacia mi limusina y pronto
llegamos al edificio donde vivía Jin Kyong. Entramos y subimos por el ascensor.
En la puerta me esperaban sus padres, su madre me miraba de una forma
espeluznante, me hacía sentir intimidado, su padre me miraba de forma amable,
él me agradaba un poco más.
- ¡Donghae!
Jin corrió hacia mí y me abrazo. Llevaba puesto un bonito
vestido rojo, pero no se veía, ni de cerca, tan bonita como Min.
- Hola
Saludé, devolviéndole el abrazo. Jin Kyong siempre iba a ser
mi amiga pasara lo que pasara, sabía que la podía tener conmigo cuando quisiera
y que podía contarle lo que sea, ella me conocía mejor que nadie, la quería
mucho, era la mejor amiga que una persona podía tener.
- Pasemos a la mesa su alteza
Pidió su madre, haciendo un ademán.
- Todo se ve espléndido
Dije, viendo la mesa con un sinfín de platos, abracé a Jin,
ella me sonrió.
- Mi mamá se esforzó mucho para
complacer tu exquisito paladar
Bromeó ella y yo hice un puchero.
- Ya no tengo un exquisito
paladar, la universidad me lo ha estropeado, ahora como cualquier cosa que
parezca comida
Jin rió y ambos nos sentamos.
- ¿Cómo le está yendo en la
universidad, su alteza?
Preguntó el señor Kim.
- Bien… tuve un promedio de 4.0 el
anterior semestre
- ¡Eso es estupendo su alteza!
Me felicitó la señora Kim y yo asentí sonriente.
- Mi prima también obtuvo ese
promedio, ella es brillante
Me dijo Jin Kyong y yo miré a todos lados, no estaba su
prima.
- Ella salió su alteza – dijo la
señora Kim con la cabeza gacha ¿Y esta qué? ¿Por qué nuca me miraba? Ni que
fuera a matarla por hacerlo – Discúlpela
- No hay problema señora… al fin y
al cabo no la conozco
- Sí la conoces – me aseguró Jin
sonriente – Quería ver tu cara cuando la vieras, pero huyó
- ¿En serio?
Pregunté con confusión.
- Pero ella no es importante en
este momento
Miré a la señora Kim, ella tenía una mirada que helaba mi
sangre, parecía desprecio, crudo y duro.
- Pero…
Quiso decir Jin y su madre la miró severamente, no entendía
nada.
- Si el príncipe nunca reparó en
su presencia, lo más probable es que haya sido de su agrado
- Es lo más probable, la verdad
es que no hice muchos amigos, solo un chico que vivía enfrente
- Lo ves querida…
Las palabras parecían veneno saliendo de sus pintarrajeados
labios. Esa señora me hacía sentir nervioso, era como si ella quisiera
asesinarme, o peor, asesinar a su sobrina. Parecía que no quisiera que supiera
quién era ella.
- Tengo un regalo para ti – le
dije a Jin, buscando la cajita en mi bolsillo – Yo quería pedirte… - saqué la
cajita de mi bolsillo y escuché un estruendo, los cubiertos de su madre se
habían caído, miré a Jin, tenía las mejillas sonrojadas ¿Qué rayos? – Si
querías…
- ¡Sí!
Gritó ella, arrebatándome la caja, yo la miré confundido.
- Auch…- dije, ella abrió la caja
– Mucha emoción por una invitación al cine
- ¿Hello Kitty?
Preguntó ella, viendo el anillo de Hello Kitty que le había
dado.
- ¿Cine?
Preguntó su madre.
- ¿Recuerdas que a los trece me
dijiste que te gustaba mucho Hello Kitty? – le pregunté y ella asintió – El anillo,
el que solo habían hecho diez en todo el mundo y no pudiste conseguirlo, pues
ahora lo tienes
- ¡Wow! – exclamó ella, dándomelo
para que se lo ponga – Es… gracias Donghae
- Lo que sea por ti – sonreí y
ella hizo lo mismo – Sabes que me gusta engreírte
- ¿Y lo del cine?
Preguntó.
- Si quieres… no hay nada bueno
que ver pero… quiero hacer algo de adolescente normal si no les importa señores
Kim
- No, claro
Sonrió el señor Kim, su esposa nos miraba con seriedad.
- Bien – sonrió la señora – Jin
Kyong, vamos a cambiarte para salir, ese vestido es inapropiado para este clima
Las dos mujeres dejaron sus platos a medio comer y se
fueron. Me quedé solo con el señor Kim, terminé mi comida. El señor Kim me
empezó a hablar sobre negocios y la economía del país, la verdad es que era un
poco interesante. Jin salió de su habitación, peinada y maquillada de forma
diferente, le ofrecí mi brazo como tantas otras veces y salimos de su
departamento. Afuera del edificio había un sinfín de camarógrafos, la única que
parecía disfrutarlo era mi amiga. En la limusina ella iba cantando con la
radio, Jin era muy desafinada.
- Esa es una buena canción
- Sí, pero dejas en vergüenza a “Sistar”
Bromeé y ella me dio un zape.
- Que malo eres
Rió ella, haciendo un puchero. Llegamos al cine y entramos,
seguidos por mis guardaespaldas. Compramos los boletos, como la película
comenzaría dentro de una hora, le propuse comer algún postre, así que caminamos
hacia una cafetería del Centro Comercial. Entonces la vi…
Ella iba del brazo con la otra amiga de Sun Hee. Ambas reían
y caminaban hacia una tienda de vestidos ¿Para qué necesitaba Min Jee un
vestido?
- Jin… espera un segundo aquí
Le pedí, caminando hacia la tienda.
- ¿A dónde vas?
Me preguntó, pero la ignoré.
- Distráiganla – le
pedí a mis guardias – Que no vea donde voy – les pedí – Yo iré a otra parte un
segundo
Con miedo me desprendí de mis guardaespaldas, me sentía
expuesto y desprotegido. Corrí hacia la tienda de vestidos, Shandra me quedó
viendo y luego miró el probador con la cortina cerrada. Caminé hacia allí y
sostuve la pesada cortina con una mano.
- No puede entrar joven
Me dijo la encargada, yo la ignoré y entré. Ahí estaba ella
con un vestido lila. Yo la miré y sin poder evitarlo, pues lo venía deseando
desde hace tiempo, la besé. Ella me empujó y salió del probador.
- ¿Qué haces aquí?
Me preguntó.
- Te vi – contesté – Y…
- Creí que las cosas estaban
claras – me dijo, mirándome fijamente – Vámonos
Le pidió a su amiga.
- Ratona…
- Mi nombre es Kim Min Jee – me
corrigió ella – No soy más tu Ratona, eso lo decidiste tú
- Pero…
- ¿Por qué lo haces difícil? – me
preguntó, sus ojos verdes se llenaron de lágrimas - ¿Por qué simplemente no te
vas? – me preguntó - ¡Desaparece! – me gritó - ¡Solo vete que no quiero verte!
Sus palabras me dolieron, pero supongo que las mías también
debieron de dolerle en su momento. Miré a la encargada y a Yang Mi, luego miré
a Min, ella ya estaba llorando. Sentí una presión en mi pecho y luego algo
haciendo cosquillas mi mejilla, era una lágrima. Me la limpié y salí de la
tienda. Volví a la cafetería y me senté, sabía que Jin Kyong me miraba, yo no
quería verla.
- ¿Qué ha pasado?
Me preguntó.
- Nada – mentí, respirando
hondamente – Me fui para poder pensar
- ¿Pensar en qué?
Me preguntó ella y yo la miré. Tenía que decírselo a
alguien, sino, explotaría.
- Me he enamorado – contesté,
jugueteando con sus dedos y el anillo que le acaba de regalar – De una plebeya
- ¿En serio?
Preguntó, mirándome de forma extraña, parecía querer
sonreír. Ella sabía lo amargado que estaba, debía de alegrarle el saber que
encontré a alguien. Pero lamentablemente no podía estar con ella.
- Sí – contesté – Pero aunque la
amo, no puedo estar con ella
- ¿Por qué no? – preguntó ella,
mirándome con el entrecejo fruncido – Si la amas, haz lo que sea necesario para
estar con ella
- Es más complicado que eso…
- Donghae… eres el príncipe
heredero, puedes estar con quien te plazca y el mundo debe de aceptarlo – me
dijo ella y yo asentí, por primera vez ella me estaba diciendo algo cierto – Si
amas a esta plebeya, haz lo que sea para estar con ella, no te debe de importar
lo que los nobles, tu familia, el vecino, digan – reí al oír eso, incluso
siendo seria ella sonaba cómica – Ve por ella, porque ella también te ama
- ¿En serio?
Pregunté, aunque no sabía cómo ella pudiera conocer a Min
Jee.
- Sí – ella me sonrió – Ve por
ella
- Tienes razón – dije al final –
Ahora sí va a dejar de importarme lo que ellos digan, la amo, y voy a estar con
ella así tenga que renunciar a la corona – me levanté y abracé a Jin – Te
quiero mucho
- Yo también – le sonreí – Tenemos
que luchar por lo que queremos
- Por primera vez tienes toda la
razón
- Siempre
la tengo
Hola! :D
ResponderEliminarAmo esta novela, es genial
Me encanta como narras n.n
siguela porfavor! :)