sábado, 16 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 14

Capítulo 14


- No se lo digas a nadie
Le pedí a mi tío.
- Jin ha…
- Lo sé – lloriqueé – Por eso no quiero que nadie lo sepa
- Siempre dije que ese romance de cuentos de hadas del que hablaban Hi y ella estaba en sus cabezas, y es verdad – mi tío rió – Esa mujer está loca – mi tío me miró – Tú tía Mi Hi no puede saber esto Min Jee, no se lo cuentes ni a tu sombra – me advirtió – Ella hará cualquier cosa con tal de ver a Jin Kyong ser reina, así el príncipe no la ame
- ¿Cómo me metí en esto tío?
- Son cosas que pasan, pequeña – me contestó mi tío – Ahora termina de comer, su alteza
Reí por lo bajo. Terminamos nuestro almuerzo y regresamos a casa, bueno… él me dejó en casa y se regresó al trabajo. Mi tía no estaba como de costumbre y Jin hablaba animadamente por teléfono con Donghae. En cuanto me miró, se despidió y colgó.
- ¡Min Jee!
Gritó ella.
- ¿Qué?
- ¡Adivina quién viene a visitarme!
El alma se me calló a los pies. No estaba lista para verlo.



- ¿El príncipe?
Pregunté, aunque sabía la respuesta.
- ¡Sí! – celebró ella – Pero no hoy, vendrá la próxima semana, el sábado como a las tres, vendrá antes del comienzo de clases solo por verme
- Ah… - fue lo único que contesté – Yo… me voy a mi habitación
- Se llevará una gran sorpresa al descubrir que eres mi prima – rió Jin y yo la miré - ¿No lo crees?
- Sí, ya lo creo
Contesté, sabiendo que sería exactamente así.
- ¡Sí!
Mi prima iba dando saltitos de la emoción. Caminé hacia mi habitación y me encerré, ese día tenía que desaparecer. Busqué mi llave, todos los días lo cambiaba de lugar, ese día estaba encima de las cortinas. Abrí mi cajón y observé mis regalos y notas. Sonreí ¿Es que en algún momento podría dejar de ser imposible y complicado? ¿Podría ser feliz?
Los días siguieron pasando y pronto llegó el viernes antes de que él llegara. Me sentía ansiosa y nerviosa, no quería verlo, no podía verlo, no con Jin cerca por lo menos. Era de noche y no lograba conciliar el sueño, entonces tomé mi teléfono y llamé a Kangin, solo esperaba que estuviera despierto a las tres de la mañana.

- ¿Min?
Me contestó, se podía escuchar música al fondo, él estaba en una fiesta.
- ¿Mañana estás libre?
Pregunté.
- A partir del miedo día – me contestó - ¿Por qué?
- Quiero estar contigo
Contesté.
- Pues… al medio día te busco en tu casa
- De acuerdo…
Acepté.
- Te quiero…
- Yo… yo igual
Contesté, sin sentirme segura de mis palabras. Colgué antes de que pudiera decirme algo más. Cerré mis ojos y nuevamente intenté conciliar el sueño.
La mañana siguiente me sorprendió con un arsenal de personas en la casa, limpiando y acomodando. En piyama bajé a la cocina para servirme mi habitual cereal. Había otro batallón ahí, solo que estos eran cocineros. Tomé el cereal y me regresé a mi habitación.
- ¡Min Jin, no salgas, estás ensuciando!
Me ordenó mi tía, yo gustosa de no salir. Prendí la televisión, hace tiempo que no veía televisión. Para mi mala suerte lo que apareció fue una noticia del príncipe.
- Se ha visto al príncipe heredero con una cara… - comentaba la anfitriona, soltando una risa burlona – Miren al pobre, se ve tan triste – pasaron una foto de su rostro, en verdad se veía triste – Sus fans estuvieron fuera del Gyeongbokgung con orejas de Ratona, en un intento de alegrarle el día, él solo las saludó y les envió pizza – en la pantalla se veía al príncipe saludar, detrás de él habían unos hombres vestidos de blanco con sombreros de chef, sosteniendo fuentes con pizzas. Él se veía muy distante – Al parecer… estar lejos de su Ratona le ha afectado. Si nos escuchas señorita Ratona, por favor, haga feliz al príncipe, de nada nos sirve un Donghae guapo y responsable, si está todo triste, no queremos que acabe como su padre…
Apagué el televisor y me tapé el rostro con la almohada, luego grité. La puerta fue golpeada y Jin Kyong entró. Ella me miró sonriente, sostenía dos vestidos muy bonitos.
- ¿Cuál me pongo? – preguntó – ¿El rojo o el blanco floreado?
- El rojo, queda con tu cabello castaño
Contesté, acomodándome los lentes.
- Tú también deberías elegir algo bueno que ponerte – me sugirió – Él vendrá dentro de poco
- Dijiste que a las tres
- Llegará a la una
Contestó y yo me senté, mirándola fijamente.
- Da igual, yo no voy a estar – le dije, acomodándome mi cabello en una coleta – Saldré con Kangin
- Me encantaría ser alta como tú – se quejó ella – Bueno… que te diviertas con tu novio
- Gracias – dije, caminando hacia mi closet – Lo intentaré al menos
Jin se fue y yo elegí algo que ponerme. Pantalones, zapatillas y camisetas, lo de siempre. Me metí a la ducha y después de veinte minutos ya me estaba calzando los zapatos. Me miré al espejo, no entendía por qué intentaba verme bien si solo iba a salir con Kangin, pero igual me esmeré. Dieron las doce y Kangin no llegaba, me estaba empezando a poner ansiosa. Pasó media hora y el príncipe llamó diciendo que ya estaba pronto a llegar, el estómago se me revolvió. Llamé a Kangin:
- ¿Dónde estás?
Pregunté con nerviosismo.
- En el trabajo
Contestó él, sonaba algo raro.
- ¿A qué hora vendrás?
Pregunté con frustración.
- No creo que pueda
- ¡¿Qué?!
- Es el trabajo, lo siento
Dijo y me colgó. Sentí deseos de matarlo. Miré el reloj, me asomé por la ventana y vi, como si fuera una película, una limusina negra acercándose por entre el tráfico, flanqueado por policías. Tomé mis cosas y salí corriendo. No esperé a que el ascensor llegara, corrí por las escaleras y sin darme cuenta, los no-sé-cuántos pisos los bajé. Salí del edificio y corrí hacia donde mis pies me dirigían. Doblé una esquina y crucé una calle corriendo, el sonido de una bocina me sorprendió y vi a una limusina al lado del auto que casi me arrolla.
- ¡Lo siento!
Grité.
- ¿Ratona?
Preguntó una voz, entonces lo vi bajando de su limusina. Yo me despabilé y continué corriendo. Escuchaba sus gritos, pero no podía detenerme. Sentía la mirada de muchas personas sobre mí, pero yo seguí corriendo, con suerte llegaría a la universidad en una pieza y con el corazón en la mano. Iba a buscar a Shandra, era la única que podía alojarme por un día.


***
Bajé del avión y subí en la limusina. Iba a visitar a Jin Kyong a su casa, me había insistido tanto que para que se callara tuve que aceptar. Iría a su casas a almorzar con su no muy agradable familia, por lo menos conocería a su prima. Mientras veía las calles iba pensando en solo una chica, una sola persona que me interesaba en toda Seúl. No había hablado con mi Ratona en mucho tiempo y eso me dolía. Las cosas no iban a poder ser, mi padre estaba peor, y eso solo significaba una cosa, tendría que subir al trono. Por mi edad, iba a necesitar una esposa si quería subir al trono, pero no la poseía, ni siquiera tenía novia. Mi tía Jae decía que una buena opción podría ser la hija del Conde de Incheon, mi abuela decía que la mejor opción era la hija del Conde de Daegu. Ninguna me gustaba, ninguna era tan bonita como Min Jee, ninguna era tan enojona como ella, ninguna era tan responsable como ella, ninguna era tan dedicada como ella, ninguna era ella. Pero no podía condenarla a esta vida, no podía. Era muy difícil, y por lo que sabía de ella, no quería más cambios en su vida. Además tenía miedo de que la corona sea una razón por la cual ella no me quisiera aceptar. Ella misma lo había dicho, ser príncipe era la razón por la que en un principio no era de su agrado, estaba seguro que ella me amaba por mí, ella era la que tanto esperaba, pero no podría tenerla. Había sacado a colación el tema de casarme con una plebeya, me dijeron que dado el caso de mi madre, que no le gustaba algunas cosas, y le costó la vida, pues era mi elección (Por lo menos me daban la elección de estar con quien quisiera) pero tenía que ser alguien como Jin Kyong, que tenía clase y era del agrado de la aristocracia ¡Pero yo no quería a Jin Kyong! ¡Yo estaba perdidamente enamorado de una ratona enojona que amaba insultarme!
Seguimos nuestro camino. Yo iba viendo los edificios sin mucho interés. Entonces se escuchó el estridente sonido de una bocina y mi limusina frenó abruptamente. Bajé la ventana y miré qué era lo que había pasado. Él corazón se me detuvo y sin darme cuenta estaba fuera de la limusina.
- ¿Ratona…?
Pregunté con un nudo en la garganta. Parecía sorprendida de verme ahí, yo también lo estaba. Era el destino, nos quería juntar como sea, pero mi destino era ser rey, no podía dejarme llevar por el corazón. La miré, su cabello brillaba y sus ojos me miraban fijamente, estaba hermosa como siempre. Entonces comenzó a correr lejos de mí. Avancé por entre los carros, ella corría muy rápido.
- ¡Ratona!
Grité, pero ella no se detuvo, luego desapareció entre las personas amontonadas. Uno de mis guardias me guió hacia mi limusina y pronto llegamos al edificio donde vivía Jin Kyong. Entramos y subimos por el ascensor. En la puerta me esperaban sus padres, su madre me miraba de una forma espeluznante, me hacía sentir intimidado, su padre me miraba de forma amable, él me agradaba un poco más.
   - ¡Donghae!
Jin corrió hacia mí y me abrazo. Llevaba puesto un bonito vestido rojo, pero no se veía, ni de cerca, tan bonita como Min.
- Hola
Saludé, devolviéndole el abrazo. Jin Kyong siempre iba a ser mi amiga pasara lo que pasara, sabía que la podía tener conmigo cuando quisiera y que podía contarle lo que sea, ella me conocía mejor que nadie, la quería mucho, era la mejor amiga que una persona podía tener.
- Pasemos a la mesa su alteza
Pidió su madre, haciendo un ademán.
- Todo se ve espléndido
Dije, viendo la mesa con un sinfín de platos, abracé a Jin, ella me sonrió.
- Mi mamá se esforzó mucho para complacer tu exquisito paladar
Bromeó ella y yo hice un puchero.
- Ya no tengo un exquisito paladar, la universidad me lo ha estropeado, ahora como cualquier cosa que parezca comida
Jin rió y ambos nos sentamos.
- ¿Cómo le está yendo en la universidad, su alteza?
Preguntó el señor Kim.
- Bien… tuve un promedio de 4.0 el anterior semestre
- ¡Eso es estupendo su alteza!
Me felicitó la señora Kim y yo asentí sonriente.
- Mi prima también obtuvo ese promedio, ella es brillante
Me dijo Jin Kyong y yo miré a todos lados, no estaba su prima.
- Ella salió su alteza – dijo la señora Kim con la cabeza gacha ¿Y esta qué? ¿Por qué nuca me miraba? Ni que fuera a matarla por hacerlo – Discúlpela
- No hay problema señora… al fin y al cabo no la conozco
- Sí la conoces – me aseguró Jin sonriente – Quería ver tu cara cuando la vieras, pero huyó
- ¿En serio?
Pregunté con confusión.
- Pero ella no es importante en este momento
Miré a la señora Kim, ella tenía una mirada que helaba mi sangre, parecía desprecio, crudo y duro.
- Pero…
Quiso decir Jin y su madre la miró severamente, no entendía nada.
- Si el príncipe nunca reparó en su presencia, lo más probable es que haya sido de su agrado
- Es lo más probable, la verdad es que no hice muchos amigos, solo un chico que vivía enfrente
- Lo ves querida…
Las palabras parecían veneno saliendo de sus pintarrajeados labios. Esa señora me hacía sentir nervioso, era como si ella quisiera asesinarme, o peor, asesinar a su sobrina. Parecía que no quisiera que supiera quién era ella.
- Tengo un regalo para ti – le dije a Jin, buscando la cajita en mi bolsillo – Yo quería pedirte… - saqué la cajita de mi bolsillo y escuché un estruendo, los cubiertos de su madre se habían caído, miré a Jin, tenía las mejillas sonrojadas ¿Qué rayos? – Si querías…
- ¡Sí!
Gritó ella, arrebatándome la caja, yo la miré confundido.
- Auch…- dije, ella abrió la caja – Mucha emoción por una invitación al cine
- ¿Hello Kitty?
Preguntó ella, viendo el anillo de Hello Kitty que le había dado.
- ¿Cine?
Preguntó su madre.
- ¿Recuerdas que a los trece me dijiste que te gustaba mucho Hello Kitty? – le pregunté y ella asintió – El anillo, el que solo habían hecho diez en todo el mundo y no pudiste conseguirlo, pues ahora lo tienes
- ¡Wow! – exclamó ella, dándomelo para que se lo ponga – Es… gracias Donghae
- Lo que sea por ti – sonreí y ella hizo lo mismo – Sabes que me gusta engreírte
- ¿Y lo del cine?
Preguntó.
- Si quieres… no hay nada bueno que ver pero… quiero hacer algo de adolescente normal si no les importa señores Kim
- No, claro
Sonrió el señor Kim, su esposa nos miraba con seriedad.
- Bien – sonrió la señora – Jin Kyong, vamos a cambiarte para salir, ese vestido es inapropiado para este clima
Las dos mujeres dejaron sus platos a medio comer y se fueron. Me quedé solo con el señor Kim, terminé mi comida. El señor Kim me empezó a hablar sobre negocios y la economía del país, la verdad es que era un poco interesante. Jin salió de su habitación, peinada y maquillada de forma diferente, le ofrecí mi brazo como tantas otras veces y salimos de su departamento. Afuera del edificio había un sinfín de camarógrafos, la única que parecía disfrutarlo era mi amiga. En la limusina ella iba cantando con la radio, Jin era muy desafinada.
- Esa es una buena canción
- Sí, pero dejas en vergüenza a “Sistar”
Bromeé y ella me dio un zape.
- Que malo eres
Rió ella, haciendo un puchero. Llegamos al cine y entramos, seguidos por mis guardaespaldas. Compramos los boletos, como la película comenzaría dentro de una hora, le propuse comer algún postre, así que caminamos hacia una cafetería del Centro Comercial. Entonces la vi…
Ella iba del brazo con la otra amiga de Sun Hee. Ambas reían y caminaban hacia una tienda de vestidos ¿Para qué necesitaba Min Jee un vestido?
- Jin… espera un segundo aquí
Le pedí, caminando hacia la tienda.
- ¿A dónde vas?
Me preguntó, pero la ignoré.
  - Distráiganla – le pedí a mis guardias – Que no vea donde voy – les pedí – Yo iré a otra parte un segundo
Con miedo me desprendí de mis guardaespaldas, me sentía expuesto y desprotegido. Corrí hacia la tienda de vestidos, Shandra me quedó viendo y luego miró el probador con la cortina cerrada. Caminé hacia allí y sostuve la pesada cortina con una mano.
- No puede entrar joven
Me dijo la encargada, yo la ignoré y entré. Ahí estaba ella con un vestido lila. Yo la miré y sin poder evitarlo, pues lo venía deseando desde hace tiempo, la besé. Ella me empujó y salió del probador.
- ¿Qué haces aquí?
Me preguntó.
- Te vi – contesté – Y…
- Creí que las cosas estaban claras – me dijo, mirándome fijamente – Vámonos
Le pidió a su amiga.
- Ratona…
- Mi nombre es Kim Min Jee – me corrigió ella – No soy más tu Ratona, eso lo decidiste tú
- Pero…
- ¿Por qué lo haces difícil? – me preguntó, sus ojos verdes se llenaron de lágrimas - ¿Por qué simplemente no te vas? – me preguntó - ¡Desaparece! – me gritó - ¡Solo vete que no quiero verte!


Sus palabras me dolieron, pero supongo que las mías también debieron de dolerle en su momento. Miré a la encargada y a Yang Mi, luego miré a Min, ella ya estaba llorando. Sentí una presión en mi pecho y luego algo haciendo cosquillas mi mejilla, era una lágrima. Me la limpié y salí de la tienda. Volví a la cafetería y me senté, sabía que Jin Kyong me miraba, yo no quería verla.
 - ¿Qué ha pasado?
Me preguntó.
- Nada – mentí, respirando hondamente – Me fui para poder pensar
- ¿Pensar en qué?
Me preguntó ella y yo la miré. Tenía que decírselo a alguien, sino, explotaría.
- Me he enamorado – contesté, jugueteando con sus dedos y el anillo que le acaba de regalar – De una plebeya
- ¿En serio?
Preguntó, mirándome de forma extraña, parecía querer sonreír. Ella sabía lo amargado que estaba, debía de alegrarle el saber que encontré a alguien. Pero lamentablemente no podía estar con ella.
- Sí – contesté – Pero aunque la amo, no puedo estar con ella
- ¿Por qué no? – preguntó ella, mirándome con el entrecejo fruncido – Si la amas, haz lo que sea necesario para estar con ella
- Es más complicado que eso…
- Donghae… eres el príncipe heredero, puedes estar con quien te plazca y el mundo debe de aceptarlo – me dijo ella y yo asentí, por primera vez ella me estaba diciendo algo cierto – Si amas a esta plebeya, haz lo que sea para estar con ella, no te debe de importar lo que los nobles, tu familia, el vecino, digan – reí al oír eso, incluso siendo seria ella sonaba cómica – Ve por ella, porque ella también te ama
- ¿En serio?
Pregunté, aunque no sabía cómo ella pudiera conocer a Min Jee.
- Sí – ella me sonrió – Ve por ella
- Tienes razón – dije al final – Ahora sí va a dejar de importarme lo que ellos digan, la amo, y voy a estar con ella así tenga que renunciar a la corona – me levanté y abracé a Jin – Te quiero mucho
- Yo también – le sonreí – Tenemos que luchar por lo que queremos
- Por primera vez tienes toda la razón
- Siempre la tengo

1 comentario:

  1. Hola! :D

    Amo esta novela, es genial
    Me encanta como narras n.n
    siguela porfavor! :)

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