jueves, 21 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 17

Capítulo 17



- Hola…
Contesté con desgano.
- ¿Estás ocupada?
Me preguntó.
- No – mentí - ¿Por qué?
- ¿Quieres venir?
Miré a la entrenadora, la práctica iba a dar comienzo.
- Dentro de dos horas salgo
- Dijiste que no estabas ocupada
Dijo él.
- ¿No tienes trabajo?
Pregunté.
- Sí, y ya lo terminé – contestó él – Y no tengo clases más tarde
- Espérame dos horas entonces
Pedí.
- De acuerdo… - aceptó él con fastidio – Te espero – dijo – Ven sexy
- Adiós Kangin
Miré de nuevo al príncipe y mi corazón se estrujó. Kangin era mi novio desde hace dos años, tal vez no era perfecto, tal vez no me trataba como yo quisiera, pero por lo menos podía estar con él. Él conocía todo acerca de mí, y yo conocía todo acerca de él, me conocía muy bien. Yo no sabía nada de Donghae, absolutamente nada, yo no era Jin Kyong. Tal vez ella era la mejor opción para él, incluso mejor que una noble, ella lo comprendía realmente ¿Pero si no lo conocía, cómo es que llegué a quererlo tanto? Todo se resumía a esa típica frase “Del odio al amor solo hay un paso” aunque también podía usar la frase “Los polos opuestos se atraen” Era inevitable, había sido inevitable.
- ¡Señoritas! – llamó la entrenadora - ¡Comencemos! – volví a entrar en la pista – Dentro de poco será la competencia de universidades
Una buena sesión de ejercicios era lo ideal para poder despegar mi mente. Me sentía libre mientras volaba por los aires y aterrizaba sobre el patín, no sé cómo es que no me quise dedicar a esto y solo lo tomé como pasatiempo. Después de un discurso largo sobre cómo algunas debían de mejorar su técnica y como yo no debo de intentar dar más vueltas de las que puedo, la práctica terminó. Fui a las duchas y después de cinco minutos salí de las pistas, ahí estaba Hae esperándome, yo lo miré e intenté seguir mi camino, pero él me lo impidió.
- No te vayas…
Me pidió, sosteniéndome.
- Debo hacerlo… - le miré – No nos engañemos Hae…
- No me engaño
- Pero yo sí lo haría – él me miró con confusión – No soy la indicada para su alteza
Hice una reverencia y me alejé a paso rápido. El camino a casa de Kangin fue más rápido del que me hubiera gustado, no tuve tiempo de pensar en nada. Toqué el botón de intercomunicador entré en el edificio. Subí por el ascensor y llegué a su puerta, toqué la puerta y Kangin al instante me recibió con un húmedo beso lleno de deseo.

Tenía la cabeza apoyada en su pecho, su corazón latía con rapidez y yo me sentía a gusto. Él me acariciaba la espalda y yo pasaba mis dedos por su pecho desnudo, intentaba no sentirme rara, pero lo hacía. No quería a Kangin, ya no, no sé cómo pasó, pero aunque me sentía a gusto, ya no era lo mismo, y sin embargo me acababa de acostar con él.
- ¿Estás bien?
Me preguntó, yo lo miré.
- Simplemente estoy pensando
Contesté.
- ¿En qué?
Me alcé un poco y lo besé. Esperaba poder sentir las chispas en mi interior, pero no las sentí. De pronto sentí vergüenza de estar desnuda frente a él. Me senté en la cama y me coloqué la ropa interior y mi camiseta.
- ¿Te acuerdas lo que siempre decía cuando tenías tus momentos buenos?
Le pregunté y él me miró con una ceja alzada.
- Que… te gustaría vivir en una gran casa, con una mascota, un gran auto y mucho dinero
- Además de eso
Dije, mirándolo. Él frunció el entrecejo y me miró.
- No lo sé
Contestó y yo suspiré.
- Que me gustaría tener todo eso contigo
Kangin puso los ojos en blanco, eso me dolió.
- Eres muy joven para pensar eso
- Lo sé – miré mis manos – Simplemente…
- Tengo diecinueve – me dijo y yo lo miré – Tú tienes dieciocho, es muy… extraño que pienses así – me miró con una sonrisa burlona – Tengo… el trabajo de mis sueños, y la verdad es que no creí poder conseguirlo – él soltó una sonrisa – No puedo pensar en casas y cosas así, debo de pensar solo en mí
- ¿Jamás has pensado en un futuro juntos?
- ¡Por Dios, Min Jee! – gritó él y yo me estremecí - ¿Por qué estás pensando tanto acerca del futuro?
- Por nada… - mentí – Lo siento…
Kangin no dijo nada más. Yo me terminé de vestir y me fui, él solo me dio un beso de despedida. En lugar de volver a casas fui al parque, a sentarme en la misma banca donde me sentaba. Me puse a pensar en Kangin, en cómo lo nuestro no tenía futuro y como sin embargo no quería dejarlo. No lo haría porque era la opción segura, seguir con él a pesar de que no era lo mismo, era más seguro que aventurarme en un romance con el príncipe heredero. Prefería mil veces que Kangin me termine a tener que sufrir por estar con Donghae. Mi padre me llamaría cobarde, pero con tanto sufrimiento en los últimos meses, ya no quería más sufrimiento. Mi teléfono comenzó a sonar, era Jin.
- Hola
- ¿Dónde estás? – preguntó – Llega ya, mi mamá no está y saldré al cine con Donghae
- Oh… - sentí una presión en el pecho – Voy enseguida
Subí de nuevo en mi auto y llegué a mi edificio. Jin estaba colocándose sus aretes mientras salía a paso veloz del departamento. Tal vez este era mi destino, quedarme sola de por vida. Por un lado estaba que me había quedado huérfana y las personas con las que vivía me hacían saber a cada instante lo sola que estaba; luego tenía a un novio que no me quería y yo no quería, y que aún así no acabábamos, y por otra parte estaba el chico perfecto con el que tenía miedo de estar.
Tomé mis cosas y comencé a estudiar. Necesitaba tener la mente ocupada en otra cosa que no sea el príncipe y Kangin. Mi teléfono volvió a sonar y vi que era un mensaje de Sun Hee:

Mira la televisión, el canal de Espectáculos

Obedecí, y encendí el televisor. En el canal de espectáculos estaban hablando de la foto que se había filtrado en internet, donde el príncipe y yo sonreíamos sentados en una mesa de la cafetería. Alcé el volumen y me senté atenta.
- Y esta jovencita… - empezó a decir la anfitriona del programa – Ha estado habiendo especulaciones de que esta señorita podría ser la famosa “Ratona” – miré la pantalla totalmente aterrada  - ¿Ustedes qué creen?
- Pues él ha posteado en Twitter cosas muy interesantes en la última hora
Dijo el otro anfitrión.
- Sí, ahí están
En la pantalla aparecieron los tweet de Donghae:

A veces, tener mucho dinero,
una corona, un título nobiliario,
poder, el mundo en tu mano, no te da felicidad


Cuando uno quiere algo,
no debe de importarle lo que los demás digan,
uno debe de luchar por lo que quiere, y es justo lo que voy a hacer.


Me siento solo desde
 que un ratón de biblioteca me mordió en el pecho y huyó


- Debe de seguir muy deprimido por esta chica
- Tal vez “Ratona” sea una metáfora, o algo que lo entretiene, no una persona
Dijo tercer anfitrión.
- ¿Qué me dicen de su amiga Kim Jin Kyong? – preguntó la anfitriona – Hace poco se les vio entrar a un cine…
La televisión se apagó de pronto. Mi tía estaba parada sosteniendo el cable.



No había notado cuando apareció, y hubiera deseado que apareciera cuando no tuviera una noticia del príncipe en mi televisor. Ella me miraba de una forma extraña, parecía que estudiaba mi rostro, mi corazón, mi mente, mi alma. Avanzó, haciendo sonar los tacones, me miró y puso sus manos, con uñas largas, sobre mis hombros. Apretó un poco y yo hice una mueca de dolor.
- ¿Qué significa esto?
Preguntó lentamente, haciendo que me estremeciera.
- No… no lo sé
- ¡No mientas!
Gritó, dándome una bofetada.




- ¡En verdad no lo sé!
La miré aterrada, sosteniéndome la mejilla con una mano. Apreté los dientes para no llorar. Mi tía tenía una mirada de furia, parecía que sus ojos echaran fuego.
- Jin Kyong está con él ahora – me dijo, acercándose a mí de nuevo, yo empecé a retroceder – Ellos han estado juntos desde siempre ¿Lo sabes?
- S… sí…
Tartamudeé.
- No querrás verla infeliz ¿Verdad?
Mi tía me miró. Yo la miré también, sintiendo como la mejilla me palpitaba. No, por supuesto que no quería que ella sufriera, ella era precisamente una de las personas por las cuales no quería aceptar a Donghae. Mi tía me miró y sonrió de forma burlesca.
- N… no
Contesté con miedo.
- Querida… - susurró, acariciando mi cabello – Recuerda que solo eres una huérfana con suerte – mi tía tiró de un mechón de mi cabello y yo solté un grito de dolor – No encajas aquí
Entonces me lanzó al suelo.
- Eres mi única tía – lloré sin poder contenerme - ¿Cómo puedes decirme algo así?



- ¿Cómo es que se debe de tratar a la plebe? – me preguntó ella, mirándome de forma burlona – Mi hija será la reina y no permitiré que zorras como tú se interpongan entre ella y su amor verdadero
Mi tía se fue, cerrando mi puerta. Cerré con llave la puerta y, recostada en la puerta, me largué a llorar.



Solo veía dolor y sufrimiento en mi futuro, en mi vida ¿Es que jamás podría ser feliz? ¿Para esto fui adoptada por ellos? ¡Yo no tengo la culpa de que Donghae se haya enamorado de mí! Jin Kyong volvió de su cita con Donghae. Iba contando cómo los paparazis de nuevo la siguieron y tomaron fotos. Yo me dediqué ver el techo, ahora todo iba a ser más difícil.
La mañana siguiente no desayuné en casa, no quería encontrarme con mi tía. Llegué a la universidad y caminé hacia la cafetería con paso veloz. Todos me miraron cando entré, todos empezaron a murmurar cosas, sabía que era acerca del príncipe y yo. Compré mi café y salí de la cafetería. Llegué a la biblioteca y me senté en la primera mesa libre que encontré.
- ¿Es ella?
Murmuraba una chica a su compañero.
- Sí… creo – le contestó él chico - ¿Leíste el nuevo tweet del príncipe?
- No
Le contestó la chica.
- Dice… - escuché como el chico sacaba algo de su mochila – “Los días se ven cada vez más solitarios y desolados ¿Dónde quedó el “Feliz para siempre” que se ve en los cuentos de hada? Yo no quiero una cenicienta, yo quiero a la Ratona que le hizo el vestido”
- ¿No es romántico?
Preguntó la chica.
- Supongo… - dijo el chico – Mira, hay otro: “Grito desesperado dentro de cuatro paredes por el dolor e impotencia que siento al tener todo y nada a la vez ¿Dónde está mi corazón? ¿Dónde está mi alma?”
- ¿Podrían dejar de hablar? – les pedí y ellos me miraron – Algunos intentamos estudiar
- Creo que no somos discretos…
Rió la chica en murmullos.
- Creo que debe de sentirse abrumada de que todo el mundo la presione a estar con él
No aguanté más y, tomando mis cosas, me largué de ahí. Caminaba por los pasillos y sentía a las personas viéndome, todas murmuraban por los malditos tweets del príncipe. Doblé la esquina y choqué con alguien, tirando al suelo todos mis libros.
- Lo siento…
Dije, agachándome para recogerlos.
- Ratona…
Miré hacia arriba, era él. Me entregó uno de mis libros y me sonrió. Yo me di media vuelta y corrí lejos de él. Escuché como gritaba mi nombre, pero yo no lo escuché y seguí corriendo. Me metí en uno de los baños y comencé a llorar encerrada en un cubículo. Caminé lentamente a mi primera clase, deseaba tener una máscara cubriéndome. Llegué y me senté con Sun, quien al parecer había estado en la cafetería con Eunhyuk y por estar entretenida no me llamó.
- ¿Has visto las noticias? – me preguntó Sun Hee y yo asentí - ¿Estás bien?
Yo la miré y sonreí. No, no me encontraba bien, pero tampoco quería sentirme mal y menos que lo notaran, así que lo mejor era mentir y aparentar. Como mi tío dijo, soy buena mentirosa.
- Sí – dije – Hay que aceptarlo –  Sun me miró, había compasión en sus ojos, pero la compasión es una clase de lástima – Estoy bien con ello
- Min…
- En serio Sun… estoy bien
Le aseguré. Sun Hee la captó, asintió y se giró cuando la profesora ingresó. En el tiempo libre fui con Sun a las pistas de hielo, ella quería verme volar sobre hielo. Me calcé los patines y me liberé. Disfrutaba el momento, la sensación, solo con mis patines podía ser feliz, lo mismo sucedería con un buen libro y chocolate caliente, pero ahora solo tenía el hielo.
- Eres excelente
Me felicitó Sun Hee, arrojándome una botella de agua.
- No tanto, pero gracias
Sun rió y juntas salimos, ya iba a comenzar nuestra siguiente clase. Salimos se las pistas y vi al príncipe salir del aula de artes marciales, él me miró y siguió su camino. Sentí un pinchazo en el pecho, yo lo había hecho con él, pero que él lo hiciera conmigo dolía. Continué mi camino junto con Sun y llegamos a nuestra aula. Kyu llegó en ese momento, la primera clase no la habíamos tenido juntos, su radiante sonrisa me hizo sentir bien.
- Hola chicas
Nos saludó y entonces pellizcó mis mejillas.
- Hola Kyu
Saludé yo, pellizcando las suyas. La puerta se abrió y el príncipe entró. Solté la mejilla de Kyuhyun como acto reflejo, él solo nos vio y caminó hacia su asiento. Yo lo miré, él jugueteaba con su teléfono, entonces el mío empezó a sonar.

¿Cómo estás?


Apagué mi teléfono. No podía estar con él, no podía engañarme. Mi tía tenía razón, él y yo simplemente no pertenecíamos al mismo mundo, no iba a resultar. Por otra parte, la reacción de mi tía me había dejado totalmente asustada; las palabras de mi tío cobraron sentido y mi mejilla me escoció de nuevo. Mi tía me había golpeado, eso solo me llevaba a preguntarme: ¿De qué otra cosa sería ella capaz?
La clase terminó y junto a Kyu nos fuimos a la cafetería. Yang Mi apareció y nos dijo que había tenido la visión de que algo loco estaba a punto de ocurrir. Entonces un chico vestido de león, que era la mascota de la universidad, entró corriendo y se estrelló con un chico, que le derramó jugo a una chica y provocó que soltara su bandeja, que causó que una chica tropezara y lanzara el contenido del plato a la cabeza de Donghae. Todos lo miraron y luego miraron a la chica, esta hizo varias reverencias ante él, y hasta se arrodilló ante él. Todos mirábamos, expectantes de saber qué iba a hacer Donghae. Él se llevó una mano al cabello y luego olisqueó lo que le había caído encima; él miró a la chica y entonces la ayudó a levantarse, la miró y delante de ella se sacó la camiseta, dejando que todo el mundo (Más bien las chicas) viera sus músculos definidos. Tomó su camiseta y se la lanzó a la cara, al instante sus guardias le entregaron otra.
- Lavarás mi ropa – le dijo – Tú… – señaló a la chica que había soltado su bandeja – Lavarás mis zapatos – se quitó sus zapatos y se los lanzó, la chica tembló y los tomó – Tú… – señaló al chico del jugo – Dame tus zapatos – ordenó  y el muchacho obedeció al instante – Y tú… - Hae caminó hacia el león – Quiero que…
- Donghae… creo que ya fue suficiente amigo
Pidió Eunhyuk, quien había corrido hacia él.
- ¿Quieres ser tú el castigado?
Preguntó Donghae, mirándolo de forma desafiante.
- Puede que seas el príncipe, pero estás burlándote de los demás actuando así
- Tú mismo lo has dicho, soy el príncipe, puedo hacer lo que me plazca
- Estás actuando como un idiota
Dijo Eunhyuk, parándose delante de él, era unos centímetros más alto que Hae.
- Aquí él único idiota eres tú
Hae tomó el cuello de la camiseta de Eunhyuk y todos ahogaron un grito.
- ¡No voy a pelear contigo amigo! – gritó Eunhyuk - ¡Solo cálmate y conversemos!
- ¡No necesito tu ayuda!
Gritó Hae y le dio un puñetazo en el abdomen. Entonces ambos amigos comenzaron a golpearse. Miré a Sun Hee y esta se levantó al instante, yo la imité. Corrimos hacia la escena y vimos como Hae golpeaba una y otra vez a Eunhyuk, este último no ponía resistencia alguna ¿Qué demonios sucedía?
- ¡Sé que estás molesto! – gritó él mientras Hae le pegaba una patada en el abdomen - ¡Pero esta no es la forma en la que te debas de desquitar!
- ¡Cállate! - gritó Hae, pegándole otro puñetazo – ¡Tú no sabes nada!
Las palabras de Eunhyuk hicieron eco en mi cabeza ¿La razón de su mala actitud de hoy era por mi culpa? Miré al chico de cabello castaño, él yacía en el suelo con un labio partido y expresión de dolor intenso. Donghae en cambio se veía furioso, iracundo. Apreté los puños ¿Por qué todo el mundo salía dañado con esto?
- ¡Ya detente!
Gritó Sun y Hae se detuvo. La miró y luego me miró a mí, entonces su postura se relajó. Miré a Eunhyuk y sentí una presión en el pecho. Sun lo ayudó a levantarse, Kyuhyun la ayudó, y juntos salieron de la cafetería. Todos dejaron de mirar al príncipe, solo veían a Sun con Eunhyuk siendo arrastrado. Miré de nuevo al príncipe, este miraba el suelo y tenía los puños cerrados con tanta fuerza que los nudillos se le habían puesto blancos. Entonces salió a paso veloz de la cafetería, yo lo seguí.
- ¡Ey! – grité y él no se detuvo - ¡Ey! – volví a gritar - ¡Hae!
- ¡¿Qué quieres?! – me gritó - ¡Eres la última persona con la quiero hablar en este momento!
Esas palabras me dolieron, eran como cuchillos directos al corazón.
- Lo que le hiciste a Hyuk…
- ¡Te dije que no quiero hablar contigo!
Me gritó.
- ¡No me levantes la voz, estoy tratando de ser educada contigo!
- ¡Pues métete tu educación por donde te quepa! – gritó aún más alto – Mejor vete Min Jee, no quiero decirte algo de lo que después me pueda arrepentir
- No me iré – le dije y él me miró - ¿Por qué estás tan… enojado?
- ¿Eres tan cínica de preguntar eso?
Miré el suelo.
- Hae… entiende que…
- Puedo entenderlo, pero no esperes que me sienta feliz con esa decisión – asentí y volví a mirar al suelo - ¿A ti te duele tanto como a mí?
- Hae…
- Responde…
Me ordenó, mirándome fijamente.
- Sí
Lo miré a los ojo, ellos me miraban con un cierto brillo.
- No me gusta sentirme así
- Lo siento…
- Seguiré intentando – me dijo él y yo lo miré sin entender – Seguiré intentándolo, luchando, hasta que me aceptes
- Hae…
- Te lo dije – me interrumpió él – No me importa lo que los demás digan, yo solo te amo a ti
- Pero no vamos a poder, no lo lograrás
- Claro que sí – me tomó de los hombros y me miró a los ojos, no me importaba que los demás nos vieran – Lucharé contra todo, incluso contra ti – lo miré, sus ojos se veían esperanzados – Te haré entender que aunque no sea fácil, podré hacerte feliz
- Quiero ser feliz, pero no quiero más sufrimiento
- Yo te puedo hacer feliz – fue acercando su rostro al mío – Y tú me haces muy feliz a mí con tan solo estar aquí
- Detente… - le pedí – Aunque podamos, no puedo…
Recordé a mi tía, las palabras de advertencia de mi tío, y entonces sentí miedo. Miré a Donghae, él me soltó y retrocedió un paso. Me miró fijamente, había tristeza de nuevo.
- ¿Por qué no?
Me preguntó.
- Tengo miedo
No sabía de lo que mi tía podía ser capaz, pero no quería averiguarlo. Otra vez me imaginé a mi padre diciéndome que era una cobarde, pero lo ignoré, era una cobarde timorata, pero era cuestión de supervivencia. Hae soltó un suspiro y asintió.
- Para ser feliz, hay que sufrir – me dijo, tomando mis hombros de nuevo – Sé que sufres, pero es parte del camino hacia la felicidad anhelada
- No entenderías – le dije – Solo… encuentra a alguien más
- No quiero a nadie más
- Pues no seré yo – sentencié – Lo lamento Donghae…
Me alcé sobre la punta de los dedos de los pies y le di un beso en la mejilla. Luego me di media vuelta para poder ir a la pista de hielo de nuevo.
- ¡No tengas miedo! - gritó y me volteé a verlo - ¿Dónde quedó la Min Jee que no temía ser castigada por ofender a su alteza?
Miré el suelo ¿Dónde estaba ella? Jamás había sido cobarde, jamás había retrocedido ante nada, jamás, por más alto que fuese el muro, me rendía ¿Qué me sucedía entonces? Pero la respuesta llegó rápidamente, y la imagen dantesca de mi tía volvió. Mi tía era, definitivamente, un muro muy alto y lleno de trampas.
Donghae me miraba, no sé cuánto tiempo habré estado parada en el pasillo mirándolo, así que me di la vuelta y corrí hacia la biblioteca. Estudié, intentando apartar mi mente de cosas como mi tía y el príncipe, al fin y al cabo, yo estaba en la universidad para estudiar no para meterme en dramas. Cerré mis libros y llamé a Sun, ella seguía en la enfermería con Hyuk. Llegué y vi a todos mis amigos rodeando al amigo del príncipe.
- ¿Estás bien?
Le pregunté al muchacho.
- Sí – contestó él sonriente – No es nada
- ¿No es nada? – preguntó Sun con histeria - ¡Ese animal te pudo haber matado!



- Pero no lo hizo
Intervino Kyu y Sun lo fulminó con la mirada.
- Lo que no entiendo es cómo no estás enojado con su alteza
Dijo Yang y yo la miré, ella tenía un buen punto.
- Porque soy su único amigo, y él es el mío – contestó Eunhyuk y sentí un nudo en el pecho – No le gusta estar solo, ni siquiera le gusta comer solo, o incluso ir al baño solo – rió – Cuando ustedes no están yo estoy ahí para él, sabía que estaba enojado, y la única forma de bajarse el enojo que él conoce es…
- Tú no eres rompible
Protestó Sun Hee y él rió.
- Solo descargaba su ira de la única forma que él conoce
- Es un idiota – hablé y todos me miraron – Si eres su amigo, no debió tratarte así
- Está bien Min Jee…  - Hyuk me miró – Es mejor a mí que alguno de ustedes, o algún pobre desconocido
- Santa nobleza – bufé yo – En verdad eres buen amigo Hyuk
- Me le han dicho muchas veces
Dijo él sonriente.
- Eres noble pero poco humilde
Se burló Sun Hee y le dio un beso en la mejilla. Diez minutos después corrí hacia las pistas para mi práctica. Empezamos con las coreografías, las competencias ya iban a empezar. Salí totalmente exhausta y vi a Hae ahí parado, cargando un bolso de deporte.
- Hola…
Me saludó.
- ¿Estás acosándome?
Le pregunté sin detener el paso, él me siguió.
- Hago taekwondo – me contestó – Pensé que… sería preferible golpear cosas inertes a personas… o romper mis propias cosas
- ¿Ya viste a Eunhyuk? – le pregunté – Está hecho mierda
- Lo siento
- Conmigo no te disculpes, discúlpate con él
- Por lo menos me estás hablando
Hae sonrió.
- Solo puedo hacer esto, hablar – sentí su mirada en mí, yo tenía la mía fija en la salida del complejo – No más miradas, ni mensajes, ni discusiones en medio del pasillo ni nada de eso
- Entiendo… - entonces lo miré ¿Qué significaban esas palabras para mí? – Normalmente consigo lo que quiero – él soltó una risa – Pero desde hace dos meses estoy intentando conseguir algo y me frustra no tenerlo
- No soy una posesión
- Lo sé – dijo él, apresurando el paso – Pero igual es frustrante ser rechazado – rió – Jamás pensé que la primera vez que me enamoraría sería también la primera vez que me rechazarían – me miró, nos habíamos quedado quietos, maldición – Al menos… al menos hay…
- ¿Qué ser amigos? -  pregunté y él asintió, se veía triste, así debía de verse mi rostro también – Pues bien… – sonreí y él me miró, yo le extendí la mano – Hasta pronto…
Él estrechó mi mano con la suya. Sentí una pequeña electricidad recorrer mi cuerpo, entonces miré sus rasgados ojos cafés, él lo había sentido también. Solté su mano y seguí mi camino hacia el estacionamiento, él se fue a la residencial estudiantil. Me subí en mi auto y partí hacia el parque, no podía regresar a mi casa, necesitaba pensar.

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