domingo, 17 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 15

Capítulo 15




***
De nuevo en la universidad. Me sentía feliz de poder estar con Sun Hee de nuevo. Ella nos sorprendió diciendo que compró el Pent-house con tres habitaciones y piscina bajo techo. Yang estaba encantada, viviría como reina.
- Viviremos como diosas
Rió Sun y Yang Mi también.
- ¿Le has contado lo que pasó el sábado con el príncipe?
Me preguntó Yang y yo negué.
- ¿Qué pasó con él?
Preguntó.
- Vino a Nueva York
Le contesté.
- Si, para visitar a la odiosa de Kim Jin Kyong
Sun Hee puso cara de asco.
- Pues al parecer debe de ser bien odiosa, porque él entró solo a la tienda donde estábamos Min Jee y yo con la intención de besarla
- ¿En serio?
Preguntó Sun Hee boquiabierta.
- Sí

Contesté, mirando el suelo.



- ¡Oh sí, tenía razón! – celebró mi amiga, dando saltitos – Sabía que él sentía algo por ti
- ¿En serio?
Pregunté sorprendida y Sun Hee asintió efusivamente.
- Ahora todo queda claro – dijo ella – Estarás con él y…
- Él me dijo que lo nuestro no podía ser
- ¡¿Qué?!
Preguntaron a gritos mis dos amigas.
- ¿Donghae se volvió loco?
Preguntó Yang Mi, pero Sun Hee se puso seria.
- Debe de ser por lo que mi mamá y la abuela dijeron
Contestó, mirándonos.
- ¿Qué cosa?
Pregunté. Sun miró a todos lados y luego nos tomó de la mano, llevándonos a una banca. Sus guardias nos siguieron e hicieron un círculo alrededor nuestro. Sun nos miró y soltó un bufido.
- Cuando llegamos a casa él se veía muy deprimido
- Es porque le dije que no podía estar con él por varios factores, uno de ellos el que sea príncipe
- ¿Entonces tú lo rechazaste primero?
Preguntó Yang y yo asentí.
- Pero nos dijimos que nos queríamos
- Bueno… él estaba muy deprimido – nos volvió a decir Sun – No salía de su habitación, no comía, no jugaba con Yoora, se parecía a mi tío. Ni siquiera con la odiosa de su amiga se puso de mejor humor – me mordí el labio al oír eso – El punto es que… me dijo que quería hacerle un regalo a alguien, algo especial. Yo sabía que se trataba de ti, aunque he de admitir que una parte de mí dudaba. Compró el collar y lo mandó a grabar – mi mente viajó al cajón de mi mesa de noche – La perra esa no cena nunca con nosotros – nos explicó – Porque según ella incomodaría la dinámica familiar y etc. Pero incomoda más haciendo que el chef le prepare algo especial para que cene en su hotel o haciendo que paguemos sus cenas del hotel – Yang Mi rió al decir eso – Fue la noche antes de que me fuera a Nueva York – recordó – El me había dado la caja para que la guardara y te la diera a ti – me dijo y yo miré el suelo – Mi mamá y la abuela hablaban del cáncer del tío Donghae. No es un tema muy bonito a decir verdad – Sun Hee miró el suelo – Le recordaron a mi primo que pronto sería rey. Ese no es un tema que le guste mucho, a veces lo comprendo, solo quiere vivir su vida – vi la mirada de tristeza de Sun y sentí mi corazón estrujarse – Le dijeron que había muchas candidatas de la aristocracia para ser  su esposa
- ¿Quieren casarlo con una noble?
Preguntó Yang y Sun asintió.
- Es la única forma de mantener las costumbres de la monarquía coreana – explicó Sun Hee y yo me sentí peor. Con que ese había sido el motivo, no me había puesto a pensar en ello, al principio pensé que era porque no aceptaba mi estatus, luego simplemente me enojaba pensar en que no quería estar conmigo – Entonces él preguntó si podía casarse con una plebeya, así como mi tío
- ¿Y qué le dijeron?
Pregunté. Era muy joven para pensar en matrimonio, y jamás soñé con ser una princesa, pero en verdad quería saber, porque lo amaba. Sun Hee me miró, por su rostro supe que no eran buenas noticias.
- Sí sabes que mi tía era hija de un empresario coreano – Yang y yo asentimos – La familia, el parlamento incluso, solo aceptará que se case con alguien de ese mismo estatus
- Oh…
Contesté, sintiéndome muy desanimada.
- O sea… - dijo Yang Mi – Que a menos que Min se saque la lotería, no la dejarán estar con él
- No solo por el dinero – dijo Sun Hee – También está el tema de que ella es…
- Soy huérfana, y no tengo nada propio, solo mi nombre
- Min…
Dijo Sun y yo me levanté, caminando hacia mi primera clase. Sun Hee me logró alcanzar y se sentó a mi lado como siempre. No era su culpa, lo sabía, pero no quería hablar con nadie que tuviera que ver con Donghae.
- Sí sabes que estudias lo mismo que él y que en alguna clase han de coincidir
Me recordó ella mientras el aula se llenaba. El profesor entró, me sorprendió ver ahí al profesor Shindong. Y como el semestre pasado, el último en llegar fue Donghae. Él me miró y esbozó una sonrisa, no era nada parecida a la sonrisa que tenía el primer día de clases en el semestre pasado. El Donghae de ese entonces era un irresponsable y presuntuoso muchacho, ahora era un chico totalmente distinto, lo principal, es que no se metía en tantos problemas como ahora y ya no parecía darle igual el mundo entero. Se sentó al fondo del salón y un puñado de chicas empezaron a hablarles, fue ahí cuando de nuevo vi su sonrisa presuntuosa.
- ¡Ey! – me dijo el chico sentado a mi lado - ¿Tú eres Kim Min Jee?
- Sí
Contesté.
- Soy Cho Kyuhyun



se presentó él, tendiéndome la mano – Tu exposición sobre cómo Hobbes veía al hombre y el Estado de Guerra me fascinó
- Gracias
Él me sonrió y yo no pude evitar hacer lo mismo.
- Si coincidimos en algún otro curso, deberíamos ser grupo
- Claro
Acepté.
- A mí no me dejen de lado
Intervino Sun Hee.
- Por supuesto que no su alteza
Sonrió el muchacho y Sun Hee también. La clase comenzó y el profesor volvió a decir que tendríamos un bendito trabajo en grupo. Sun me abrazó instintivamente, luego alargó la mano para tomar el cuello de la camisa de Kyu. Y de esta forma los tres nos volvimos un grupo, el príncipe había quedado con dos chicas más, dos de su club. Caminé junto a mis amigos a nuestra siguiente clase y nos volvimos a sentar juntos.
- Tienes unos lindos cachetes
Bromeó el chico, tocando mis mejillas, yo solo me sonrojé.
- No coquetees mucho – le advirtió Sun Hee – A ella le gustan los nobles
- ¡Sun Hee!
Grité, tapándome el rostro con las manos.
- Descuida, no quiero coquetear – aseguró él – Y… no eres mi tipo
- ¿Te gustan los hombres?
Pregunté sin poder contenerme, el chico solo rió.
- No – contestó riendo – Pero me gustan con más… - puso sus manos sobre su pecho – Ya sabes…
- Oh… deberías conocer a Yang Mi, no es de esta facultad, pero es gran amiga nuestra
Le recomendé, este solo asintió.
- Y tiene grandes atributos
Bromeó Sun.
- Me gustan tus mejillas, pareces una ardilla bonita
Me reí por el comentario de Kyu.
- A mí me gusta tu cabello
Le dije, despeinándole el cabello.
- Muévete
Ordenó una voz. Todos nos giramos, allí estaba el príncipe, empujando a un enclenque muchacho de lentes.
- Que abusivo es
Susurró Kyuhyun y el príncipe siguió su camino.
- ¿Y ahora qué le pasa a ese?
Le pregunté a Sun Hee.
- Ni idea
Contestó. La clase había sido interesante, me alegraba que no hubiera trabajos grupales. En el almuerzo nos volvimos a encontrar con Yang y le presentamos a Kyu, al instante hicieron “Click” me alegraba ver eso. Se escucharon gritos y me giré, ahí estaba el príncipe con un muchacho alto de cabello castaño. Ambos entraron riendo en la cafetería y se sentaron en una mesa cerca de la nuestra. Me sentí incómoda ¿Es que él iba a estar en todos lados?
- ¿Ya pensaron a qué clubes se meterán?
Preguntó Kyu.
- Me meteré en el club de fotografía
Contestó Sun.
- Yo soy un asco en fotografía – rió Yang – Supongo que iré a yoga
- Yo quería entrar en gimnasia, pero me dijeron que el equipo lo cerraron porque no ganaban nada y era un gasto inútil para la universidad
Nos informó Kyu.
- Yo quería ingresar en gimnasia
Me lamenté.
- En una universidad tan cara como esta no debería existir el “gasto inútil”
- Yo me meteré en “Starcraft”
Dijo Kyu y nosotras reímos.
- ¿En serio?
Preguntó Yang y Kyu asintió.
- Que adorable eres…
Dije, apretándole las mejillas.
- Eso me dicen siempre – Kyu sonrió, tenía linda sonrisa pero… no era tan linda como la de Donghae - ¿Y en que club o deporte entrarás?
- Pues… en Mokpo yo hacía gimnasia y patinaba, pero… - recordé el hielo, esa sensación de rapidez – Siempre fue mi sueño competir en uno de esos dos deportes, pero más me gustaba el patinaje
- ¿Y por qué nunca lo hiciste?
- En mi escuela había equipo de gimnasia, y los gastos nos lo dividíamos, pero no de patinaje – les comenté – Mi padres no podían pagarlo, y solo me compraron dos pares de patines. Es un deporte caro, tener que reservar la pista, contratar entrenador y coreógrafo, la ropa, transporte…

- Bueno, nunca es tarde para cumplir los sueños
Kyu me dedicó una radiante sonrisa y yo le devolví el gesto.
- Supongo que me presentaré a las pruebas de patinaje
- Sí, si eres buena, podrás competir, si no, solo irás por los créditos a caerte sobre el hielo
Todas reímos por el comentario de Kyu.
- Solo esperemos que las entrenadoras o entrenadores no tengan preferencia por alguna y te den la peor corografía
Dijo Sun, pinchando su lechuga.
- Deberías usar tus poderes principescos – bromeó Yang – Así Min podrá tener todo lo que siempre quiso
- No es necesario, si consigo algo, quiero conseguirlo por mí misma – les dije a mis amigos y ellos asintieron – Aunque te agradecería un vestido azul, me encanta el azul
- De acuerdo
Rió Sun. Continuamos con nuestro almuerzo, haciendo bromas y demás. En un momento Sun se fue a comprar un café y el amigo del príncipe también se levantó. Ambos conversaron unas cuantas palabras y luego Sun regresó con su café y una gran sonrisa.
- Creo que me he enamorado
Rió ella. Volteé a ver la mesa del chico, mala idea, Donghae me estaba viendo. Fui a la oficina de inscripciones y me inscribí para las pruebas. Mis amigas hicieron lo suyo con los clubes y  Kyu con el “Starcraft”, todas habíamos pensado que era broma, pero él había hablado en serio. Las pruebas para ingresar a los equipos eran al día siguiente, el estómago se me revolvió. De seguro el equipo estaba formado por varias chicas con becas de deporte que eran excelentes, mientras que yo me uniría siendo una novata total.
- A cumplir los sueños…
Dije, caminando con mis amigos hacia la siguiente clase. Como en las anteriores dos clases, Donghae también estaba ahí. Esta vez se sentó más cerca de nosotros, eso me hizo sentir nerviosa. Kyu seguía hablando de lo adorables que eran mis mejillas y me las pellizcaba cada tanto, sabía que Donghae miraba y eso me hizo sentir aún más nerviosa.
Ya en casa, saqué de su caja mis viejos patines de hielo, estaban desgastados, pero tenía unos nuevos que necesitaría aflojar después. Recordé mi casa, cuando solía llorar por querer hacer patinaje, pero no podían costearlo. Tomé mis apuntes y comencé a estudiar las clases y adelantar tareas. Siempre fui una persona con grandes sueños. Mi mayor sueño era ser escritora, solía escribir historias sobre la misma chica en busca de felicidad, era como escribir de mi propia vida, pero nunca la terminaba. Y mi sueño loco era ser atleta, sabía que ambas cosas podría lograrlas, pero necesitaba el medio para conseguirlo. Otro de mis sueños era poder tener mi propia editorial, pero eso vendría después, cuando tenga capital. Por ahora solo quería estos dos sueños, tres si contábamos graduarme con honores, pero esos eran mis sueños.
Cuando los ojos me empezaron a arder y ya había escrito diez páginas acerca del Romanticismo, decidí que era buen momento para unirme a Jin en sus ejercicios de estiramiento. Toqué la puerta de mi primo y la vi contorsionarse en el suelo de su habitación, me puse a su lado y la imité, al final terminamos jugando “Twister” sin tapete.
- Mano izquierda
Dijo ella, riendo, entonces caí al suelo.
- Doblarse tanto duele
Me quejé en broma, frotándome el hombro.
- Por lo menos eres flexible – dijo ella, dándome una crema - ¿A que se debe que quieras unírteme?
- Haré las pruebas para patinaje artístico
Le informé y ella sonrió.
- Siempre fue tu sueño ser patinadora sobre hielo, me alegro que continúes persiguiendo tus sueños – me felicitó ella, dándome un confortante abrazo - ¿Y ya terminaste tu historia sobre la chica disconforme con su vida?
- Aún no – contesté – Necesito un buen romance y un clímax, siempre estoy cambiando el título y el inicio
- Cuando tengas hijos y marido, será el día que puedas completar tu historia, porque tendrás experiencia
- Sí, supongo
Acepté, levantándome del suelo.
- Necesitarás más dinero para el patinaje – dijo Grace, buscando entre sus cosas – Que la bruja no se entere
Me pidió, dándome su tarjeta negra.
- Jin Kyong…
La miré sorprendida.
- Tengo otras dos, no te sorprendas – Jin rió y yo solo sonreí – Pero no puedes vivir de mesada en mesada, no en esta ciudad
- Gracias Jin
Entonces la abracé. Se sentía extraño abrazar a mi prima dadas las cosas que habían pasado. Regresé a mi habitación y guardé en mi bolso mis cosas para la prueba. Cuando me iba a meter en mi cama, mi teléfono comenzó a sonar. Era él, no podía contestar, no quería oír su voz. Mi teléfono dejó de sonar, y así fueron tres veces más. No podía hablar con él sabiendo que el mundo estaba en nuestra contra y que no podríamos estar juntos por más que quisiéramos, hablar con él solo me recordaría esto. Mi teléfono volvió a sonar y entonces lo apagué.
La mañana siguiente llegó y después de dos clases, donde Donghae se sentó a mi lado, la hora de la prueba llegó. El estómago se me revolvió mientras me cambiaba la ropa. Ajusté mis patines y salí hacia la pista con un número pegado a mi camiseta azul. La entrenadora era una mujer de unos cincuenta años, con cabello negro, bonita y con una mirada amable, su rostro se me hacia conocido.
- Buenos días jovencitas – nos saludó – Soy Yuna Kim
Escuché algunos murmullos. Obvio que la conocía, era una medallista de oro olímpica y medallista de oro nacional, se había llevado el oro en muchas competencias internacionales y nacionales. Me sentí aún más enferma.
La entrenadora nos dio unas indicaciones y nos pidió que patináramos en círculos primero. Después tocó su silbato y nos pidió que hiciéramos saltos, vueltas, y alguna otra secuencia de pasos. Me puse tensa, tomé impulso e hice un Axel[1], después hice giros y otros saltos más, me estaba divirtiendo, hasta que lo vi entrar a la pista y sentarse en las gradas.
- Bien niñas… - dijo la entrenadora y todas nos detuvimos – Las que llame, serán puestas en otra prueba más, las que no… pues… intenten otra cosa – me puse nerviosa al instante – 128, número 44, la 36, la 120 – todas avanzaban al escuchar su nombre – Y el número 125 – me miré el pecho, era mi número – Sí bonita, tú
La siguiente prueba era hacer la pequeña coreografía que una de las veteranas estaba haciendo. Cada una tenía una veterana a la cual imitar, la mía me miró con burla, esa era mala señal. Cuando llegó mi turno, mi “instructora” hizo una coreografía que ni la misma Sasha Cohen[2] hubiera podido hacer. Me miró con suficiencia y luego le dio una patadita a mis desgastados patines. La miré con enojo, no iba ser pisoteada por una narizona. Al diablo si era muy difícil, yo lo iba a hacer.
Me paré en la pista, miré a la profesora y comencé a patinar. Sentía que mi cuerpo volaba, era una sensación increíble. Di más vueltas al dar los giros, y le agregué y triple Lutz[3]. Terminé y miré a la veterana, ella me miraba con enojo.
- Bien… - la entrenadora se paseó delante de nosotras – Pelirroja, frenillos y bonita, están adentro
Sonreí de la emoción y corrí (patiné) hacia los vestidores y me cambié los patines por mis zapatillas. Estaba emocionada, estaba feliz, haría algo que quería desde hace mucho. Salí de las pistas y caminé por todo el complejo deportivo de la universidad, no había rastro alguno del príncipe, eso me desanimó un poco.
- ¿Vas a hacer las pruebas para porrista? – preguntó un chico, sosteniendo un balón de fútbol americano – Con ese cuerpo deberías
Lo miré y seguí caminando.
- ¡No seas tímida preciosa!
Dijo su amigo.
- ¡Ven a divertirte con nosotros!
Rió el primero. Me giré dispuesta a decirle un par de cosas, pero antes de que pudiera decir o hacer algo, un chico de cabello castaño los estaba golpeando. Me quedé boquiabierta y sin saber qué hacer, todos se habían amontonado para ver cómo el príncipe heredero golpeaba a dos jugadores de futbol.
- ¡A las chicas se les respeta! – gritó Hae, dándole un puñetazo en la cara a uno - ¡Pídanle disculpas!
- Lo sentimos
Dijeron ambos chicos.
- ¡Ahora lárguense!
Gritó y los dos jugadores se fueron corriendo. Hae se giró, tenía el labio partido y me miraba con enojo ¿Yo qué le había hecho para que se enoje conmigo? Caminó hacia mí, me tomó de la muñeca y me arrastró fuera del complejo.
- ¡Ay, suéltame! – iba gritando yo, todo el mundo nos miraba - ¡Animal, suéltame!
Él me miró y me soltó.
- Felicidades…
Me dijo, respirando hondo y mirándome fijamente.
- Gracias… - dije, apartando la mirada – Gracias por lo de…
- Esos son unas bestias – él me miró con enojo – Pero tú tienes la culpa por andar toda provocativa
- ¡¿Cómo que andar provocativa?!
Pregunté con enojo ¿Por qué siempre tenía que arruinar todo?
- ¡Claro que sí! – dijo él – ¡Con tus ropas apretadas!
- ¡Es ropa de deporte!
Grité.
- ¡Pues usa algo que no se te pegue a la piel!
Gritó él.
- ¡Ay, sigues siendo un tonto!
- ¡Y tú también sigues siendo una tonta!
- ¡Ah, que odioso eres! – grité y él rió - ¿Y ahora de qué te ríes?
- Extrañaba discutir contigo
Contestó él y yo me sonrojé.
- Creo que yo también
Él me sonrió, tenía una sonrisa muy tierna, sus ojos rasgados se apretaban y brillaban, y mi corazón latía con rapidez.
- Ven… - me dijo – Te invito un café para celebrar
Asentí y nos fuimos juntos a la cafetería. Nos sentamos y uno de sus guardias nos trajo café y unas donas, pero no parecía café de la universidad, parecía café traído de Starbucks o algo parecido. Desde que tenía a Sun Hee como amiga me había percatado que ser de la realeza tenía sus ventajas.
Hae y yo reíamos de las cosas que habían ocurrido en nuestras vacaciones, ni siquiera parecía que ambos hubiéramos estado deprimidos. De esta forma descubrí que su comida favorita era el Kimchi[4], que su color favorito era el azul como el mío y que Bada era su perrita, un bichón maltes.
  - Y entonces vino corriendo hacia mí, resbaló con el lustrado piso y se estrelló contra el pastel de cuatro pisos
Rió él y yo tenía la mano contra la boca para evitar carcajearme de forma escandalosa.
- Pobre perrita
- Sí – rió él – Bada es la perrita más bonita, mi abuela materna me lo regaló
- ¿En serio?
Pregunté y él asintió.
- Aquí estamos ella y yo
Hae me mostró su teléfono con una foto de él con su perrita.
- ¡Es hermosa!
Exclamé. Donghae se veía adorable con su perrita en brazos. Ahí él estaba con el cabello más largo y desordenado, pero la misma sonrisa. Y su perrita era una pequeña cachorrita que cabía en la palma de su mano.
- Mi mamá tenía un perro así, se llamaba Meo – Hae puso cara de tristeza – Tenía dos años menos que yo. Mi mamá lo había salvado de una señora que mataba de hambre a sus cachorros. Los hermanos de Meo se fueron a otras casas, pero él se quedó con ella, no quería despegarse de mi mamá – Hae sonrió y yo lo miré, se veía tan lindo – Yo solía dormir con él en mi inmensa cuna
- Era una almohada más
Bromeé y el asintió.
- Era mi mejor amigo, y cuando mi mamá murió, él era lo único que tenía de ella, que me… - la voz se le quebró – Que me demostrara el mismo amor que mi mamá solía mostrarme – lo miré, él se mordió el labio y pasó su lengua por esa zona – Yo tenía trece, Meo tenía once, y dos años después, él también murió
- Hae…
Él me miró y negó con la cabeza, luego respiró hondo.
- No quiero que me tengas lástima
- No la tengo
Le aseguré, él me sonrió.
- Meo no tuvo hijos, así que no había nada que me lo trajera a la vida – me miró y sonrió – Y un año después mi abuela, cuando vino de visita, me trajo a Bada, ahora tiene un año
- Pues haz que tenga cachorros y así nunca la perderás
Le sugerí.
- No, mi perrita será virgen para siempre
- A mí me gustaría tener un perro así de bonito
Dije, viendo la foto de nuevo.
- Mmm… supongo que puedo hacer que se cruce con el bichón de Chae, la hija del Barón de Busan
- Pensé que dijiste que Bada moriría virgen
Lo miré y él sonreía.
- Pero tú quieres un perro así
Me sonrojé al instante y sonreí. Tomé un sorbo de mi café para evitar el nerviosismo, no funcionaba. Hae era tan lindo, era tan tierno.
- Min… - lo miré, él se mordía el labio de nuevo – Yo quería hablar contigo sobre…
- Ya hablamos de eso
Me le adelanté.
- Sí, pero...
- No quiero hablar de eso – le dije, él asintió – Te lo dije el sábado, no quiero tocar el tema, y si lo vas a hacer, mejor me voy
- Pero…
- ¡Hae! – grité - ¡Ya lo dijiste! – él me miró fijamente y luego bajó la mirada – No podrá ser, Sun ya me lo explicó también – él me miró con confusión – Sé cuáles son los motivos por los cuales una chica como yo no puede estar con alguien como tú, es así, ya déjalo – le volví a pedir – No te dejarán, lo entiendo – mis ojos se llenaron de lágrimas – Supongo que es el precio a pagar por enamorarme de alguien tan inalcanzable como un príncipe
- ¿Y si no lo fuera?
Me preguntó.
- Pero lo eres – dije – Y no te permitiría renunciar a tu título por mí
- Min…
- Te dije que dejaras el tema de lado – solté un risita y me limpié una lágrima – Me he puesto a llorar por tu culpa, de nuevo
- Lo siento – él me extendió una servilleta – Yo también he llorado por tu culpa
- ¡Ya para! – pedí, alzando la voz – Solo detente, antes de que nos hagamos más daño
- Lo lamento
Me dijo él y yo me levanté de la mesa, caminando lejos de él. Debí saber que no podría estar cerca de él sin ponerme a llorar, había sido una estúpida al aceptar su invitación. Caminé hacia mi auto y antes de que pudiera abrir la puerta, sentí una mano sobre mi hombro y como me daban la vuelta. Unos labios se posaron sobre los míos. Derramé lágrimas, era muy difícil esto para mí y él no me lo hacía fácil. Abrí los ojos y vi a Kangin. Me aparté asustada.
- ¿Estás bien?


[1] Salto de patinaje sobre hielo donde el despegue se realiza con el filo externo del pie contrario al pie de aterrizaje. Incluye media vuelta más.
[2] Medallista en patinaje sobre hielo.
[3] Salto de patinaje sobre hielo donde el patinador parte en sentido opuesto de trayectoria al del aterrizaje. Es el salto más difícil exceptuando el Axel.
[4] Comida Coreana.

sábado, 16 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 14

Capítulo 14


- No se lo digas a nadie
Le pedí a mi tío.
- Jin ha…
- Lo sé – lloriqueé – Por eso no quiero que nadie lo sepa
- Siempre dije que ese romance de cuentos de hadas del que hablaban Hi y ella estaba en sus cabezas, y es verdad – mi tío rió – Esa mujer está loca – mi tío me miró – Tú tía Mi Hi no puede saber esto Min Jee, no se lo cuentes ni a tu sombra – me advirtió – Ella hará cualquier cosa con tal de ver a Jin Kyong ser reina, así el príncipe no la ame
- ¿Cómo me metí en esto tío?
- Son cosas que pasan, pequeña – me contestó mi tío – Ahora termina de comer, su alteza
Reí por lo bajo. Terminamos nuestro almuerzo y regresamos a casa, bueno… él me dejó en casa y se regresó al trabajo. Mi tía no estaba como de costumbre y Jin hablaba animadamente por teléfono con Donghae. En cuanto me miró, se despidió y colgó.
- ¡Min Jee!
Gritó ella.
- ¿Qué?
- ¡Adivina quién viene a visitarme!
El alma se me calló a los pies. No estaba lista para verlo.



- ¿El príncipe?
Pregunté, aunque sabía la respuesta.
- ¡Sí! – celebró ella – Pero no hoy, vendrá la próxima semana, el sábado como a las tres, vendrá antes del comienzo de clases solo por verme
- Ah… - fue lo único que contesté – Yo… me voy a mi habitación
- Se llevará una gran sorpresa al descubrir que eres mi prima – rió Jin y yo la miré - ¿No lo crees?
- Sí, ya lo creo
Contesté, sabiendo que sería exactamente así.
- ¡Sí!
Mi prima iba dando saltitos de la emoción. Caminé hacia mi habitación y me encerré, ese día tenía que desaparecer. Busqué mi llave, todos los días lo cambiaba de lugar, ese día estaba encima de las cortinas. Abrí mi cajón y observé mis regalos y notas. Sonreí ¿Es que en algún momento podría dejar de ser imposible y complicado? ¿Podría ser feliz?
Los días siguieron pasando y pronto llegó el viernes antes de que él llegara. Me sentía ansiosa y nerviosa, no quería verlo, no podía verlo, no con Jin cerca por lo menos. Era de noche y no lograba conciliar el sueño, entonces tomé mi teléfono y llamé a Kangin, solo esperaba que estuviera despierto a las tres de la mañana.

- ¿Min?
Me contestó, se podía escuchar música al fondo, él estaba en una fiesta.
- ¿Mañana estás libre?
Pregunté.
- A partir del miedo día – me contestó - ¿Por qué?
- Quiero estar contigo
Contesté.
- Pues… al medio día te busco en tu casa
- De acuerdo…
Acepté.
- Te quiero…
- Yo… yo igual
Contesté, sin sentirme segura de mis palabras. Colgué antes de que pudiera decirme algo más. Cerré mis ojos y nuevamente intenté conciliar el sueño.
La mañana siguiente me sorprendió con un arsenal de personas en la casa, limpiando y acomodando. En piyama bajé a la cocina para servirme mi habitual cereal. Había otro batallón ahí, solo que estos eran cocineros. Tomé el cereal y me regresé a mi habitación.
- ¡Min Jin, no salgas, estás ensuciando!
Me ordenó mi tía, yo gustosa de no salir. Prendí la televisión, hace tiempo que no veía televisión. Para mi mala suerte lo que apareció fue una noticia del príncipe.
- Se ha visto al príncipe heredero con una cara… - comentaba la anfitriona, soltando una risa burlona – Miren al pobre, se ve tan triste – pasaron una foto de su rostro, en verdad se veía triste – Sus fans estuvieron fuera del Gyeongbokgung con orejas de Ratona, en un intento de alegrarle el día, él solo las saludó y les envió pizza – en la pantalla se veía al príncipe saludar, detrás de él habían unos hombres vestidos de blanco con sombreros de chef, sosteniendo fuentes con pizzas. Él se veía muy distante – Al parecer… estar lejos de su Ratona le ha afectado. Si nos escuchas señorita Ratona, por favor, haga feliz al príncipe, de nada nos sirve un Donghae guapo y responsable, si está todo triste, no queremos que acabe como su padre…
Apagué el televisor y me tapé el rostro con la almohada, luego grité. La puerta fue golpeada y Jin Kyong entró. Ella me miró sonriente, sostenía dos vestidos muy bonitos.
- ¿Cuál me pongo? – preguntó – ¿El rojo o el blanco floreado?
- El rojo, queda con tu cabello castaño
Contesté, acomodándome los lentes.
- Tú también deberías elegir algo bueno que ponerte – me sugirió – Él vendrá dentro de poco
- Dijiste que a las tres
- Llegará a la una
Contestó y yo me senté, mirándola fijamente.
- Da igual, yo no voy a estar – le dije, acomodándome mi cabello en una coleta – Saldré con Kangin
- Me encantaría ser alta como tú – se quejó ella – Bueno… que te diviertas con tu novio
- Gracias – dije, caminando hacia mi closet – Lo intentaré al menos
Jin se fue y yo elegí algo que ponerme. Pantalones, zapatillas y camisetas, lo de siempre. Me metí a la ducha y después de veinte minutos ya me estaba calzando los zapatos. Me miré al espejo, no entendía por qué intentaba verme bien si solo iba a salir con Kangin, pero igual me esmeré. Dieron las doce y Kangin no llegaba, me estaba empezando a poner ansiosa. Pasó media hora y el príncipe llamó diciendo que ya estaba pronto a llegar, el estómago se me revolvió. Llamé a Kangin:
- ¿Dónde estás?
Pregunté con nerviosismo.
- En el trabajo
Contestó él, sonaba algo raro.
- ¿A qué hora vendrás?
Pregunté con frustración.
- No creo que pueda
- ¡¿Qué?!
- Es el trabajo, lo siento
Dijo y me colgó. Sentí deseos de matarlo. Miré el reloj, me asomé por la ventana y vi, como si fuera una película, una limusina negra acercándose por entre el tráfico, flanqueado por policías. Tomé mis cosas y salí corriendo. No esperé a que el ascensor llegara, corrí por las escaleras y sin darme cuenta, los no-sé-cuántos pisos los bajé. Salí del edificio y corrí hacia donde mis pies me dirigían. Doblé una esquina y crucé una calle corriendo, el sonido de una bocina me sorprendió y vi a una limusina al lado del auto que casi me arrolla.
- ¡Lo siento!
Grité.
- ¿Ratona?
Preguntó una voz, entonces lo vi bajando de su limusina. Yo me despabilé y continué corriendo. Escuchaba sus gritos, pero no podía detenerme. Sentía la mirada de muchas personas sobre mí, pero yo seguí corriendo, con suerte llegaría a la universidad en una pieza y con el corazón en la mano. Iba a buscar a Shandra, era la única que podía alojarme por un día.


***
Bajé del avión y subí en la limusina. Iba a visitar a Jin Kyong a su casa, me había insistido tanto que para que se callara tuve que aceptar. Iría a su casas a almorzar con su no muy agradable familia, por lo menos conocería a su prima. Mientras veía las calles iba pensando en solo una chica, una sola persona que me interesaba en toda Seúl. No había hablado con mi Ratona en mucho tiempo y eso me dolía. Las cosas no iban a poder ser, mi padre estaba peor, y eso solo significaba una cosa, tendría que subir al trono. Por mi edad, iba a necesitar una esposa si quería subir al trono, pero no la poseía, ni siquiera tenía novia. Mi tía Jae decía que una buena opción podría ser la hija del Conde de Incheon, mi abuela decía que la mejor opción era la hija del Conde de Daegu. Ninguna me gustaba, ninguna era tan bonita como Min Jee, ninguna era tan enojona como ella, ninguna era tan responsable como ella, ninguna era tan dedicada como ella, ninguna era ella. Pero no podía condenarla a esta vida, no podía. Era muy difícil, y por lo que sabía de ella, no quería más cambios en su vida. Además tenía miedo de que la corona sea una razón por la cual ella no me quisiera aceptar. Ella misma lo había dicho, ser príncipe era la razón por la que en un principio no era de su agrado, estaba seguro que ella me amaba por mí, ella era la que tanto esperaba, pero no podría tenerla. Había sacado a colación el tema de casarme con una plebeya, me dijeron que dado el caso de mi madre, que no le gustaba algunas cosas, y le costó la vida, pues era mi elección (Por lo menos me daban la elección de estar con quien quisiera) pero tenía que ser alguien como Jin Kyong, que tenía clase y era del agrado de la aristocracia ¡Pero yo no quería a Jin Kyong! ¡Yo estaba perdidamente enamorado de una ratona enojona que amaba insultarme!
Seguimos nuestro camino. Yo iba viendo los edificios sin mucho interés. Entonces se escuchó el estridente sonido de una bocina y mi limusina frenó abruptamente. Bajé la ventana y miré qué era lo que había pasado. Él corazón se me detuvo y sin darme cuenta estaba fuera de la limusina.
- ¿Ratona…?
Pregunté con un nudo en la garganta. Parecía sorprendida de verme ahí, yo también lo estaba. Era el destino, nos quería juntar como sea, pero mi destino era ser rey, no podía dejarme llevar por el corazón. La miré, su cabello brillaba y sus ojos me miraban fijamente, estaba hermosa como siempre. Entonces comenzó a correr lejos de mí. Avancé por entre los carros, ella corría muy rápido.
- ¡Ratona!
Grité, pero ella no se detuvo, luego desapareció entre las personas amontonadas. Uno de mis guardias me guió hacia mi limusina y pronto llegamos al edificio donde vivía Jin Kyong. Entramos y subimos por el ascensor. En la puerta me esperaban sus padres, su madre me miraba de una forma espeluznante, me hacía sentir intimidado, su padre me miraba de forma amable, él me agradaba un poco más.
   - ¡Donghae!
Jin corrió hacia mí y me abrazo. Llevaba puesto un bonito vestido rojo, pero no se veía, ni de cerca, tan bonita como Min.
- Hola
Saludé, devolviéndole el abrazo. Jin Kyong siempre iba a ser mi amiga pasara lo que pasara, sabía que la podía tener conmigo cuando quisiera y que podía contarle lo que sea, ella me conocía mejor que nadie, la quería mucho, era la mejor amiga que una persona podía tener.
- Pasemos a la mesa su alteza
Pidió su madre, haciendo un ademán.
- Todo se ve espléndido
Dije, viendo la mesa con un sinfín de platos, abracé a Jin, ella me sonrió.
- Mi mamá se esforzó mucho para complacer tu exquisito paladar
Bromeó ella y yo hice un puchero.
- Ya no tengo un exquisito paladar, la universidad me lo ha estropeado, ahora como cualquier cosa que parezca comida
Jin rió y ambos nos sentamos.
- ¿Cómo le está yendo en la universidad, su alteza?
Preguntó el señor Kim.
- Bien… tuve un promedio de 4.0 el anterior semestre
- ¡Eso es estupendo su alteza!
Me felicitó la señora Kim y yo asentí sonriente.
- Mi prima también obtuvo ese promedio, ella es brillante
Me dijo Jin Kyong y yo miré a todos lados, no estaba su prima.
- Ella salió su alteza – dijo la señora Kim con la cabeza gacha ¿Y esta qué? ¿Por qué nuca me miraba? Ni que fuera a matarla por hacerlo – Discúlpela
- No hay problema señora… al fin y al cabo no la conozco
- Sí la conoces – me aseguró Jin sonriente – Quería ver tu cara cuando la vieras, pero huyó
- ¿En serio?
Pregunté con confusión.
- Pero ella no es importante en este momento
Miré a la señora Kim, ella tenía una mirada que helaba mi sangre, parecía desprecio, crudo y duro.
- Pero…
Quiso decir Jin y su madre la miró severamente, no entendía nada.
- Si el príncipe nunca reparó en su presencia, lo más probable es que haya sido de su agrado
- Es lo más probable, la verdad es que no hice muchos amigos, solo un chico que vivía enfrente
- Lo ves querida…
Las palabras parecían veneno saliendo de sus pintarrajeados labios. Esa señora me hacía sentir nervioso, era como si ella quisiera asesinarme, o peor, asesinar a su sobrina. Parecía que no quisiera que supiera quién era ella.
- Tengo un regalo para ti – le dije a Jin, buscando la cajita en mi bolsillo – Yo quería pedirte… - saqué la cajita de mi bolsillo y escuché un estruendo, los cubiertos de su madre se habían caído, miré a Jin, tenía las mejillas sonrojadas ¿Qué rayos? – Si querías…
- ¡Sí!
Gritó ella, arrebatándome la caja, yo la miré confundido.
- Auch…- dije, ella abrió la caja – Mucha emoción por una invitación al cine
- ¿Hello Kitty?
Preguntó ella, viendo el anillo de Hello Kitty que le había dado.
- ¿Cine?
Preguntó su madre.
- ¿Recuerdas que a los trece me dijiste que te gustaba mucho Hello Kitty? – le pregunté y ella asintió – El anillo, el que solo habían hecho diez en todo el mundo y no pudiste conseguirlo, pues ahora lo tienes
- ¡Wow! – exclamó ella, dándomelo para que se lo ponga – Es… gracias Donghae
- Lo que sea por ti – sonreí y ella hizo lo mismo – Sabes que me gusta engreírte
- ¿Y lo del cine?
Preguntó.
- Si quieres… no hay nada bueno que ver pero… quiero hacer algo de adolescente normal si no les importa señores Kim
- No, claro
Sonrió el señor Kim, su esposa nos miraba con seriedad.
- Bien – sonrió la señora – Jin Kyong, vamos a cambiarte para salir, ese vestido es inapropiado para este clima
Las dos mujeres dejaron sus platos a medio comer y se fueron. Me quedé solo con el señor Kim, terminé mi comida. El señor Kim me empezó a hablar sobre negocios y la economía del país, la verdad es que era un poco interesante. Jin salió de su habitación, peinada y maquillada de forma diferente, le ofrecí mi brazo como tantas otras veces y salimos de su departamento. Afuera del edificio había un sinfín de camarógrafos, la única que parecía disfrutarlo era mi amiga. En la limusina ella iba cantando con la radio, Jin era muy desafinada.
- Esa es una buena canción
- Sí, pero dejas en vergüenza a “Sistar”
Bromeé y ella me dio un zape.
- Que malo eres
Rió ella, haciendo un puchero. Llegamos al cine y entramos, seguidos por mis guardaespaldas. Compramos los boletos, como la película comenzaría dentro de una hora, le propuse comer algún postre, así que caminamos hacia una cafetería del Centro Comercial. Entonces la vi…
Ella iba del brazo con la otra amiga de Sun Hee. Ambas reían y caminaban hacia una tienda de vestidos ¿Para qué necesitaba Min Jee un vestido?
- Jin… espera un segundo aquí
Le pedí, caminando hacia la tienda.
- ¿A dónde vas?
Me preguntó, pero la ignoré.
  - Distráiganla – le pedí a mis guardias – Que no vea donde voy – les pedí – Yo iré a otra parte un segundo
Con miedo me desprendí de mis guardaespaldas, me sentía expuesto y desprotegido. Corrí hacia la tienda de vestidos, Shandra me quedó viendo y luego miró el probador con la cortina cerrada. Caminé hacia allí y sostuve la pesada cortina con una mano.
- No puede entrar joven
Me dijo la encargada, yo la ignoré y entré. Ahí estaba ella con un vestido lila. Yo la miré y sin poder evitarlo, pues lo venía deseando desde hace tiempo, la besé. Ella me empujó y salió del probador.
- ¿Qué haces aquí?
Me preguntó.
- Te vi – contesté – Y…
- Creí que las cosas estaban claras – me dijo, mirándome fijamente – Vámonos
Le pidió a su amiga.
- Ratona…
- Mi nombre es Kim Min Jee – me corrigió ella – No soy más tu Ratona, eso lo decidiste tú
- Pero…
- ¿Por qué lo haces difícil? – me preguntó, sus ojos verdes se llenaron de lágrimas - ¿Por qué simplemente no te vas? – me preguntó - ¡Desaparece! – me gritó - ¡Solo vete que no quiero verte!


Sus palabras me dolieron, pero supongo que las mías también debieron de dolerle en su momento. Miré a la encargada y a Yang Mi, luego miré a Min, ella ya estaba llorando. Sentí una presión en mi pecho y luego algo haciendo cosquillas mi mejilla, era una lágrima. Me la limpié y salí de la tienda. Volví a la cafetería y me senté, sabía que Jin Kyong me miraba, yo no quería verla.
 - ¿Qué ha pasado?
Me preguntó.
- Nada – mentí, respirando hondamente – Me fui para poder pensar
- ¿Pensar en qué?
Me preguntó ella y yo la miré. Tenía que decírselo a alguien, sino, explotaría.
- Me he enamorado – contesté, jugueteando con sus dedos y el anillo que le acaba de regalar – De una plebeya
- ¿En serio?
Preguntó, mirándome de forma extraña, parecía querer sonreír. Ella sabía lo amargado que estaba, debía de alegrarle el saber que encontré a alguien. Pero lamentablemente no podía estar con ella.
- Sí – contesté – Pero aunque la amo, no puedo estar con ella
- ¿Por qué no? – preguntó ella, mirándome con el entrecejo fruncido – Si la amas, haz lo que sea necesario para estar con ella
- Es más complicado que eso…
- Donghae… eres el príncipe heredero, puedes estar con quien te plazca y el mundo debe de aceptarlo – me dijo ella y yo asentí, por primera vez ella me estaba diciendo algo cierto – Si amas a esta plebeya, haz lo que sea para estar con ella, no te debe de importar lo que los nobles, tu familia, el vecino, digan – reí al oír eso, incluso siendo seria ella sonaba cómica – Ve por ella, porque ella también te ama
- ¿En serio?
Pregunté, aunque no sabía cómo ella pudiera conocer a Min Jee.
- Sí – ella me sonrió – Ve por ella
- Tienes razón – dije al final – Ahora sí va a dejar de importarme lo que ellos digan, la amo, y voy a estar con ella así tenga que renunciar a la corona – me levanté y abracé a Jin – Te quiero mucho
- Yo también – le sonreí – Tenemos que luchar por lo que queremos
- Por primera vez tienes toda la razón
- Siempre la tengo

viernes, 15 de agosto de 2014

WTF! Soy una princesa! (Super Junior) - 13

Capítulo 13



Los días siguientes fueron oscuros. Mi cumpleaños fue horrendamente triste. Mi tío me llevó a una pastelería para elegir un pastel para mí. En casa mi tía no cocinó, pidió pizza y se fue con sus amigas de compras tan pronto como terminó de almorzar. Solo mi tío se quedó conmigo a cantar “Feliz Cumpleaños” Me regaló un reloj muy bonito.
Jin había vuelto de su estancia en el Gyeongbokgung con una gran sonrisa. Ella contaba cómo fue pasear con el príncipe en carroza por los rededores. Sentía una pequeña pizca de envidia, pero lo ocultaba, me alegraba que una de las dos fuera feliz con él. Estábamos desayunando, faltaba poco para el inicio de clases y de eso hablábamos, pero entonces mi tía lo mencionó.
- ¿Y que te regaló su alteza por Navidad? – preguntó – Hasta ahora no nos lo dices
- Mmm… me regaló una pulsera de “Tiffany & Co”
Contestó ella y el apetito se me fue.
- ¡Muéstranoslo!
Pidió mi tía aplaudiendo. Jin se alzó la manga de su blusa, ahí había una pulsera de plata con un filigrana muy bonito y un dije en forma de corazón. Mi corazón se estrujó al ver eso, y preguntas sobre si también tendría un grabado al reverso, se hicieron presentes en mi mente.
- Al reverso dice “BFF”
Dijo Jin Kyong, dándole la vuelta al dije.
- Ya saben lo que dicen de los mejores amigos, siempre terminan en otra cosa – mi tía me miró - ¿No lo creer Min Jee?



- Sí… por supuesto
¿Es que ella quería atormentarme? ¿Acaso sabía algo? Lo que fuese, estaba empezando a pensar que mi tía era el mismísimo demonio. Terminamos de desayunar y Jin se fue a su habitación, ella aún no terminaba de desempacar. Abrí mi cajón y miré los regalos de Donghae. Sentí de nuevo dolor en el pecho.
- Ayúdame con mi equipaje - me pidió Jin Kyong y yo asentí, cerrando con llave mi cajón - ¿Escondes un muerto ahí?
Bromeó y yo reí. Jin encendió su televisor y juntas empezamos a guardar sus ropas. Como siempre, el televisor estaba en las noticias, pero por la hora, eran las noticias de espectáculos. Cuando terminamos de guardar todo, nos sentamos en la cama y vimos la televisión.
- Otro tweet del príncipe ha dejado sorprendido a todo el mundo – dijo el anfitrión del programa - ¿Será que de nuevo nuestro príncipe se nos descarrilará?

Sé que es muy tarde para decirlo…
Pero lo siento Ratona.
 Algunas cosas son así, pero nunca olvides que…


Miré la pantalla y nuevamente sentí una presión en el pecho. Miré a Jin Kyong, ella apretaba el control remoto con fuerza y luego lo lanzó contra la pared, rompiéndolo. Me sentí asustada al verla levantarse con el rostro lleno de ira.
- ¡¿Quién es esa perra?! – gritó - ¡Él y yo tenemos algo! ¡¿Por qué no lo respeta?!
- ¿Por qué realmente no tienen nada?
Jin me miró con furia.
- Ya te dije que no lo entenderías – me dijo ella – Él solo es tímido, no me hubiera regalado un corazón si no me quisiera, no me invitaría todo el tiempo a pasar días con él si él no me quisiera cerca y…
- Entendí – la detuve, no quería escuchar más – Pero tranquilízate
- ¡¿Cómo quieres que me tranquilice?! – me preguntó a gritos - ¡Hay una maldita perra que quiere quitármelo! – señaló la televisión - ¡Y él no parece querer detenerla! Oh Dios… Donghae me está siendo infiel
- ¿Te escuchas a ti misma? – le pregunté y ella me miró, ya sin rastro de enojo en su rostro – Suenas como una loca – le dije – Cuando ya sean oficialmente algo, quéjate, mientras no lo sean, él tiene la libertad de besar a quien sea



Me llevé las manos a la boca tan pronto dije aquello.
- Sí sabes algo – me apuntó con su dedo - ¡Me mentiste!
- De acuerdo… sí, mentí – dije - ¿Pero cómo querías que te lo dijera si estás tan obsesionada con él? – le pregunté – Sabía que te pondrías justo así – la señalé – No quería que te sintieras mal
- ¿Sabes quién es?
Me preguntó y yo negué al instante.
- Mira el lado positivo
Le dije, señalando la televisión.
- ¿Cuál es?
Me preguntó, posando sus manos sobre sus caderas, eso le daba un aire amenazador.
- Lee el tweet, han terminado… - Jin volvió a ver la pantalla y su rostro se iluminó al instante – Si es que empezaron algo…
Susurré.
- Hola… ¿Estás bien?
Preguntó Jin Kyong al teléfono.
- Más o menos
Contestó su voz. Él no sabía que Jin era mi prima, así que mejor me quedaba callada.
- Vi lo que pusiste en Twitter
- Ah… sí…
Dijo él.
- ¿Estás bien? – volvió a preguntar Jin - ¿Qué paso?
- Nada… son cosas… - se escuchó un bufido - ¿Llegaste bien a tu casa?
Preguntó él al final, era un claro intento de cambiar la conversación, y si conocía tan bien a Jin Kyong, sabía que iba a funcionar.
- Sí, gracias – Jin sonrió – Por cierto… a mis padres y a mi prima les gustó el regalo que me diste
- Tengo buen gusto para los regalos de mujeres – rió él – Vivo con tres mujeres – le recordó, aún sin perder el buen humor - ¿Y te regalaron tu perro?
- No – contestó Jin, haciendo un puchero – Papá dice que sería lindo tener una mascota, mamá dijo que también sería lindo, pero que debía de tener pedigrí y no sé que más
- Creo que quiere que sea de la realeza
Bromeó.
- Por eso debes hacer que Bada tenga cachorros
Dijo ella y yo me sentí estúpida al no saber quién era Bada.
- Mi perrita morirá virgen
Dijo Hae y Jin rió.
- Que malo eres, le niegas una mascota a una necesitada como yo
Jin rió y él también. Me levanté de la cama y me fui de su habitación. No me había dado cuenta de lo poco que conocía a Hae. Su comida preferida, su color preferido, el nombre de su mascota, son cosas que Jin Kyong sabía de él y que yo no. Me encerré en mi habitación y busqué mi iPhone, y escribí un Whatsapp:

Tienes razón.
Esto no podría funcionar.
También lo siento, y no olvides que yo también…


No obtuve respuesta alguna. Tomé mis cosas y caminé hacia la puerta diciendo a todo volumen que iría a caminar al parque. Por todos lados veía parejas tomadas de la mano y dándose besitos ¿Qué es lo que ocurría? Aun no era San Valentín. Tomé mi teléfono y llamé a Kangin, quería verlo.
- Mi amor – contestó él al instante - ¿Qué pasó?
- Nada – contesté, él sonaba preocupado - ¿Estás ocupado?
- Un poco – me senté en una banca - ¿Por qué? ¿Quieres que nos veamos?
- Te extraño
Contesté, viendo la pulsera que me había regalado, donde decía su nombre y el mío.
- Yo también te extraño princesa – me dijo él – Estoy en mi pasantía como Contador en la empresa de tu tío
- ¿En serio?
Pregunté.
- Sí – no necesitaba verlo para saber que sonreía – Solo entré, dije que era tu novio y aquí estoy
- Eso suena tan… para nada lindo – reí – Entonces te voy a buscar allá, de paso que veo a mi tío
- Si, te espero
Miré mi billetera, tenía un poco de efectivo. Como regalo de mi tío Jung, me abrieron una cuenta bancaria donde él depositaría dinero para mis gastos que no tengan que ver con la universidad, ahora me movilizaba con una tarjeta de débito. De esta forma tenía un poco más para la gasolina, comida y uno que otro gusto, era suficiente para mí. Tomé un taxi y pronto llegué a la oficina central de “Kim Inc.” Un guardia me detuvo y yo di mi identificación, diciendo que era la sobrina del jefe, él me dejó entrar. Caminé hacia el pulcro mostrador de la recepción cuando el ascensor se abrió y vi a mi novio vestido de traje.
- ¡Lizzy!
Exclamó él. Se veía muy distinto con traje, no parecía el chico fiestero que fumaba. Me le acerqué y le di un beso, él me tomó de la mano y me llevó dentro del ascensor. Él me iba explicando cómo había sido su primera semana en ese lugar. Nos besábamos y pronto entramos en su oficina, bueno… la oficina que compartía con otros contadores.
- Y este es mi espacio
Me señaló.
- Interesante
Dije, tomando los cuadernos con cuentas.
- ¿Y que te hizo extrañar a tu fabuloso novio?
Me preguntó y yo sonreí, estar en su ambiente le cambiaba la personalidad.
- Que no te veía desde hace dos días – le contesté, acercándomele y dándole un beso – Y no he podido decirte cuanto te quiero
- Young Woon… aquí… oh
Ambos volteamos y vimos a un viejo calvo sosteniendo una carpeta. Lo reconocí por ser uno de los invitados de la fiesta de Navidad.
- Lo siento Lord Shin
Se disculpó Kangin, suponía que ese debía de ser su jefe.
- ¿Quién es usted señorita? – me preguntó el hombre mayor, mirándome de pies a cabeza. Me vi mi atuendo, parecía una adolescente desaliñada y Kangin parecía todo un hombre. De nuevo me sentí como en Navidad – Que seas amigo del señor Kim, no te da derecho a traer a jovencitas al trabajo
- Señor yo…
Intenté decir.
- Lo siento, tendrá que irse – me dijo él hombre – A menos que quiera unas monedas por su trabajo
- ¡¿Qué insinúa?! -  pregunté con la voz alzada, él hombre me miró – Que me vista cómodamente y no esté muy arreglada y producida, no quiere decir que sea una perra interesada
- Min…
Kangin me tomó del brazo y yo me zafé.
- Si en verdad quieres llegar a ser alguien, Kim Young Woon, deshazte de mocosas como ella, son unas trepadoras
- ¿Oh, su esposa fue así?
Pregunté y él hombre se me acercó.
- ¡Que insolente eres!
- ¡Y usted es un viejo amargado, que por estar aguantado no puede ver a sus empleados con sus novias! – grité yo - ¿Lo dejaron porque la tenía corta?
- Min Jee…
- ¡Usted es el que está siendo insolente conmigo! – grité, recordando que él era el esposo de la vieja presuntuosa - ¡Soy novia de este chico por dos años, lo amo, lo conozco desde antes de verse así, él ni siquiera se ve así! – estaba fuera de mí, me sentía furiosa y no iba a seguir permitiendo que me pisoteara toda esta aristocracia coreana – ¡A sí que no se atreva a llamarme trepadora, usted viejo cascarrabias!
- Toma tus cosas Young Woon, agradécelo a tu noviecita
- ¡Óigame usted Lord de pacotilla! – grité – No va a despedir a Kangin – le dije – No por mi culpa
- Lamerme los zapatos no te servirá
Me dijo él, esbozando una sonrisa burlona.
- No lo voy a ser – dije – Puede que usted sea un Lord, puede que yo solo sea una granjera, pero usted sigue siendo un empleado de mi tío y si la memoria de las clases de historia no me falla – él me miró con miedo – Usted necesita esto debido a que su madre, la Baronesa, los dejó sin nada
- Eres una…
- Shin… al fin te encuentro…
Mi tío entró y me miró.
- Querida… espérame en el auto, te invito a almorzar – yo lo miré y asentí – Kangin, hazle compañía hasta que baje, luego vuelves
- Si señor – Kangin asintió con la cabeza – Lord Shin
Nick hizo un asentimiento que fue contestado por el Lord Hediondo y, tomándome de la mano, salimos de la oficina. Descendimos hacia los estacionamientos por el ascensor. Kangin no me decía nada, tampoco es que quisiera escucharlo. Llegamos al estacionamiento del tercer sótano y caminé hasta que vi el Ferrari de mi tío. Kangin caminó a paso veloz detrás de mí y me tomó de la mano, yo lo miré con enojo.
- ¿Te volviste loca?
Me preguntó y yo me zafé de su agarre.
- Lo siento…
Dije, aunque realmente no lo sentía.
- ¿Lo sientes? – me preguntó - ¡Casi me cuestas el trabajo de mis sueños!
- ¡Lo siento! – grité - ¡¿Qué querías que hiciera si ese hombre estaba insultándome?!
- ¡Que te quedaras callada! – gritó él - ¡Son superiores, no podemos enfrentarlos!
- ¡¿Desde cuándo te dan miedo los nobles?!
Quería golpearlo, y si él no fuera demasiado alto para mí, lo hubiera hecho.
- ¡Desde que uno es mi jefe, demonios!
- Lo siento…
Volví a decir, solo que esta vez conteniendo el llanto.
- Min… - él respiró hondo – Yo lo siento princesa, como tu novio debería protegerte, no dejar que te pisoteen
- Desde que llegué aquí he sido pisoteada – le dije, mirándolo a los ojos, él me abrazó – Ya no lo soporto
- Lo siento mi amor
Me dio un beso y yo le correspondí. Al cabo de un rato, en el que estuvimos abrazados, mi tío vino. Kangin se despidió de mí y yo me subí en el auto de mi tío. Me gustaba mi tío, era muy distinto a mi tía, me recordaba a mi padre. Mi tío me llevó a uno de esos restaurantes caros donde las servilletas se colocan en el regazo, y pidió una mesa.
- Creí que para estos lugares se necesitaba reservación
Dije, siendo guiada por un camarero en traje hacia una mesa en el centro del restaurante.
- Es así, pero para mí no hay nada que me nieguen
Mi tío me sonrió y por primera vez en todo el día, sonreí con sinceridad.



- Bueno… es hora de aprender en cinco segundos cómo usar tantos cubiertos
Bromeé.
- Min… - miré a mi tío, este no perdía su sonrisa, pero sus ojos se veían afligidos - ¿Cómo has estado?
La pregunta me sorprendió ¿Cómo había estado? ¿A qué se refería? Pero sabía la respuesta, no me encontraba nada bien. Había intentado tapar el sol con un dedo, intentar no sentir dolor ante tantas cosas que pasaban en mi vida, pero ya no podía, ya las fuerzas se me agotaron.
- Estoy bien                                                  
Mentí, jugueteando con una diminuta cuchara.
- Eres una buena mentirosa, como tu padre – me dijo él – Él nunca dejaba que viéramos si algo le pasaba, siempre decía estar bien y lo demostraba – miré a mi tío sin entender – Pero todas las personas tienen un límite, tú ya llegaste al tuyo
No era una pregunta, era una afirmación. Sí, ya había llegado al mío desde hace mucho, más bien me hicieron llegar al límite. Mi tía, Kangin, Seúl, el príncipe… sobre todo él.
- ¿Puedo vivir con la princesa Sun Hee?
Pregunté, derramando lágrimas de desesperación.



- Sé que… vivir con Mi Hi no es lo más agradable del mundo, Jin Kyong misma lo dice – mi tío tomó un sorbo del agua que nos habían servido – Pero somos tu familia
- Se los agradezco – admití, porque era cierto, otras personas no me pagarían una universidad demasiado cara, ni me darían comida y un techo – Pero sí estoy llegando a mi límite y no puedo seguir, tío Jung Hee
- Entiendo… - dijo mi tío ­– Tú tía no lo permitirá
- Lo sé, pero tú… - vi el miedo en sus ojos – Es tu esposa, no tu patrona
- Lo sé… - mi tío soltó una risita nerviosa – Pero creo que… cuando queremos que las personas se queden a nuestro lado, hacemos tonterías como darles poder sobre ti
- Eso es…                                     
- Tu papá siempre me recriminaba eso, me doy vergüenza a mí mismo – mi tío rió – Soy el dueño y presidente del conglomerado más grande de Corea, quizá del mundo – mi tío abrió el menú – Pero le tengo miedo a mi esposa – no pude evitar reír, también abrí mi menú – Pero hay algo en lo que siempre me enfrentaré a Mi Hi – me dijo, quitando los ojos de su menú y viéndome – Y es en defender a mi familia, y no me refiero solo a Jin Kyong – sonreí al oír eso y por primera vez sentí amor real – Tú también eres mi familia, eres mi hija ahora
- Gracias tío Jung
Intenté no llorar, pero se me hacía difícil, y me daba algo de vergüenza al estar en un restaurante.
- ¿Qué van a desear señor?
Preguntó el camarero.
- Yo un filete miñón – pidió mi tío – No le digas a tu tía, no me deja comer tanta grasa
- Yo quiero la lasaña con el pan al ajo
Pedí y el camarero se fue.
- Tienes la suerte de comer y no engordar
- Es que en casa yo hacía mucho ejercicio – le expliqué, me gustaba por fin poder hablar de mi casa – Más bien, cuando comience el semestre, me meteré a algún deporte
- ¿Cuál eliges?
- Gimnasia – contesté – Siempre hice gimnasia en mi escuela, pero realmente siempre quise practicar patinaje, pero no teníamos dinero, ese es mi sueño frustrado, ser patinadora
- Tu padre pudo ir a los olímpicos, pero tenía que trabajar
Mi tío miró la mesa con pesar.
- Lo sé
- Sacrificó tanto, y la vida le cobra así
- Las cosas suceden por algo
Dije porque… era lo que normalmente se decía.
- Supongo
- Si eso no hubiera pasado… no hubiera podido ir a la Royal – empecé a decir – No viviría en una gran ciudad, no hubiera conocido a Sun, no hubiera podido estar cerca de Kangin, no hubiera conocido a…
Me quedé callada al instante y mi tío me miró.
- ¿A…?
- No tiene importancia
- Si la vida me ha enseñado algo Min Jee, es que todo aquel que pasa por nuestro camino, es importante
- Si pero… esto es distinto
- Sabes… - empezó a decir mi tío – Tal vez sea porque, en su afán de querer darle la mejor educación, Jin Kyong nunca estaba en casa y nunca… pudimos formar ese vinculo padre e hija, y la verdad es que ella no me necesita – mi tío sonrió de lado, jamás me había preguntado si él era feliz con su vida, al parecer era cierto que el dinero no compraba felicidad – Pero tú me necesitas, y sé que solías hablar siempre con tu padre de cualquier tema, puedes confiar en mí, también soy buen mentiroso
- De acuerdo… - reí por ello, pensar en mi tío ocultándole cosas a mi tía era un tanto descabellado, pero quería poder confiar en alguien de mi familia, poder contar lo que tenía atascado desde hace días – Es… un chico
- ¿Young Woon? – yo negué con la cabeza - ¿Ha pasado algo con este chico? – asentí – Bueno…
- Nada grave – dije con rapidez, lo que menos quería era que pensara que era una cualquiera – Solo… besarnos – recordar a Donghae era un poco doloroso - Nunca hice nada con él además de eso
- ¿Y te gusta? – yo asentí – Pues si te gusta deberías dejar a Kangin – sugirió él – Si es que eres correspondida – añadió rápidamente y yo sentí deseos de reír - ¿Eres correspondida?
- Dijo que está enamorado de mí
- ¿Y tú?
- También lo estoy
- ¿Cómo pasó esto?
- Él… era mi compañero de trabajo en varias clases – le contesté – Era un idiota y un inútil – reí al decir eso – Nunca hacia nada y me decía que me pagaría por hacer todo yo sola – sonreí – Y no sé en qué momento empezó a gustarme tanto
- ¿Y si te lo ha dicho, y tú se lo has dicho, por qué no están juntos?
Me preguntó.
- Porque es complicado
Contesté, viendo cómo el mesero se acercaba con nuestra comida.
- El amor siempre es complicado – admitió mi tío - ¿Qué tan complicado es en tu caso?
- Mucho…
Contesté con frustración, apuñalando mi lasaña.
- ¿Tanto para una adolescente de dieciocho?
- Sí
- Eso es imposible, nada puede ser tan complicado
- Es el príncipe heredero
Confesé, derramando lágrimas.
  - Oh…